La Aldea

O todo, o nada

Las víctimas del Insabi son las personas más necesitadas, porque les arrebatan atención y tratamiento, para incluirlas en un aparato de salud pública que nadie sabe cómo funciona.

El pasado martes 4 de febrero, el presidente de la República recibió en Palacio Nacional al grupo de gobernadores panistas. Un encuentro destinado a discutir la crisis del Sistema Nacional de Salud –que el gobierno no reconoce– y la obligatoria instalación operativa del Insabi –el nuevo Instituto de Salud y Bienestar–. La reunión resultó desafortunada y desesperanzadora.

Los repetidos discursos y mensajes de la "adhesión es voluntaria" –pronunciados por Andrés Manuel desde el púlpito matutino– "los recursos presupuestales para cada estado están garantizados", "la suscripción al Insabi no es obligatoria", "no se retendrán recursos a cambio de sumarse al Insabi", todos [fueron] tranquilizadores e incluso tolerantes.

Parecía la voz de un demócrata que se negaba a imponer un modelo, un sistema, su proyecto.

¡Sorpresa! Todo resultó falso. El martes les dijo a los gobernadores panistas que "le entran así, o no le entran". Todo el discurso anterior de apertura, pluralidad, tolerancia para abordar el delicado tema de la salud pública, resultó retórica.

Los gobernadores reviraron, al señalar que tenían firmado un acuerdo con el subsecretario –en funciones de secretario– López-Gatell, donde se establecía con claridad la incorporación gradual de los aparatos de salud en los estados al Insabi, en la medida en que se evaluaran programas y se protegiera a la población que ya contaba con cobertura.

La respuesta fue tajante y cómica, como casi todo en esta administración: "el subsecretario no sabe mucho de política", respondió el presidente. Los dejó mudos.

Varias lecturas, todas en simultáneo:

–Como la palabra y postura de este gobierno carecen de absoluto sustento y más aún de credibilidad, se puede de un plumazo desacreditar a un funcionario y a un acuerdo firmado, porque no satisface la visión del mandatario.

–Como la palabra del propio presidente carece de sustento y credibilidad, no importa que diga que va a hacer una cosa, porque finalmente bien puede acabar haciendo la contraria, como en este caso. "Como digo una cosa, digo la otra", citando a los clásicos de la comedia televisiva.

–Como aquí se trata de imponer un modelo y una visión, aplastando por completo lo que existía antes, sin importar la eficiencia, bondades o beneficios que algún programa anterior pudiera ofrecer, se elimina, se rebautiza y se echa andar 'a tontas y a locas' un programa de cobertura en salud pública ineficaz, inequitativo y confuso para prestadores de servicio y para usuarios.

–Como el aparato de salud pública, en diversas dimensiones, ha sido gradualmente desmantelado, porque la torpe visión del Dr. Alcocer –secretario designado del ramo, aunque no en funciones– le garantizó al presidente que tenía un presupuesto "sobrado", "duplicado", "que fomentaba la corrupción", se recortó ferozmente el presupuesto provocando caos y desatención en el SNS.

–Por último, en la sola dimensión del abasto y distribución de medicamentos, uno de los puntos de mayor torpeza y desconocimiento por parte de la Secretaría, la cancelación de una compra consolidada y su distribución en tiempo y forma en clínicas y hospitales, ha provocado el conocido desabasto y grave afectación de miles de tratamientos. Ahí están las voces de los pacientes de muy diversas patologías. Ahora se pretende traer medicamentos de China e India, que son tan cercanos a nuestros perfiles epidemiológicos.

Los datos matutinos del "pulso de la salud" son una mascarada para ocultar el desastre en atención y en tratamientos pospuestos, cancelados, incumplidos.

El Insabi se implementó sin reglas de operación, sin mecanismos de atención a población con muy diversos padecimientos. El señor Ferrer tardó 10 meses en pensar un programa de acción que no realizó. El resultado está a la vista.

Cualquier gobernador tiene toda la razón para desconfiar. La última esperanza recaía en el mensaje conciliatorio del presidente de que no se tocarían los presupuestos estatales para la atención médica. Pues ya tampoco. Aparecieron la autoridad y el ejercicio vertical, para decir: o es a mi modo o no es. Lamentable ejercicio autoritario.

Las víctimas de esta decisión muy política del poder, pero extraordinariamente torpe, es la gente más necesitada, porque le arrebatan su medicina, su tratamiento, su atención, para sumarse a un aparato de salud pública que hoy, a 6 de febrero, nadie sabe bien a bien cómo va a funcionar.

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