Jorge Berry

El aborto

El proyecto de la SCJ ha provocado la furia casi unánime de las mujeres, que ven esto, y con razón, como un enorme retraso del movimiento feminista.

Estados Unidos está siendo cimbrado hasta sus cimientos. Rara vez se ha visto una reacción tan aguda de la sociedad estadounidense ante una noticia. El lunes, el portal político dio a conocer un borrador de una decisión tomada en la Suprema Corte de Justicia que acaba con 50 años de precedente, y abre la puerta para, eventualmente, prohibir de manera absoluta, y sin excepciones, el aborto en todo el país.

Empecemos por el hecho de que en toda su historia, jamás se había filtrado una opinión judicial a la prensa. ¿Quién la filtró? Hay dos teorías: algún empleado de la Corte que, alarmado ante lo radical del documento, sonó la alerta. La otra posibilidad es que, sabiendo la enorme reacción en contra que iba a provocar el documento, alguien decidió vacunar a la Corte para prevenir cambios en el sentido del voto de los magistrados. La opinión fue redactada por el muy conservador ministro Sam Alito, y cuenta con el voto de los otros cuatro magistrados conservadores, que son Clarence Thomas, y los nombrados por Donald Trump, Neil Gorscuch, Amy Coney Barrett y el impresentable de Matt Cavanaugh. Estos últimos tres, en sus audiencias de confirmación, aseguraron que respetarían el precedente fijado hace 50 años por la SCJ, que otorgó a las mujeres el derecho a decidir sobre su propio cuerpo. No lo hicieron. Se derrumba la sentencia más famosa en la historia de Estados Unidos, la legendaria Roe vs. Wade.

Esta decisión, basada en la 9ª y 14ª enmiendas a la Constitución, garantiza derechos iguales a mujeres y hombres, establece la facultad de contraer matrimonio entre miembros del mismo sexo, o de distintas razas, y protege, en general, a todas las minorías.

Por la forma como está redactada la opinión de Alito, todos esos derechos están en riesgo. El razonamiento jurídico que emplea Alito es absurdo. Como parte de la corriente que afirma que la Constitución debe interpretarse de manera literal, Alito alega que el texto de los fundadores no menciona la palabra “aborto” y, por ello, no es legal. La 9ª enmienda afirma, de manera específica, que hay derechos adquiridos no mencionados en el texto original, pero que son igualmente válidos. Expertos constitucionalistas consideran la opinión radical y mal fundamentada, pero si los ministros acaban votándola como está, abrirá la puerta para regresar a Estados Unidos unos 50 años en el tiempo, provocando discriminación racial y de género, y lastimando brutalmente la lucha de las mujeres por lograr la equidad.

La Corte ya confirmó que el documento es auténtico, pero no se sabrá el texto final ni la votación de los nueve ministros sino hasta junio o julio. Eso da tiempo a la oposición de organizarse.

Las encuestas nos dicen que entre 70 y 80 por ciento del país apoya conservar los derechos reproductivos de la mujer intactos. Por el abultado apoyo, muchos son republicanos. Tal vez el ala conservadora republicana cometió un error de cálculo. Parecía inevitable que las elecciones intermedias de noviembre les resultaran altamente favorables. Pero el proyecto de la SCJ ha provocado la furia casi unánime de las mujeres, que ven esto, y con razón, como un enorme retraso del movimiento feminista. La vicepresidenta Kamala Harris salió a denunciar la decisión, y, muy enojada, gritó “no iremos atrás”.

Las senadoras republicanas Lisa Murkowski, de Alaska, y Susan Collins, de Maine, se dijeron engañadas por los ahora ministros Gorsuch, Cavanaugh y Amy Coney, y podrían votar a favor de los demócratas, quienes están preparando un antídoto legislativo a la controvertida decisión, pero será un camino accidentado.

Las mujeres de Estados Unidos están en pie de lucha. Desde la filtración, ha habido manifestaciones masivas en ciudades chicas y grandes. No se hablará de otra cosa en meses. Las fuerzas oscurantistas hicieron la apuesta. Veremos si ganan.

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