Parteaguas

Esto está grave, ya se subieron las cementeras

Cemex asegura que cada kilo de cemento que entrega requirió 15 por ciento menos emisiones respecto a 1990; para 2025 la baja debe ser de 35 por ciento.

Quien esté libre de culpa, que tire el primer ladrillo, pero de su casa. Lo que nos enseñaron es que deben hacerse con cemento y acero para que duren. Así deben de ser las habitaciones y los edificios en China, en Estados Unidos y en México.

El problema está en que el cemento, el concreto y el acero que suelen combinarse en estas obras requieren de romper suelo y montañas para obtener la materia prima, calentarla quemando lo que esté a la mano y entonces ya, que cada quien vaya por su costal o pida a domicilio su ‘olla revolvedora’.

No tendría mayor relevancia el proceso si ayer no hubiera salido la ONU a aguar la fiesta. Hacer todo eso sumado a lo que hacen todos al pisar el acelerador o comprar desechables, tiene el mayor costo de todos.

“Los científicos están observando cambios en el clima de la Tierra en todas las regiones y en todo el sistema climático, según el último Informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), publicado hoy”, advirtieron sus participantes, científicos que hoy en México como en Estados Unidos parecen devaluados por políticos y filósofos de cafetería que lo saben todo.

En días en los que todos tienen otra información, los datos de verdad parecen irrelevantes.

Los que pueden comprobar los miembros del IPCC –que es parte de la Organización de las Naciones Unidas en la que participa México– advierten de lo siguiente:

“Habrá olas de calor cada vez mayores, estaciones cálidas más largas y estaciones frías más cortas. A dos grados centígrados de calentamiento global, los extremos de calor alcanzarían con mayor frecuencia umbrales de tolerancia críticos para la agricultura”.

Ahora mismo, dicen, ya pasamos del aumento de un grado centígrado en promedio, de ahí que no parece haber escape del calor en las ciudades. Llegar a los 1.5 grados parece inminente e inevitable. Lo único que podría resolverse es no llegar a los dos grados en donde cabría un mexicanísimo ‘ya valió’.

Si ustedes tienen edad suficiente para pensar que van de salida, descuiden. El problema es para quien hoy tiene menos de 30 años de edad. Para sus hijos, tal vez.

Líderes de acereras y cementeras, conscientes de la gravedad del asunto (y de que sus empresas podrían ‘derretir’ su valor si no hacen algo) ya fomentan planes de contingencia, antes de que el mundo se les vaya encima, literalmente en este caso.

En Cemex, la responsabilidad de este trabajo cae en los hombros de Vicente Saisó.

Él difunde que cada kilo de cemento que entrega la compañía requirió 15 por ciento menos emisiones que aquellas requeridas en 1990. Para 2025, que está a la vuelta, la baja debe ser de 35 por ciento.

Su promesa es que con todo lo que hacen desde ahora, para 2050 su concreto debe ser ‘net zero’, un término cada vez más frecuente en reportes financieros. Dicho de otro modo, significa que lo que produzcan de gases que dañen el planeta durante su producción, será equivalente a los gases dañinos que retiren de la superficie terrestre y de la atmósfera.

¿Cómo harán eso? Esta empresa en particular cuenta por ejemplo los combustibles que ya no consume de Pemex y los cambia en sus hornos por desechos que ya no llegan a rellenos sanitarios. Llantas, zapatos, y la combustión de casi todo lo que pueda quemarse sustituye el uso de gas natural o al coque en un tercio de la producción.

Luego, se ocupa de poner fin al destino del bióxido de carbono que esa quema genera de cualquier modo con inversiones como la que hizo en Carbon Clean, una empresa de reciente lanzamiento que posee una tecnología para capturar ese desecho industrial.

En una tesitura similar está GCC o Grupo Cementos de Chihuahua, a cargo de Enrique Escalante, que es otra compañía que participa tanto en México como en Estados Unidos.

Su meta es llegar también al ‘net zero’ en su concreto para 2050, haciendo parada en 2030 con una baja de 22 por ciento en sus emisiones de CO2.

Hace tiempo que el tema de sustentabilidad salió de las oficinas de la planta baja, para ubicarse en el centro de las finanzas que controla el CFO en el consejo de administración. Ya no es solamente un asunto de árboles, sino de viabilidad de las empresas y de la gente.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.

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