Parteaguas

Las tribunas ya pueden comprar equipos

Técnicamente la tecnología del ‘blockchain’ vino a permitirlo. Esta semana surgió un caso ejemplar de la nueva economía llevada al deporte.

Tal vez si compran en el estadio solo la mitad de las cervezas de siempre, podrían ahorrar para terminar como dueños de su escuadra.

Es toda una leyenda este ejemplo. El Atlante actual juega contra equipos como Leones Negros o los Venados de Mérida. Puede estar a mejor precio en estos días, respecto a los caros equipos de la primera división.

El Atlante tiene afición y hasta hoy su tribuna –como todas– está limitada a ver lo que otros hacen con el equipo. Ahora se vale soñar, con un ligero ajuste del destino, ustedes podrían terminar comprando éste u otro plantel y tomar decisiones. La tecnología del blockchain –técnicamente– vino a permitirlo. Va el contexto.

Esta semana surgió un caso ejemplar de la nueva economía llevada al deporte.

Hace cinco años, el músico afroamericano Ice Cube lanzó una nueva liga de basquetbol llamada BIG 3 que incluye a jugadores de la NBA y otros procedentes de competencias internacionales.

Llena estadios, pero no es del nivel del máximo circuito y sus juegos no se transmiten en México.

Hay reglas distintas, entre otras, la de permitir que solo tres jugadores entren a la cancha por equipo, a diferencia de los cinco requeridos por la liga que llevó a la fama a Michael Jordan. Es como el callejero 21 que se juega en parques mexicanos, un formato que ya se practicó en los Juegos Olímpicos y repetirá en París 2022.

Entre los equipos participantes de esta nueva categoría estadounidense están Killer 3s, que hoy tiene como entrenador a Charles Oakley, histórico jugador de los Chicago Bulls.

Ayer, BIG 3 anunció que la comunidad de NFT más grande de Solana, DeGods, acordó comprar 25 ediciones Fire-Tier de los NFT de Killer 3s.

¿Qué significa todo eso? Conviene explicar cada término.

Los NFT (Non Fungible Tokens) son documentos digitales. Cada uno es una fila de dígitos irremplazable que vive en un universo de computadoras y servidores.

En otro contexto, esa fila suele asociarse con imágenes que algunos llaman obras de arte. Entre las colecciones más conocidas respaldadas en NFT está la del Bored Ape Yatch Club, caricaturas de chimpancés que seguramente han visto si tienen cuenta de Twitter.

Cantantes, deportistas, actores y otros individuos han comprado esas imágenes respaldando su propiedad en la huella digital que es un NFT.

Éste había sido su uso más común y una plataforma muy utilizada es la de Ethereum.

Pero para la compra deportiva en cuestión, los NFT están basados en Solana, que promete más rapidez y transacciones más económicas.

La compra de un NFT de imagen o en este caso, de participación en un equipo deportivo, es sencilla.

Requiere solamente de entrar a sitios web como el de Open Sea y hacer una transacción, que en lo sustantivo no es muy diferente a una compra en Amazon. Los precios individuales de cada transacción están en un rango de entre 5 mil y 25 mil dólares (100 mil o 500 mil pesos) para tener acceso a equipos de BIG 3.

Los compradores se convierten en dueños del equipo de Killer 3s y obtienen, además de poder de decisión, jerseys distintivos que incluyen el nombre de DeGods, la comunidad que los identifica como compradores. También, oportunidades especiales de compra de boletos o souvenirs.

“Los equipos BIG 3 no se han organizado en torno a ubicaciones geográficas, por lo que en lugar de ser de una ciudad o estado, nuestros equipos van a representar comunidades. Los DeGods traen una base de fanáticos diversa, muy activa y con visión de futuro a nuestra liga”, dijo el cofundador de BIG 3, Jeff Kwatinetz, un exejecutivo de empresas de espectáculos. ¿Hay riesgo? Siempre con los criptoactivos, que pueden perder valor.

Lo de BIG 3 supera los alcances de Socios.com, una empresa que a través del blockchain de Chiliz, ofrece tokens de equipos como el Barcelona FC, para ‘certificar’ a los miembros de su club de aficionados.

La cadena de bloques pretende la democratización de todos los sistemas, incluso los deportivos. Técnicamente, las barras ya pueden comprar equipos –si sus actuales dueños ven ahí una oportunidad– y esto es solo una parte de esta revolución.

COLUMNAS ANTERIORES

¿A Carstens ya le gustó la Blockchain?
Una acción de Tesla vale 2 mil 700 pesos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.