Jorge Berry

El triste regreso

El regreso de Donald Trump fue para pronunciar el discurso final en un evento que congregó a lo más radical de la derecha republicana.

El retorno de Donald Trump a Washington pasó casi desapercibido. El expresidente no había vuelto a la capital desde su ignominiosa salida de la Casa Blanca el 21 de febrero de 2021. Su regreso fue para pronunciar el discurso final en un evento que congregó a lo más radical de la derecha republicana.

El discurso en sí, siguió el mismo libreto de sus actos de campaña en 2020. Insiste en la llamada ‘gran mentira’ de que le robaron la elección. Comparó al actual gobierno de Joe Biden con la dictadura cubana. Se erigió como el único posible salvador de la patria ante la amenaza de acabar con Estados Unidos. Un público de cortesanos aplaudía a rabiar. No pude sino recordar los discursos de Andrés Manuel López Obrador cuando perdió contra Felipe Calderón. ¿Se acuerdan que se declaró ‘presidente legítimo’? Trump sigue considerándose presidente.

El discurso trumpiano fue tan predecible que ninguna cadena de televisión de noticias lo trasmitió en vivo; ni siquiera Fox News. Es ya un hecho que Trump intentará ganar la candidatura republicana para la elección general de 2024. Sólo falta el anuncio oficial.

El efecto que han tenido las audiencias del comité investigador de la rebelión del 6 de enero de 2021 empieza a permear en las encuestas. Si bien Trump sigue siendo favorito, los votantes están menos convencidos. Una buena parte de su voto duro empieza a darse cuenta de que arrastra demasiado equipaje político. Además, si gana, le quedarían sólo cuatro años de presidente. Y empiezan a asomarse otros tiradores, como Ron Desantis, el gobernador de Florida, y el propio exvicepresidente Mike Pence.

Otro imponderable que parece cada vez más cercano es la posibilidad de que Trump enfrente cargos criminales. El Departamento de Justicia de Merrick Garland está cada vez más activo en sus investigaciones. El martes nos enteramos de que dos colaboradores muy cercanos de Mike Pence recibieron y cumplieron con citatorios para declarar bajo juramento ante un gran jurado federal. Marc Short, vocero de Pence, y Greg Jacobs, cabeza de su oficina legal, rindieron declaraciones. Ambos tuvieron reuniones críticas con John Eastman y Rudy Giuliani en los días previos al 6 de enero, en que reconocieron que los argumentos legales para desconocer la elección eran totalmente inválidos, pero que Pence de todos modos debía hacerlo.

Una vez más, el martes también, el fiscal general Merrick Garland confirmó en una entrevista en televisión nacional que todos los responsables de intentar impedir la transición pacífica del poder en Estados Unidos serán llamados a cuentas, incluyendo el expresidente Trump, y sin considerar consecuencias políticas posibles. Claro, Garland y sus fiscales tendrán que contar con suficiente evidencia para sustentar los cargos, pero dadas las revelaciones del comité, parece haber amplia evidencia.

Habrá que empezar a evaluar qué tanto impactarán estos temas a las próximas elecciones intermedias de noviembre. Se renueva toda la Cámara baja, y una tercera parte del Senado. A reserva de un análisis más detallado en el futuro, los republicanos peligran seriamente. Eran favoritos para llevarse ambas cámaras hace apenas unas semanas, pero entre las cavernícolas decisiones de la Suprema Corte de Justicia sobre el aborto y el control de armas, los demócratas han recuperado la energía.

Hay que añadir, además, que muchos candidatos trumpianos ganaron sus respectivas primarias, pero son tan radicales en sus posturas que resultan muy vulnerables en una elección general. Los demócratas centrarán sus campañas en el aborto y el control de armas, porque saben que 80 por ciento del electorado aprueba esas posturas, y esperan que los problemas económicos queden opacados. Ésos serán los temas de las campañas, y no los resultados de las audiencias, aunque si Trump es citado por un gran jurado, o peor aún, arrestado, todo puede cambiar.

No se vayan, que esto se pone bueno.

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