Autonomía Relativa

AMLO, en busca de culpables

Juan Ignacio Zavala escribe que López Obrador será el presidente constitucional pronto, así que con ser amable en algunas ocasiones podrá tener control sobre ciertos sectores.

Hace un par de días publiqué en estas páginas un texto que mencionaba el gusto del Presidente electo por confrontar y generar pleito con sus gobernados: la burocracia, las Fuerzas Armadas, la moribunda oposición, los conservadores, los liberales, los medios y todo lo que le parezca no concuerde con su cuarta transformación. Reitero que no será una convivencia fácil, pues no parece sencillo dejarse de quien es el presidente de la nación.

Ayer, nuevamente el presidente López Obrador la emprendió contra un periodista: Carlos Loret de Mola. Es la segunda vez que se mete directamente contra el periodista en un par de semanas. El Presidente electo cuestiona la integridad periodística de Loret en cada una de sus agresiones. No le parece un profesional ético, dice que miente como respira y ayer lo acusó de encabezar una campaña de desinformación. Es probable que el Presidente electo ya tenga problemas de audición y no logra captar lo que dice Loret y qué dicen sus invitados. También parece que su gente de comunicación, todavía atiborrados de canapés y eructando langosta, no saben informarle que Loret de Mola trabaja en una empresa en radio y en otra en televisión. Para López Obrador, Carlos

Loret es Televisa donde quiera que esté.

El Presidente electo no quiere abandonar su condición de opositor. Señala, pone apodos, estigmatiza, cuestiona lo que hay, adjetiva a sus futuros subordinados y los califica de haraganes y corruptos, advirtiéndoles que los va a poner a trabajar, para lo cual ya mandó que les bajaran el sueldo y les quitaran los seguros médicos. Quizá reciba una respuesta en la misma dirección, pero para eso habrá que esperar a que sea gobierno. Por lo pronto, quien tenga una bocina, como son los periodistas, son los que reciben la señal del dedo flamígero como enemigos de la nación.

No creo que Loret necesite defensa alguna como periodista. Por sus programas desfilan los personajes de Morena como antes desfilaban los del PRI y en su momento los del PAN, el poder en turno. Tampoco creo que los señalamientos de un hombre sin mesura, con poco control de sí mismo, que resulta ser el Presidente, pongan en riesgo su seguridad física, aunque evidentemente desatará los ánimos en contra de sus seguidores. El tema es que debemos entender que López Obrador necesita enemigos para avanzar en su discurso y alimentar a su jauría en las redes sociales. Si la consulta es un fracaso, que lo es en términos de diseño, de organización y es una farsa en toda la extensión de la palabra, el Presidente electo busca ya a quién culpar del desorden generado por ellos, y qué mejor que sacar del baúl la mala fama de una marca para restituirla como enemigo a vencer. Si se llega a dar una sacudida financiera, que varios expertos dicen que no sucederá pase lo que pase en la pantomima de consulta, el principal organizador y causante de la mala decisión ya tiene culpable: la campaña de desinformación sobre el tema y el perverso hombre que hizo su trabajo de periodista: Carlos Loret.

Insisto: pensar que López Obrador va a cambiar es ocioso. Además, no tiene que hacerlo necesariamente. En unas semanas será el presidente constitucional y en funciones, así que con ser amable en algunas ocasiones y compensar aquí y allá podrá tener control sobre ciertos sectores. Pero lo que necesitará siempre es a quién señalar como demonio. Más aún porque ya en funciones será inevitable que se cometan errores –ya vimos que él y su equipo tienen vocación para el desatino– y deberá tener a los culpables de los fracasos a la mano. Tenemos un presidente pendenciero. Ni hablar, cada quien su estilo.

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