Fuera de la Caja

El momento

El alza en la tasa de la Reserva Federal incrementa la probabilidad de una recesión en Estados Unidos, aunque podría ya estar en eso.

El miércoles, la Reserva Federal de Estados Unidos acordó elevar la tasa de interés de referencia en 25 puntos base (un cuarto de punto porcentual). Con ello, este ciclo alcista acumula incrementos por 500 puntos, es decir 5 por ciento. Aunque el Banco de México deberá decidir en dos semanas al respecto, el mercado ya resolvió que el piso es precisamente un incremento similar al de la Fed. El martes, en la subasta de Cetes, la tasa a 91 días se ubicó en 11.5 por ciento, respetando con ello el margen que hemos tenido con la tasa del país vecino en los últimos meses: 6.25 por ciento.

Ese margen es el que explica, en buena medida, que el dólar se encuentre alrededor de 18 pesos. Estamos ofreciendo un premio considerable a quien traiga su dinero a México, sin un riesgo adicional. Hay garantía de que repetiremos lo que haga la Reserva Federal. Si los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México tenían alguna duda, ya les aclaró el gobierno qué deberá ocurrir.

Digo el gobierno porque los Cetes se venden mediante subasta. Si el gobierno no quería pagar el 0.25 por ciento adicional, bastaba con declarar desierta la subasta. Pero el gobierno no puede, porque necesita el dinero. Ya veíamos que la recaudación se derrumbó en marzo, mientras el costo financiero aceleró su crecimiento. Si el gobierno necesita dinero, el Banco de México podrá poner su tasa donde guste, que el mercado sabrá exprimir a Hacienda.

El alza de la Reserva Federal incrementa la probabilidad de una recesión en Estados Unidos, aunque en opinión de esta columna ya estamos en eso. Los indicadores que utilizan allá para saber si hay o no recesión (ingreso personal, ventas al menudeo, actividad industrial y empleo) todos han tenido comportamiento a la baja y tres de ellos (salvo el empleo) están en terreno negativo. Pienso que el empleo no debe utilizarse ahora como indicador de recesión por el desajuste tan brusco provocado por pandemia, confinamiento y paquetes de apoyo.

Las otras señales de recesión también se cumplen: el mercado inmobiliario en Estados Unidos está ya resintiendo las tasas altas, y la curva de rendimientos está fuertemente invertida. Lo que nadie sabe es qué tan profunda pueda ser y cuántos meses durará. Hay muchos elementos inciertos al respecto, especialmente la resiliencia del sistema bancario y la disputa política por el techo de endeudamiento. Creo que ambas cosas se resolverán (mal o bien, eso no lo sé) en este mes.

En cuatro semanas, el escenario económico para el resto del año será más claro. Por el momento, con los datos del primer trimestre, los expertos encuestados por el Banco de México han incrementado la expectativa de crecimiento de México de 1.4 a 1.6 por ciento en este año, pero a cambio redujeron la de 2024 de 1.8 a 1.7 por ciento. Ambas cifras son coincidentes con la hipótesis de que el crecimiento potencial del país, que por 40 años se mantuvo en 2.4 por ciento anual, se ha reducido a 1.5 por ciento. Es el costo del derrumbe de la inversión debido a las pésimas decisiones del incompetente de Palacio.

La recesión, más que una amenaza, podría ser una gran oportunidad para México porque puede ser el momento que aprovechen muchas empresas para reubicarse. Así como en 2001-2003 cientos de ellas se fueron a China (decenas, saliendo de México), así ahora podrían llegar, si hubiéramos hecho el trabajo necesario para atraerlas, es decir, impulsar energías limpias y garantizar cumplimiento de la ley. Hicimos exactamente lo contrario, gracias al mismo personaje. Algo caerá, sin duda, pero será más por suerte que por haber entendido el momento.

Por eso no es bueno juntarse con gente así.

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