Tiro al blanco

Neymar, el mercenario del futbol

Tras ganar la Libertadores 2011, con apenas 19 años, el futuro pintaba prometedor para Neymar Jr.; desde entonces, lo más importante que ha ganado por sí mismo es dinero.

Los más de 110 millones de dólares que va a percibir por cada una de las dos temporadas que firmó con el Al Hilal, no son suficientes para Neymar Jr. Para llegar a Arabia Saudita desde el París Saint-Germain, el brasileño exigió también una flotilla de ocho automóviles, incluidos un Bentley Continental GP, un Aston Martin DBX y un Lamborghini Huracán -solo esos tres valen cerca de 650 mil dólares-, con un chofer disponible las 24 horas; también pidió una mansión de 25 habitaciones, con una alberca de 40x10, y un refrigerador lleno de jugos de acaí y guaraná, su bebida favorita, de acuerdo con información publicada por The Sun.

Al Hilal pagó 100 millones al PSG para fichar al atacante, quien, a su vez, llegó al club francés por 262 millones desde el Barcelona en 2017; el cuadro culé había pagado 117M en 2013 al Santos para llevarlo a Europa. Es decir, en transferencias, por Ney se han pagado 479 millones de dólares, 116M más que el segundo jugador que más dinero ha movido en traspasos (Romelu Lukaku). Una brutalidad.

En 2011, antes de la Final del Mundial de Clubes entre el Santos FC, en el que debutó Neymar, y el Barcelona de Lionel Messi (aún dirigido por Josep Guardiola), Pelé opinó: “Si se comparan individualmente, Neymar es mejor que Messi”. El Santos cayó 4-0.

Un año después, O’Rei reiteró: “para mí, Maradona fue un gran jugador, pero solo tenía la pierna izquierda y tampoco cabeceaba. Messi es un poco una copia. Neymar, en cambio, tiene condiciones para ser mejor”. Las cosas cambiaron en 2018, cuando fue duro con quien pintaba para ser su heredero: “Estuve dos veces con él (Ney) en Europa, conversamos y le expliqué eso: ‘En el futbol Dios, te dio el don, pero lo que hiciste es lo que complicó’”.

Pero ¿qué hizo? Uy, es una grosería el listado de acciones que el nuevo ‘10′ del Al Hilal ha hecho para torpedear su propia carrera. Y ahí les va una que describe sus prioridades: el 11 de marzo nació su hermana… casualmente -o no tanto-, desde 2015, ha causado baja de su equipo en siete de los últimos nueve cumpleaños de Rafaella: sus últimas dos campañas en el Barça, por suspensión, y en cinco de las siete temporadas que disputó con el PSG, por lesión; solo jugó en 2020 (el inicio de la pandemia de Covid-19) y en 2022.

En este mismo 2023, después de una operación de tobillo, ya pasada la fiesta de Rafaella, organizó una reunión secreta para 25 invitados que duró tres días durante las pascuas, en lugar de seguir el programa de rehabilitación que le enviaron desde el PSG.

Otros escándalos acompañan a Ney: un stream en el que perdió más de un millón de euros en el póquer, en dos horas; una acusación de violación, otra de acoso, una orgía en la que una modelo trans reveló que habría tenido relaciones con un hombre; en 2021, se peleó con su gran amigo Maluma, debido a que la DJ Natalia Barúlich dejó al colombiano para iniciar una relación con el brasileño, quien le restregó el evento al cantante en redes sociales.

En el PSG firmó dos contratos, el inicial por 54M anuales en 2017, y la renovación de 2021, cuando aceptó una rebaja para quedar “solo” en 29M. En el último, tenía un “bonus ético”, por el que recibía 7M por ser “cortés, puntual, amable y estar a disposición de los aficionados”, es decir, saludar a la grada antes y después de los partidos, detenerse a dar autógrafos y fotos, y no criticar los planteamientos tácticos del entrenador en turno.

Visto lo visto, el cuadro parisino debía controlar a Neymar por su tendencia a “olvidarse” de la ética. Y es que, cuando dejó Barcelona, sus abogados depositaron los 262M que valía su cláusula de rescisión, en un fichaje hostil. Neymar había aceptado la oferta del PSG porque, con Messi en el Barça nunca iba a ser la estrella y ya había ganado todo (incluido el triplete de 2015). En Francia, ganó la Ligue 1 en cinco de sus siete años, además de la Copa de Francia y la Copa de la Liga, pero, más que nada, en París ganó dinero, pues arrastró el prestigio en sus siete intentos por la Champions.

Tras ganar la Libertadores 2011, con apenas 19 años, el futuro pintaba prometedor. En 2012, fue nombrado el mejor de Sudamérica. Todas las figuras brasileñas lo señalaban como el elegido, pero debía dar el salto a Europa. Tras una buena temporada debut en 2013-14 en Barcelona, se sobrepuso a un terrible Mundial 2014 en casa, cuando se lesionó en Cuartos ante Colombia y vio desde la grada la derrota 7-1 en Semifinales ante Alemania, y en la siguiente campaña, formó uno de los tridentes más letales de la historia junto a Messi y Luis Suárez.

“Fuera del campo nos juntábamos a tomar mate, Ney no tomaba mate, pero Ney venía y hablábamos de todo de la vida, Ney nos invitaba a sus fiestas de cumpleaños, él sabía cómo era nuestra vida y nosotros sabíamos cómo era la vida de él”, describió Suárez, antes de lamentar su elección por jugar en Francia. “Si Neymar se hubiera quedado en el Barcelona, habría ganado un Balón de Oro, seguro”.

Sin embargo, nunca llegó a ser quien el mundo esperaba. Inflaron el globo hasta hacerlo un zepelín y luego lo llenaron de dólares. Ya está en Arabia Saudita, con una mansión de 25 habitaciones, como los invitados de aquella fiesta secreta en Río; ya tiene sus coches y el Al Hilal vendió 10 mil camisetas suyas en siete horas. Era el dinero el que haría feliz a Neymar, no los trofeos.

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