El siniestro movilizó a cuerpos de emergencia, personal, médico y autoridades de los tres niveles de gobierno. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, anunció apoyos económicos iniciales de 20 mil pesos para gastos de hospitalización y 50 mil pesos para familias de víctimas mortales con seguimiento integral a cada familia, más allá de las pólizas de la empresa responsable.
Esta tragedia, una vez más, terminó por desnudar lo que ya sabíamos: el lamentable estado del sistema de salud pública que –aunque digan se parece al de Dinamarca– está hecho pedazos. Y si no, ¿por qué la propia alcaldía Iztapalapa publicó un tuit –que después borró– solicitando donación de material básico de curación?


Mientras tanto, los titulares del IMSS, Zoé Robledo, e ISSSTE, Martí Batres, presumían que todo estaba funcionando “de acuerdo con los protocolos” y que no era cierto que faltaran espacios o más aun instrumental y material médicos. Mintieron, como es la costumbre de la 4T, al darnos ¡sus otros datos!

¿Qué puede ser peor que esto? La tragedia silenciosa de la otra historia: la emergencia está siendo atendida, ciertamente, pero ¡a costa de otros pacientes!
Trágicamente y tal cual lo están leyendo.
Tras la explosión, 19 pacientes que eran tratados en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Magdalena de las Salinas del IMSS fueron desalojados para dar espacio a las víctimas de la explosión. No se necesita ser médico para inferir que si estaban en terapia intensiva se trata de pacientes delicados: traumatismos craneoencefálicos, eventos cerebrovasculares, fracturas faciales y daños severos en órganos vitales como cerebro, pulmones y corazón.
Cronología
El mismo 10 de septiembre, una vez que comenzaron a llegar los afectados por el pipazo, familiares de cinco pacientes en dicho hospital fueron notificados de que serían trasladados temporalmente a otros hospitales, asegurando que se mantendría su atención especializada y bajo promesa de regresarlos posteriormente a la propia Unidad Médica de Alta Especialidad donde se encontraban.
Al paso de las horas, la cifra de desalojados aumentó de cinco a 15 y finalmente la cifra se cerró en que 19 de las 22 camas disponibles en la Unidad de Cuidados Intensivos del Magdalena de las Salinas que fueron liberadas para que ahí llegaran los heridos de La Concordia.
Lo que se presentó como una medida de emergencia se convirtió en una segunda y silenciosa tragedia: pacientes trasladados a hospitales sin la especialidad ni los recursos necesarios, sin expedientes completos y con el riesgo creciente de sufrir complicaciones graves.
La mamá de un paciente de la cama 12 se negó a que su hijo fuera trasladado. Con una angustia nunca antes experimentada, solicitó, suplicó que su hijo permaneciera en su cama, pues necesitaba cuidados neurológicos especializados para sobrevivir. Y la respuesta médica fue tajante…
“Si se queda, lo pasarán a piso, donde nosotros no garantizamos su bienestar. Vaciar las camas de la unidad es una orden presidencial y usted asume la responsabilidad.”
¡Sin palabras! ¿Hay pacientes de primera y de segunda?
A eso llegamos por acabar con el Seguro Popular, por crear el monstruo del Insabi y por decir con un resentimiento nunca antes visto que NADA de que lo hicieron los neoliberales servía y destruirlo, y súmele el necio subejercicio presupuestal en materia de salud, ¡pero qué tal tienen el cinismo de presumir ahorros en el sector!
Continuó,
Una joven que era atendida tras un accidente en motocicleta fue trasladada al Hospital General Regional 1 “Carlos MacGregor” y luego dada de alta pese a mareos, dolor severo de cabeza y otras secuelas. La explicación: “el nosocomio carece de especialistas en neurología”.
Otro cosa, el paciente en la cama 6 sufrió dos eventos cerebrovasculares y múltiples infecciones, y aunque había mostrado mejoras, la falta de expedientes completos y equipos necesarios a la unidad a donde fue trasladado, provocó un retroceso en su recuperación, con riesgo de complicaciones graves. Después de varios días, los materiales siguen sin ser abastecidos y no hay fecha para que lleguen, y la vida del infortunado permanece en riesgo.
Un llamado urgente
Familiares de estos damnificados médicos han hecho un llamado a la directora del hospital Magdalena de las Salinas, Frida Medina Rodríguez, para que puedan ser recibidos de vuelta y continuar con sus tratamientos.
Un capítulo de improvisación, falta de insumos y aun de camas, escasez de especialistas que han puesto en riesgo la vida de pacientes que nada tienen que ver con la tragedia original del 10 de septiembre.
Esta tragedia tiene un remate; la realidad SIEMPRE supera la ficción.
El lunes, familiares de los afectados acudieron al Magdalena de las Salinas y resulta que, como era “puente”, no estaba ni la directora ni los médicos titulares o especialistas, por lo que serían atendidos hasta hoy, sí, hasta este miércoles 17 de septiembre.
¡Qué pena, qué coraje y qué vergüenza!
#CorruptoProtegido. Presidenta Sheinbaum, van cinco años y 27 días sin que Lozoya y su familia enfrenten las consecuencias de sus delitos.