Juan Pablo Castanon

Visión compartida: puentes, no muros

 

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Tras la efervescencia inicial que generó la intempestiva visita a México de Donald Trump, así como el comportamiento posterior de este candidato a la Presidencia de Estados Unidos, es buen momento para reafirmar una postura firme y clara de México frente a los ataques y amenazas que se han presentado en las campañas electorales estadounidenses.

Esto es lo más importante para nosotros: fijar la determinación de poner por delante los intereses de la nación y la protección a los derechos de nuestros connacionales, al mismo tiempo que se muestra la disposición de tender puentes, aún frente a quien quiere construir muros. En este reto debemos ir todos juntos.

Los mexicanos, en lo general compartimos la buena disposición para fortalecer los lazos de amistad con nuestros vecinos. De la misma forma, desde el sector empresarial expresamos la condena enérgica a las expresiones discriminatorias contra nuestra gente y nuestro rechazo a que se promueva la división, tanto con muros físicos como con barreras de incomprensión, ante las realidades, las necesidades y las circunstancias de la relación bilateral más diversa e intensa para ambos países.

A lo largo de una frontera de más de tres mil kilómetros cruzan más de un millón de personas al día. Hoy, en Estados Unidos viven 34.6 millones de personas de origen mexicano, y en nuestro país, más de dos millones de estadounidenses.

Rechazamos los intentos de revertir décadas de esfuerzos para lograr una estrecha interacción, signada por el respeto, la cooperación y la prosperidad compartida. Esta voluntad ha trascendido generaciones, gobiernos, partidos políticos y crisis económicas.

Estados Unidos y México somos socios y amigos, con lazos económicos, históricos, culturales e inclusive familiares. La fortaleza y madurez de nuestra relación es irreversible y continuará más allá de las administraciones, de los cambios de funcionarios y de las posiciones políticas.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que desde su puesta en marcha ha cuadruplicado el comercio dentro del bloque es producto de esta evolución. De ahí la convicción mayoritaria en el sector empresarial de los tres países de defenderlo, y más aún, fortalecerlo y adaptarlo a los nuevos tiempos, a través de la puesta en marcha del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés).

El TLCAN ha sido enormemente benéfico para las tres naciones. Nuestras contrapartes estadounidenses lo tienen bien claro. México es su segundo destino de exportación, más grande que China y Japón juntos, y el primero para California, Arizona, Nuevo México y Texas.

Cada día, alrededor de mil 500 millones de dólares en bienes se mueven a lo largo de nuestra frontera norte. Seis millones de empleos en Estados Unidos dependen de esta relación. La inversión estadounidense en México es enorme, pero a veces se olvida la importancia de la que se hace en sentido inverso, que asciende a más de 43 mil millones de dólares, generando más de 122 mil empleos.

No es casual que empresarios mexicanos y estadounidense nos reunamos dos veces al año, en el US-Mexico CEO Dialogue, para ponernos de acuerdo en cuanto a estrategias y propuestas de política pública para fortalecer la integración y la competitividad regional, con una visión común basada en la cooperación y la complementariedad.

La posición es muy clara: los empresarios mexicanos y estadounidenses construimos puentes, no necesitamos ni queremos muros.

El autor es presidente del Consejo Coordinador Empresarial.

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