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Cosas de campañas

El xochilismo está en su momento de apogeo. La furia antilopezobradorista llena plazas e inunda las redes sociales de insultos y denuncias.

Las campañas electorales tienen siempre una serie de elementos estratégicos que les permite avanzar, atacar al adversario y continuar en el camino. Por supuesto que no están exentas de contrariedades y confusiones. Por más que se intente seguir al pie de la letra una estrategia siempre hay una coyuntura inesperada, algo que obliga a la candidata o al candidato a desviarse de lo planeado. Las campañas terminan en un par de días. Podemos ahora hacer un repaso de ciertas cosas que, en lo personal, me han llamado la atención por lo inesperado. Aquí van.

En el caso de Claudia Sheinbaum sorprenden varias cosas. A reserva de poder tener una opinión más detallada sobre su campaña con los resultados del próximo domingo, me han llamado la atención algunos puntos. Por ejemplo, que a pesar de llevar, según ella, una inmensa cantidad de puntos de ventaja sobre Xóchitl, Sheinbaum se ha dedicado a hablar de su contrincante como si le estuviera pisando los talones. A veces la campaña de la candidata del gobierno y del Partido Verde parece la de una candidata que va perdiendo. Si Xóchitl hace una cosa, Claudia la replica. Como en el caso del apoyo de la llamada comunidad cultural. Hasta hace algunos años se pensaba que ese tipo de apoyos en grupo que se manifestaban por desplegados y notas en periódicos generaban adhesiones masivas. Hoy es claro que no dan más votos que los de los firmantes. Sin embargo, sirven para alimentar una discusión pública en un sector bastante limitado en su alcance. Si Sheinbaum tiene veinte o treinta puntos de ventaja, no tiene por qué buscar ‘nota’. Pero bueno, a Xóchitl le anunciaron su apoyo unos 200 miembros de la comunidad cultural y entonces Claudia armó lo propio con 900. Algo verdaderamente ridículo. Claudia ‘espejea’ a Xóchitl, lo cual indica que algo teme, que no quiere que le gane la iniciativa su opositora, lo que es una cosa rara en una supuesta campaña ganadora.

El xochilismo está en su momento de apogeo. La furia antilopezobradorista llena plazas e inunda las redes sociales de insultos y denuncias. Uno de lo grandes logros de López Obrador es el de haber convertido a muchos de sus adversarios en gente igual de mezquina y rencorosa que él. Hemos podido atestiguar que personas que uno consideraba sensatas y mesuradas pierden el estilo completamente si se les acerca el tuiter. Trayectorias respetables e impecables caen en el despeñadero de la decadencia con tal de tuitear y mentarle la madre a los de enfrente. Si la capacidad de odio del Presidente y sus seguidores es enorme, no resulta poca cosa el de sus adversarios, que tienen un arsenal para repartir no sólo al morenismo, sino también para los naranjas de MC. Inexplicablemente de las filas y de la estrategia de la campaña de la alianza opositora se le dedica una enorme cantidad de tiempo y energía a combatir al tercer lugar. Al igual que con Sheinbaum, algo suena raro como para dedicarle tiempo a quien va supuestamente perdiendo. Si en los debates Xóchitl no le dedicó ni una línea al candidato de MC, llama la atención que se le dediquen spots y pronunciamientos furibundos. Dicen que es para buscar el voto ‘útil’ –ese arrogante planteamiento que asume que su voto es más inteligente que el de los que no votan en el mismo sentido–, pero más bien parece un arranque de rabia y desesperación por no conseguir el voto uniforme.

En la campaña de MC la tragedia terminó por marcar una estrategia de alegría y flexibilidad. Por respeto al luto que atraviesa esa estrategia, nos ocuparemos después de algunas de sus contradicciones.

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