Sobremesa

¿Claudia, presidenta?

El discurso de Claudia Ruiz Massieu en el PRI fue llevando al público al éxtasis; sí, con decirles que las porras de ‘Alito’ terminaron ovacionándola, dice Lourdes Mendoza.

-Lo que necesitamos es hablar con la verdad.

-Perdimos el rumbo… nos dejamos llevar por la frivolidad o la oportunidad fácil y las ambiciones personales.

-Fallamos, como gobierno y desde la oposición, en combatir la desigualdad y una serie de injusticias sociales a fondo.

-Hay que dejar de interpretar la institucionalidad como una excusa para no señalar o para callar… la disciplina no es sinónimo de obediencia ciega.

-A la defensa de Coahuila y del Estado de México no podemos llegar divididos y no podemos llegar solos.

-Honremos el valor de la palabra, que en política todo significa.

-Hoy el PRI es un partido que no inspira confianza.

-Adelantemos la sucesión de la dirigencia del partido.

Estas frases, ideas y reflexiones son parte del discurso que dio Claudia Ruiz Massieu, en el auditorio Plutarco Elías Calles, en el PRI.

Como lo publiqué en mis redes, a mi parecer y por cómo fue creciendo y arrancando los aplausos de propios y extraños en un auditorio adverso, Claudia fue la mejor oradora. Su discurso fue llevando al público al éxtasis; sí, con decirles que las porras de Alito terminaron ovacionándola. ¿La razón? Fue congruente, con discurso y muy emotiva. ¿Y qué no las elecciones se tratan de mover sentimientos?

Muchos en la dirigencia del PRI rezaban por que no fuera. Otros le decían: es una trampa, no vayas. Sin embargo, Claudia aceptó el reto. ¿Estás nerviosa?, le pregunté. “Pues una mezcla de nervios y adrenalina, es un evento importante para mí. Quiero ser congruente y decir en mi casa lo que digo afuera. El partido es muy plural y estamos acostumbrados a oír diferentes posiciones; seguro va a haber muchos que no van a coincidir conmigo, pero otros sí. No tengo miedo, pero sí las mariposas en el estómago de cuando sabes que vas a una cita importante y no sabes qué va a pasar”.

Fue reflexiva y muy autocrítica.

Déjenme decirles que dos de los aplausos que más trabaron a la dirigencia fueron los que Claudia arrancó, cuando dijo:

“El desprestigio que hoy vivimos tiene una solución muy sencilla: seamos congruentes y construyamos una coalición electoral y de gobierno para rescatar a México de una vez por todas. Pero seamos congruentes con lo que decimos y lo que hacemos”.

“Hoy, los mexicanos quieren una oposición que no se doble y no se venda. Una oposición inteligente… valiente, que no claudique a sus principios y anhelos. Que sepa ofrecer el cómo sí, en vez de estancarse en la queja de cómo Morena sólo confronta y no gobierna”.

El segundo fue por “la inseguridad está peor que nunca. Necesidad de construir de aquí a 2024 una estrategia nacional de seguridad que recoja las mejores experiencias: del pasado, de gobiernos locales exitosos, de las mejores prácticas internacionales. Pero también de todo aquello que ha fracasado y de lo cual todos somos en parte responsables. Aquí refrendo mi postura por construir un México de vocación civilista. Sin dejar de reconocer a nuestras Fuerzas Armadas, lo digo una vez más, la militarización no es la solución”.

Quihúboles, no sólo le dolió a la dirigencia, sino también a los diputados y a los 10 senadores que nos traicionaron, ¿o no?

Su discurso, para el minuto 30 ya tenía incómodos a muchos que estaban sentados en la primera fila, pues veían en Claudia una mujer hecha y derecha, una política sin doble cara, congruente, con la cara limpia y sin cola que le pisen.

Sin que le temblara la voz, también criticó al gobierno: “México está mal, muy mal... porque Morena y sus gobiernos todos los días destruyen lo que tomó décadas construir”.

“Porque las ocurrencias y la improvisación tienen sumidas a las familias mexicanas en la incertidumbre y el temor de no saber si mañana alcanzará el dinero para comer, si nuestras hijas serán víctimas de la violencia y la inseguridad… si habrá vacunas y medicinas para un niño con cáncer… o si serás despedido simplemente por darle paso a lo que tanto criticaron: a los leales, a los incapaces pero amigos, familiares e incondicionales de la cuarta transformación”.

Finalmente, y siendo dueña del estrado y del auditorio, le escuchamos decir:

“Quiero encabezar el proyecto de un México plural, incluyente, liberal, y que construya un mejor país para todos. Quiero abanderar el proyecto de los priistas que aman al PRI, y de los que ya se fueron; de los panistas que quieren una patria ordenada y generosa, de los perredistas que han militado en las causas de la justicia y la democracia, y de los emecistas que hacen política fresca, ciudadana y de vanguardia. De todos los millones que no militan en ningún partido, de la sociedad civil, de todos los que estamos hartos de tanta destrucción y tanto capricho, de todos los que no queremos un México dividido y enojado”.

“El proyecto de los que queremos gritar de indignación cada vez que sabemos de una nueva masacre, de los que tenemos coraje cuando vemos a las policías o a las Fuerzas Armadas humilladas por la delincuencia. De los que sentimos indignación cuando vemos niños con hambre, y nos duele la panza cuando oímos de una mujer más que es violentada, abusada o asesinada, de todos a los que nos da escalofrío pensar en un país militarizado, de todas las mamás que en las noches abrazamos a nuestros hijos sintiendo miedo del futuro que les espera si las cosas no cambian”.

“Quiero un proyecto de todos a los que se nos enchina la piel cuando vemos nuestra bandera ondear, y de los que sentimos cosquillas en las entrañas cuando oímos el Himno Nacional”.

“Soy Claudia Ruiz Massieu. No tengo miedo. Sí me atrevo y ¡estoy lista!”.

Una vergüenza…

No puedo terminar sin dejar documentado que nadie del PRI nacional la cobijó tras ser insultada en el Senado en la votación por la militarización. Al igual que ninguno de los presentes en el auditorio. Una vergüenza. Aunque no lo necesitó, pues se pintó, tanto el 4 como el 19 de octubre, de cuerpo completo.

Por no dejar…

Llegó acompañada de 17 invitados especiales, que fueron los lugares que le dio la dirigencia, entre quienes estaban Pedro Joaquín, José Antonio González, Lupita Gómez (la primera secretaria de Estado del país), Irma Cué (la primera secretaria del partido), la senadora Claudia Anaya y los exgobernadores Enrique Burgos y Marco Mena. Asimismo, de sus hijos y de su novio, Bosco, quienes, presumía Claudia, sería su primera vez en el Plutarco Elías Calles.

Finalmente, Morelos Canseco comentó: Claudia lució el carácter. No cabe duda que Claudia inspira en la política. Su papá estaría muy orgulloso.

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