La semana pasada, una abogada recorrió la Ciudad de México con ánimo de hacer una invitación.
Su nombre es Flavia Santoro, graduada por la Pontificia Universidad Javeriana, una institución privada de Bogotá, que para mayor referencia, está ubicada a una cuadra de un OXXO. Ella preside una oficina gubernamental dedicada a atraer inversiones de todo el mundo a su país. Esa dependencia lleva por nombre Procolombia y alguna vez habría competido en esa tarea con el desaparecido Proméxico.
En este país en donde sirven agua de horchata y de jamaica, ella ya no tiene que insistir mucho. Entre los mexicanos que más le escuchan están los productores de un fruto instalado en el corazón nacional: el aguacate.
Convence a quien les escucha de que el colombiano es el mejor recibido en Europa, por ende, ese país del sur del continente está bien instalado en el tercer lugar mundial de producción de este vegetal, en un ranking todavía encabezado por connacionales que de a poco se llevan semillas a aquella nación.
Pero no son solamente los aguacateros los que acuden al llamado.
La consultora internacional PwC lanzó el mes pasado el resultado de su Encuesta Global de CEO de PwC a la que responden directores de compañías establecidas en México.
Esta reveló en su edición 24 que dentro de las perspectivas de crecimiento para estos líderes, fuera del territorio nacional destaca Estados Unidos y en segundo lugar Colombia.
Esta nación ya había aparecido en segundo lugar en 2020, pero en una posición compartida con Brasil, país que en el apetito de estos personajes este año aparece en cuarto lugar, después de Canadá. Hoy, uno de cada cuatro directores generales instalados en México tiene en mente Colombia; el año pasado era uno de cada cinco.
Los nombres de las empresas que ya invirtieron allá son bien conocidas:
Grupo Bimbo, Cemex, Orbia (Mexichem), Grupo Salinas, Alsea, Deacero y FEMSA, que acumula años de participación con conocidas tiendas de conveniencia y sus marcas Coca Cola.
Antes de la pandemia, la nación sudamericana alcanzó un ritmo de crecimiento superior a 3 por ciento en su economía. Solamente en 2019, las inversiones mexicanas en ese país sumaron 506 millones de dólares.
En 2020, el Producto Interno Bruto de ese país cayó 6.8 por ciento pese a estímulos fiscales y económicos lanzados por su gobierno, lo que al menos evitó un desplome del nivel de la economía mexicana que se deslizó más de 8 por ciento.
El FMI espera que este año Colombia crezca 5.1 por ciento y que para 2022 recupere lo perdido con un aumento estimado de 3.2 por ciento. Parte de ese crecimiento se debe a apuestas de extranjeros.
Las inversiones mexicanas allá sumaron 6 mil 362 millones de dólares durante la década pasada, de acuerdo con cifras del gobierno colombiano que calculan en 134 millones lo que llegó incluso durante el complicado 2020. De 2015 a la fecha esas inversiones se centran en negocios de telecomunicaciones, software, materiales de construcción, turismo y el negocio farmacéutico.
Viva Aerobús, la aerolínea dirigida por Juan Carlos Zuazua, anunció vuelos directos de Ciudad de México a Bogotá a partir de agosto, y la líder nacional, Volaris, a cargo de Enrique Beltranena, prepara arribos desde distintas posiciones en Centroamérica.
México parece responder. Ayer, empresas turísticas anunciaron en conjunto inversiones por 2 mil 500 millones de dólares en proyectos para Quintana Roo, Yucatán, Jalisco y Baja California Sur, de acuerdo con información del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, en el inicio de un evento del que aquí hablé antes. https://bit.ly/3gGUwsU
El reto es evitar que esos anuncios de gran dimensión se vuelvan atípicos en una economía que hasta 2015 anunciaba unos 3 mil millones de dólares anuales provenientes solamente de la industria automotriz. A las oportunidades que otros dejan pasar no solo está atenta Colombia, que ya colecciona varios tratados de libre comercio. El mundo se mueve, y ahora más rápido.
El autor es director general de Proyectos Especiales y Ediciones Regionales de El Financiero.