Parteaguas

Pueden agarrarnos durmiendo

Unos señalan al presidente Andrés Manuel López Obrador como el responsable del estancamiento en la inversión. Puede ser, en parte.

Sucedió en un tiempo y quizá muchos esperan que regresen esos días.

En ciudades en las que solo producían artesanías, de pronto su gente empezó a construir coches y aviones. En los ochenta, a Celaya la gente iba por cajeta en esas coloridas y casi inviolables cajas cilíndricas de madera. Ahora Guanajuato es una zona manufacturera potente.

En Monterrey prevaleció la cerveza y la carne asada junto al vidrio y al cemento. Dio un giro y desde la década pasada desbancó en relevancia económica a Guadalajara, en parte porque su gente aprendió del negocio financiero.

Las inversiones cambiaron la corriente en el Bajío o en el norte. El dinero vino principalmente de mexicanos que aprovecharon la oportunidad de atender a Ford, Mercedes o Nissan: Grupo Alfa, Nemak, Metalsa, Grupo Kuo, Rassini…

No es lo mejor eso de ser proveedor de grandes compañías en lugar de construir marcas propias, pero es para lo que alcanzó y fue suficiente para cambiar el destino de mexicanos que prefirieron quedarse en México en lugar de buscar aventuras allende la frontera.

En 2015 ese atractivo nacional para traer plantas globales se detuvo, de acuerdo con lo que muestran las estadísticas del Inegi.

Una fuerte razón estuvo en la retórica racista de un presidente estadounidense determinado a obtener capital político a costa de los mexicanos. Donald Trump ganó la presidencia basado en una narrativa que satanizó las inversiones estadounidenses en México. Su propósito tuvo éxito en 2016.

Estamos en 2022, es otro el presidente de los vecinos, otro el partido político y pese a la lógica de que a aquellos les conviene traer a este continente la producción que tenían en China, México no regresa a una era de crecimiento en manufactura, en esas fábricas que solo parecen multiplicarse en Ciudad Juárez. ¿Qué pasa?

Unos señalan al presidente Andrés Manuel López Obrador como el responsable del estancamiento. Puede ser, en parte. Es un hombre incapaz de admitir el error de haber ahuyentado inversiones nacionales y extranjeras.

Pero del otro lado están las grandes empresas mexicanas, cuyos consejos de administración no parecen dar señales de comprensión en torno a una ola llegada por la vía de una nueva generación que arribó al final del siglo pasado. Una evidencia está en la prevalencia de hombres en los asientos de la mesa más importante de la compañía.

Todo, como si la tendencia de ESG (Environment, Social, Governance) se limitara a reglas de un mercado lejano. La realidad es que la ola llegó a Estados Unidos y puede marginar a proveedores que no consideren el riesgo de no adaptarse.

El dinero de Blackrock se dirige a empresas y países que pueden entregar cuentas de su impacto al ambiente, la sociedad y el propio gobierno corporativo de las compañías, que entre otras cosas, deben vigilar la paridad de género. Esta semana cerró dos fondos de inversión relacionados con México.

Hasta la US Chamber of Commerce, la gigante cámara que une los intereses de las empresas estadounidenses, caracterizada por defender a grupos conservadores republicanos, alerta sobre el riesgo de no poner atención sobre el asunto.

“A medida que la SEC (Securities and Exchange Commission) prepara la elaboración de normas propuestas sobre temas relacionados con el medioambiente, la sociedad y el gobierno corporativo (ESG), hay muchos problemas importantes a los que se enfrentan los profesionales de diversas industrias”, informó ese gremio empresarial desde febrero. Eso fue antes de que la SEC liberara su propuesta de reglas ambientales en marzo.

Algunas empresas mexicanas se preparan porque conocen los riesgos y las oportunidades de un mundo que cambia aceleradamente y no solo en el ámbito digital.

América Móvil, de Carlos Slim, detalla en sus reportes los riesgos que se avecinan, como la mayor demanda de aire acondicionado en sus instalaciones. Bimbo advirtió desde hace tiempo de un aumento en el costo de las materias primas por el cambio del clima.

¿Qué tanto hacen en la Concamin o en Canacintra por alertar a sus miembros de la adaptación a nuevas normas? De eso depende en parte regresar a México a la senda de atracción de inversiones.

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