La Aldea

La ‘toma de Aguascalientes’

Desde el viernes 3 de junio arribó a la capital de Aguascalientes un auténtico ejército de operadores electorales. Jóvenes provenientes de la CDMX, enviados por Morena.

En las pasadas elecciones estatales del 5 de junio, donde seis entidades federativas del país (Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo) sostuvieron comicios para elegir a sus gobernadores, entre otras posiciones locales, sucedieron historias oscuras, tenebrosas, que poco a poco se van conociendo.

Desde el viernes 3 de junio, arribaron a la capital de Aguascalientes –y desde ahí inició la movilización a distintos municipios– un auténtico ejército de operadores electorales.

Jóvenes provenientes de la Ciudad de México, enviados por Morena, la jefa Sheinbaum y Martí Batres, para ‘intervenir’ en las elecciones de ese estado.

Claudia había recibido una clara y puntual instrucción de su jefe, ‘El Único’, desde Palacio: tenemos que ganar Aguascalientes, no podemos perderlo.

El encargo era operar para impedir la derrota de Morena y aplastar en los resultados finales. AMLO quería un 6–0 y Mario Delgado no sólo presumía, sino que había prometido el 6–0.

Pero los números en Aguascalientes apuntaban a un resultado considerablemente adverso. Una ventaja significativa del PAN y de la alianza para esa entidad, parecía ensombrecer la ambición presidencial.

El recurso se tornó entonces hacia la ‘preferida’, la consentida de todos los cariños y confianzas, Claudia Sheinbaum.

Desde la capital del país se movilizó a un auténtico despliegue de operadores, animadores al voto, ‘golpeadores’ listos y preparados para atacar casillas, impedir su instalación, robarse urnas, hacer todo tipo de tropelías para evitar el triunfo opositor.

En todo caso, provocar tal caos que pudieran presentarse denuncias –de todos los participantes– para repetir el proceso.

Se calcula que dos mil jóvenes, activistas, operadores electorales, fueron enviados a Aguascalientes ese fin de semana. Hospedados en hoteles sencillos, activados y listos para realizar su tarea el domingo 5 de junio.

Puede haber sido el numeroso contingente, puede haberse tratado de algún elemento de identificación, colores, gorras, o simplemente el rumor de que había llegado una ‘fuerza de acción’. El caso es que se corrió rápidamente el rumor en los cuarteles generales de los partidos.

¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Qué pretenden?

Los testimonios locales señalan que grupos fuertemente armados, con uniformes de color negro, casco, máscara facial, rifles de alto poder, irrumpieron en varios hoteles de Aguascalientes para detener, interrogar y desalojar a la fuerza electoral.

Sin membretes, sin logotipos, no se trataba de policía estatal o federal, ni mucho menos la Guardia Nacional, sino comandos armados que cumplieron la puntual tarea de desactivar el operativo planeado para el domingo 5 de junio.

Puede tratarse de comandos del crimen organizado que no permitieron la intromisión de otras fuerzas o actores políticos en su entidad, lo que supondría su profunda participación en el proceso del domingo 5.

El hecho es que, esa misma noche, cientos de los operadores capitalinos fueron subidos a autobuses y enviados de regreso a la CDMX, con la amenaza puntual: “si regresan, los quemamos”.

Salieron despavoridos y a pesar de la intención inicial de levantar una denuncia ante el Ministerio Público, o una queja ante el Tribunal Electoral, decidieron no hacerlo, puesto que su inexplicable presencia carecía por completo de justificación.

Desde la oficina de Claudia se planeó –en cumplimiento a las instrucciones superiores– la ‘Toma de Aguascalientes’, descarrillar el proceso, bloquear el triunfo de la Alianza.

No contaban con las extrañas fuerzas internas que se interpusieron en su camino.

Ahora que la señora Sheinbaum dice que ella ‘siempre cumple la ley’, especialmente la electoral –con cinismo descarnado después del fallo y la sanción emitida en su contra por el Tribunal Electoral por acciones ilegales en la fallida consulta de revocación de mandato–, deja en claro que no gana una elección. Con todo y las trampas, los dineros, la movilización de operadores, falló –una vez más, recuérdese la derrota en la Ciudad de México– en ‘controlar’ el proceso electoral de Aguascalientes.

El caudillo toma nota, no pasa desapercibida la incompetencia de la niña de sus ojos, porque la lealtad ciega no garantiza capacidad ni eficiencia para cumplir sus instrucciones.

Alguna autoridad debiera investigar a fondo la presencia de estos grupos armados la víspera de la elección, porque el domingo, la jornada transcurrió con absoluta tranquilidad en Aguascalientes y en otras entidades.

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