Parteaguas

AMLO rara vez habla de coches

‘El crecimiento sólido en nuevos proyectos para instalar plantas solares y eólicas se detuvo a partir de 2019, por la llegada de un gobierno’

Salvo por la fama de aquél Tsuru o del Jetta con el que llegó al Palacio, el presidente, rara vez toca el tema de los coches en sus discursos.

No es fácil verlo enfundado en un casco recorriendo una fábrica, lo que sería irrelevante si México no fuera una potencia exportadora de automóviles. El país brincó de nada, a estar entre los primeros 10 y de ahí, al “top 5″, durante este siglo.

Hace tiempo, platiqué en una conferencia con alumnos de administración en una universidad y les pregunté qué exporta México. Alguien por allá dijo petróleo, otro, aguacates, y uno más habrá dicho tequila.

Acertaron todos, aunque la relevancia de esos tres productos juntos es muy pequeña comparada con los automóviles y camiones que en valor, significan un tercio de las exportaciones mexicanas.

El lío es que esas ventas están en riesgo, y con éstas, miles de empleos en Querétaro, Guanajuato, Nuevo León, Chihuahua, Baja California, Sonora, Coahuila…

¿La razón de la zozobra? Que los mexicanos producen coches a gasolina o a diesel, y los europeos, estadounidenses y asiáticos, al parecer ya no los quieren.

“Por qué el futuro automotor es eléctrico”, así tituló un estudio en septiembre la poderosa consultora neoyorquina McKinsey.

Un gráfico incluido en el reporte es revelador. Reporta que en 2019, las piezas de motor, transmisión y fuel injection representaban el 26 por ciento de las autopartes en el mercado mundial de la producción automotriz.

Ahí puede entenderse el enfoque de gigantes como el regiomontano Grupo Alfa, en esa parte de la manufactura.

Para el final de esta década, ese negocio solo ocupará el 11 por ciento del total global.

¿Cuál estará en el primer lugar de acuerdo con la tendencia actual? El dedicado a coches “verdes”: transmisiones híbridas (de motor de combustión y eléctrico); baterías e inversores; sensores… ¿Por qué no hay empresas nacionales poderosas en esos ámbitos?

La duda me la resolvió en parte Harald Gottsche, CEO y Presidente de BMW Group Planta San Luis Potosí.

Los fabricantes se aseguran de que toda la cadena de suministro (todos los proveedores) que participe en la producción de un automóvil híbrido o eléctrico, use energías limpias.

No tiene sentido, me expuso, ofrecer un automóvil sin emisiones, hecho con energía sucia.

¿Qué tanta energía limpia puede garantizar hoy México? Poca.

El crecimiento sólido en nuevos proyectos para instalar plantas solares y eólicas se detuvo a partir de 2019, por la llegada de un gobierno poco proclive al capital privado y por el arribo de una pandemia que interrumpió las cadenas de suministro.

Pero hay algo de optimismo, pese a esa información. Proviene de la misma BMW.

Esta semana anunció la incorporación del nuevo M2 a su línea de producción, que solo será fabricado en la planta mexicana de esta compañía, instalaciones ubicadas en San Luis Potosí. Ahí arman también los modelos BMW Serie 3 Sedan y BMW Serie 2 Coupé. Casi todo va al extranjero.

Empezaron en 2019 con 25 mil coches producidos y su meta es cerrar 2022 con 90 mil unidades saliendo por las puertas de ese complejo con capacidad máxima de 175 mil vehículos anuales.

BMW es de Alemania, una nación enfocada en eliminar su dependencia de los combustibles fósiles que le compran a Rusia. Sus empresas tienen la misma misión.

¿Cómo hace la BMW para aumentar su producción sin recibir cuestionamientos de su corporativo en casa? Con la instalación de sistemas propios fotovoltaicos que le surten una potencia superior a 5 megawatts, que cubren sus necesidades de energía.

No todas las automotrices querrán pagar esos costos para venir y preferirán quizás ir a producir a Texas o a California.

Porque ya no es solo Alemania. El documento de McKinsey es citado en la iniciativa de la Securities and Exchange Commission, para que las empresas estadounidenses midan y revelen sus emisiones. El gobierno estadounidense ya exige que las bajen.

México, si quiere coches, debe hacer su trabajo para cambiar el suministro eléctrico nacional a un sistema de energías renovables. Con hidroeléctricas no alcanza.


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