Parteaguas

Ellos invierten en México 17 millones de dólares cada dos días

¿Cómo es posible que en un año en el que el crecimiento económico de México no alcanzará siquiera para regresar a los niveles de 2019, haya gente que apuesta de este modo?

Hasta julio, la cifra rondó mil 800 millones de dólares solamente en lo que va de 2021.

Son dólares dirigidos a empresas recientemente nacidas en México, muchas de las cuales probablemente ya consiguieron plasmar un logo dentro de las apps del smartphone de cada quien.

Los datos los recopiló Nazca, compañía dedicada justamente a conseguir capital e invertirlo en emprendimientos con características muy particulares. Entre otras, que sean ‘escalables’, un término acuñado desde hace años justamente por administradores de fondos de capital y que representa su interés en crecimientos exponenciales y rápidos.

Nazca, dirigida por Héctor F. Sepúlveda y Jaime Zunzunegui, es una parte importante de ese ecosistema y entre las compañías en las que invirtió se encuentra Jüsto, que ofrece la venta y entrega de productos frescos y despensas a domicilio usando precisamente una aplicación. ¿Quién más puso dinero en Jüsto? Los accionistas de Bimbo, a través de Bimbo Ventures, y de FEMSA, de Femsa Ventures.

Piensen en las posibilidades que se abren para un fabricante de pan y para el dueño de los OXXO al invertir en una plataforma eficiente de entregas en casa.

Pero es solo un ejemplo. El monto de capital en juego no se limita a este caso, de acuerdo con Nazca, el ritmo de inversión en startups mexicanas promedia una recepción de 17 millones de dólares cada 48 horas para todas éstas, de acuerdo con el documento titulado Insights México H1 2021, publicado por esta corporación.

Suena raro. ¿Cómo es posible que en un año en el que el crecimiento económico de México no alcanzará siquiera para regresar a los niveles de 2019, haya gente que apuesta de este modo? Además, es dinero que viene de todos lados, no solamente de las fortunas nacionales.

Solamente los fondos mexicanos invirtieron 2 mil 312 millones de dólares en 2020, de acuerdo con cifras de la Amexcap. Al ritmo que subraya Nazca, este año superará la cifra previa.

La razón se resume en buena medida en una palabra: sustitución. Al margen de filias y fobias, la mexicana es una economía que ronda un billón (one trillion) de dólares anuales. Los habitantes del país no están necesariamente contentos con los servicios que reciben en el supermercado, en el cine, en el banco, en la escuela o en el resto de los establecimientos que les atienden.

Si surgen servicios más eficientes, es posible que opten por estos y un flanco débil de la economía tradicional está justamente en los servicios financieros.

Por eso, de acuerdo con datos de Nazca, buena parte del dinero está puesto en empresas fintech o de tecnología financiera que resuelven, por ejemplo, la recepción de pago con tarjeta en cualquier lado, usando un celular. No obstante, todavía hay espacio para invertir unos 788 millones de dólares más, solamente en este rubro.

El cálculo surge de extrapolar lo ocurrido en Estados Unidos, en donde las startups financieras recibieron capital equivalente aproximadamente a 2.5 por ciento del valor de ese negocio en el país vecino. En México solo han invertido en este sector menos de 1.5 por ciento de lo que vale el mercado nacional. Y es el más beneficiado.

El país parece empezar casi de cero en educación, en comercio electrónico (Amazon o Mercado Libre no resuelven todas las necesidades específicas de los mexicanos), en salud, energía eléctrica, seguros, comercio de inmuebles y transporte.

En todos esos negocios, lo invertido hasta el momento representa menos de medio punto porcentual de lo que valen esos mercados respectivamente, revela el documento de Nazca.

Parece entonces que las oportunidades son enormes y las cifras expuestas pueden generar en ustedes FOMO (fear of missing out), un término escuchado frecuentemente en el ambiente de las startups. Es una sensación de ansiedad por perderse una coyuntura.

Pero entre quienes invierten también crece el interés de hacer un discernimiento entre riesgos aceptables y fiascos descarados de quien aprovechando la tendencia, sube sin razón el precio de invertir en una compañía naciente.

Lo más importante es que finalmente, el ecosistema de capital privado mexicano madura. Es una buena noticia ante la carencia de estrategias que atraigan inversión de otra índole.

El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.

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