Parteaguas

La ‘mala suerte’ petrolera de AMLO

En sus tres años de gobierno, el equipo de López Obrador en Pemex no consigue aumentar la producción de manera relevante.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, intervino ayer indirectamente en el mercado de las gasolinas para bajar su precio y avisó que va por la autosuficiencia energética por el bien de su país. El precio del petróleo cayó de inmediato.

Paralelamente, visita México el responsable de reducir el impacto de las emisiones en el país vecino, John Kerry, Enviado Especial para el Clima en Estados Unidos.

¿Qué vino a decir en su segunda visita, en solo dos meses? ¿Podrían reducir las compras de petróleo a México y con ello adelantar en mal momento al presidente Andrés Manuel López Obrador su aspiración de parar exportaciones? ¿Justo ahora, con estos altos precios de 100 dólares?

Hay que ir por partes y dar contexto. A Felipe Calderón le tocó una bonanza que ya no regresó y que alguna vez AMLO quizás imaginó bajo su control.

Cuando fue presidente el panista, los precios internacionales rondaban 80 dólares por barril y las exportaciones a Estados Unidos superaban 1.5 millones de barriles diarios.

Hagan cuentas. Eran días de más de 100 millones de dólares que entraban diariamente a México, solo por vender una materia prima.

Comparen eso con la suerte petrolera de López Obrador. En sus tres años de gobierno, su equipo en Pemex no consigue aumentar la producción de manera relevante, los clientes al norte no compran ya ni un millón de barriles diarios y si bien estos días son de precios altos, en promedio han girado en torno a 40 dólares.

Todo cambió en una década. Hoy, Cantarell es irrelevante, México ya no está entre los 20 países petroleros más relevantes del mundo y Estados Unidos que apostó al fracking, es la nación con la mayor producción de todo el planeta.

Allá necesitan menos proveedores y acaso requieren algunos todavía por su amor a los ocho cilindros y al aire acondicionado a 16 grados, costumbres que Kerry combate. Si el proyecto ambientalista de Biden se concreta, Estados Unidos debe reducir –no aumentar– su consumo, justo cuando produce más petróleo en casa.

Ese vuelco que dio el mundo ya está presente en los ingresos petroleros nacionales.

Lo que vio de lejos el actual presidente mexicano fue que de 2006 a 2008, el gobierno cobró en términos reales por la vía de la Secretaría de Hacienda casi 5.6 billones de pesos por dinero proveniente del crudo, de acuerdo con reportes de Finanzas Públicas (3 billones en pesos corrientes).

Durante los tres años de 2019 a 2021, a la Hacienda lopezobradorista llegaron 2.9 billones de pesos (2.7 billones en pesos corrientes) por la misma vía de ingresos petroleros.

Al grano: por este concepto, los mexicanos durante la administración de López Obrador han recibido 2.7 billones de pesos menos, que durante los tres primeros años de la presidencia de Calderón.

En dólares, equivalen a unos 120 mil millones que de haber llegado, hipotéticamente, pagarían sin problema los proyectos del Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el aeropuerto Felipe Ángeles, la infraestructura transístmica… y sobraría para vacunas y medicinas.

Esto es independiente de la política. En 2008 Pemex tenía todavía a su alcance una economía mundial en bonanza, un yacimiento Cantarell potente y precios de más de 130 dólares por barril que no han regresado ni con el ataque ruso de Vladimir Putin a Ucrania.

Ahora estamos en 2022 con una crisis por pandemia que no termina, a la que se sumó la inestabilidad provocada por una guerra en Europa y un gobierno federal mexicano que confronta en lugar de impulsar la inversión privada.

El futuro del negocio no es precisamente promisorio. El presidente Joe Biden presiona fuerte en una campaña ambientalista que margina el consumo de combustibles fósiles.

Ayer pidió a su Congreso aprobar una iniciativa de ley para acelerar la transición a energías renovables y en lo que eso sucede, pidió liberar un millón de barriles diarios de petróleo de reservas estratégicas que el Departamento de Energía guarda en cuatro depósitos gigantes subterráneos.

Al norte, tendrán petróleo de sobra. El país pierde en este rubro a su mejor cliente.

A AMLO le urge uno nuevo, el que tiene a mano está hecho en México y una opción es venderle crudo convertido en gasolina, a un precio ‘razonable’.

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