Parteaguas

Viene un cisne verde, advierte Carstens... otra vez

Lo que se hable en Green Swan 2022 se reflejará en asuntos tan cercanos como las Afore, obligadas a considerar criterios ESG en sus inversiones.

No digan que él no avisó. El exgobernador del Banco de México y ahora coordinador de todos los bancos centrales del mundo, está llamando a una suerte de misa para fin de mes… una en la que la gente probablemente no querrá escuchar lo que va a decirse.

¿Los asistentes? Los bancos que generan o imprimen euros, dólares, pesos y el resto de las monedas, para repartirlas a todos los grupos financieros.

El término usado por Agustín Carstens con el que convoca al encuentro es ‘Green Swan 2022′, Cisne Verde, brillante color usado por el gerente general del Banco de Pagos Internacionales (BIS) para referir el reto más grande que tiene una humanidad que por cuenta propia se metió en líos y ahora espera el golpe de una ola venida del cambio mundial del clima.

La raíz del nombre del evento parte de El Cisne Negro, un libro de 2007 escrito por el ex operador de opciones Nassim Nicholas Taleb, que refiere el gran impacto de lo altamente improbable. Eventos raros e impredecibles, como la vigente pandemia.

De ahí tomaron el título los autores del documento El Cisne Verde, Banca Central y Estabilidad Financiera en la Era del Clima, publicado en 2020 por Patrick Bolton, Morgan Despres, Luiz Awazu Pereira Da Silva, Frédéric Samama y Romain Svartzman, auspiciados por el BIS y el Banco Central de Francia.

Viene un golpe. No saben aún de qué dimensión, pero muy probablemente más grande que el COVID-19.

El año pasado, Carstens usó la referencia para convocar a la primera edición de esta advertencia: “Cómo puede el sector financiero en la práctica tomar medidas inmediatas contra los riesgos relacionados con el cambio climático”.

Fue en ese encuentro transmitido por videoconferencia en el que los banqueros centrales hablaron de que el impacto del cambio climático ya no está en el futuro. Ya empezó y solo va a acelerarse.

Recuerden los bosques quemados en California, los ductos congelados en Texas, los pueblos alemanes devastados por lluvias o el arribo de toneladas de sargazo a playas otrora blancas en las costas de Quintana Roo. Todo en menos de 24 meses.

En el encuentro de 2021, una de las mujeres más respetadas en el mundo de los bancos, Christine Lagarde, del Banco Central Europeo, lanzó una alerta: los activos de los bancos se deterioran, pierden valor y eso representa un riesgo sistémico para los grupos financieros.

Los hoteles y otros bienes, como la infraestructura energética que los bancos tomaron en garantía, se deterioran o simplemente salen de operación en un menor tiempo, su devaluación se acelera y el respaldo del dinero que depositó la gente, se debilita.

Ante la circunstancia, noten el cambio del discurso que anteriormente refería un posible giro para evitar el golpe:

“¿Cómo adaptar las operaciones de un banco central a un mundo más caliente?”, convoca a discutir un panel conformado por Fernanda Guardado, del Banco Central de Brasil; LÜ Zheng, del Banco de China; Ivan Odonnat, del Banco de Francia; Tokiko Shimizu, del Banco de Japón y James Talbot, del Banco de Inglaterra.

Los miembros de una mesa redonda conversarán públicamente en torno al rol de las finanzas durante la ‘transición climática’ y en ésta estarán representados la Comisión Europea, el Standard Chartered Bank, el Deutsche Bank, la London School of Economics y Emmanuel Faber del International Sustainability Standards Board, cuya presencia anuncia la posibilidad de revelar el modelo bajo el cual todas las empresas que cotizan en bolsa pronto habrán de reportar su impacto al medioambiente, la sociedad y el gobierno corporativo de las empresas (ESG) por sus siglas en inglés.

El infaltable Al Gore, ex candidato presidencial estadounidense, actualizará a quien quiera escucharle sobre lo que él ha advertido desde el inicio del Siglo XXI y que ahora ha puesto al mundo en una fase remedial.

El impacto de lo que ahí se hable habrá de verse en asuntos tan cercanos como las Afore, obligadas por ley a considerar y transparentar los criterios ESG en sus inversiones.

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