Parteaguas

Yo no apostaría a los aranceles

No habrá aranceles del 25% que sean generalizados y duraderos, tarde o temprano regresará aquello del ‘nearshoring’.

¿Ustedes creen que el presidente Donald Trump aplicará aranceles generalizados a partir de marzo*? Si esto fuera un tema de juego yo no apostaría a que habrá aranceles.

Bien por el contrario, mi percepción es que tarde o temprano regresará aquello del ‘nearshoring’. Mi mayor preocupación es la siguiente: no estamos listos para las oportunidades que vienen y Vietnam, como otros países en Asia ajenos a China, pueden llevarse lo mejor de la nueva era de inversión industrial. Ahí está el problema.

A ver, no es que de plano Trump no va a sacar alguna que otra tarifa en contra de México.

Lo hará y como he publicado antes, creo que el mayor riesgo está en los coches. Quienes hacen desde pedacitos de plástico hasta quienes producen frenos y motores, deben estar atentos.

Al gobierno de Trump le urge dar señales de “venganza” a las empobrecidas regiones de Pensilvania y Michigan, llenas de barrios oxidados y vecinos olvidados. Pero anticipo que no habrá aranceles del 25 por ciento que cumplan con la condición de ser generalizados y duraderos.

¿En qué baso mi relativo optimismo? Hablé con economistas de México (busquen a Alejandro Saldaña, del banco Ve Por más), pero lo que más me brinda señales es la posición de los estadounidenses.

Hay un documento que periódicamente muestra lo que les importa en verdad a los dueños de negocios en el país vecino. Ojo, no estoy hablando de grandes empresas, sino de pequeños y medianos emprendedores que opinan para el Libro Beige, “The Beige Book”.

Ese texto divulgado permite saber a quienes trabajan en la Reserva Federal distribuyendo e imprimiendo dólares, cómo está el sentimiento en la banqueta, más allá de sus escritorios y las ventanas de sus edificios.

Su edición más reciente es del 15 de enero, recién comenzado el año, con todo el optimismo que pudo generar Trump con su llegada a la Casa Blanca, y esto fue lo que capturó la Fed:

“Más contactos fueron optimistas sobre las perspectivas para 2025 que pesimistas al respecto, aunque los contactos en varios distritos expresaron preocupación de que los cambios en la política de inmigración y aranceles podrían afectar negativamente a la economía”.

Entre los más preocupados están, precisamente, los habitantes de Filadelfia, en Pensilvania. Pero de Dallas surgieron advertencias que revelan que el impacto de los aranceles ya comenzó, pues esperan golpes en los costos de empresas manufactureras y distintas empresas ya efectuaron alzas en sus productos.

Entre las más grandes, la posición es más transparente: no quieren aranceles. Lo que esperan es más tratados comerciales. La Cámara de Comercio de los Estados Unidos, que agrupa a las compañías más conocidas –entre ellas las automotrices, las petroleras y muchas tecnológicas– se opone tajantemente a la aplicación de tarifas.

Su insistencia, como durante el primer mandato de Trump, es enfocarse en corregir los problemas fiscales de su país. ¿Cómo?

Curiosamente no piden reducir el impuesto sobre la renta, como también quiere hacerlo el presidente estadounidense, sino mantenerla en un promedio de 21 por ciento, pero sí exigen hacer ajustes menores, como permitir una deducción por gastos de investigación y desarrollo.

¿Por qué en ese rubro? Ayer la empresa Finsa, uno de los principales desarrolladores de parques industriales en México, liberó su Índice de Desarrollo Industrial, que pone el foco en lo que urge para quienes quieren operar fábricas en México:

“La adopción de la Industria 5.0 permitirá que México no solo ensamble productos, sino que participe en el diseño, personalización y desarrollo de soluciones tecnológicas que respondan a las necesidades del mercado. Esto impulsará la diversificación de la economía y atraerá inversiones de alto valor”, propuso el documento.

Percibo que muchos directivos en México andan como gallina sin cabeza a la hora de definir qué tecnología establecer, digamos, en materia de automatización o inteligencia artificial. Como que los agarraron en curva.

McKinsey me lo confirmó en un reporte reciente que revela que México sigue atrayendo manufactura de ‘nearshoring’, pero aquella de menor valor agregado, como para hacer ropa, digamos. La de alta tecnología se está quedando en Asia, aunque fuera de China.

Regresando a los aranceles, puedo equivocarme, pues Trump es impredecible. Pero creo que las cosas caerán en su lugar.

Que lo mejor caiga en México depende de los mexicanos y no solo de su gobierno. Hay que estudiar y hay que hacerlo ya.

*Este miércoles 26 de febrero por la tarde, Trump dijo que pospondría para abril la aplicación de aranceles; esta mañana de jueves se contradijo; mi postura es la misma. Su conducta errática suma a esa percepción.

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