Entorno Económico

Línea del FMI: con 'F' de flexible

Es poco probable que se utilice la LCF que el FMI otorgó a México. El Ejecutivo ha dejado clara su reticencia a acceder a endeudamiento o crédito de organismos multilaterales.

Hace ya más de diez años que el Fondo Monetario Internacional otorgó líneas de crédito flexible a algunas economías emergentes. Desde el inicio, tal facilidad de crédito pretendía otorgar un voto de confianza al acreditado, al reconocer que la elegibilidad dependía del buen manejo de política y de la presencia de un sólido marco macroeconómico. Su bajo costo y ausencia de compromisos de apego a un esquema determinado de política fueron también parte de sus virtudes. En el camino, varias economías optaron por la disminución paulatina y, en un caso, su posterior cancelación. Dichas economías beneficiadas son Chile, Colombia, México, Perú y Polonia. A continuación, profundizo en tres particularidades asociadas con tal línea de crédito, las cuales seguirían siendo clave para los meses siguientes.

Primero, una de las principales fortalezas de la línea de crédito flexible (LCF) fue desde un principio su factor de señalización. Es decir, una de sus principales virtudes no era su ejecución sino su asignación y mantenimiento. Constituía un voto de confianza al quehacer de política económica del acreditado en cuestión y una poderosa señal de herramental adicional en caso de recrudecimiento de condiciones económicas/financieras. En particular, la relevancia de la línea se entendía dentro de un escenario de riesgo donde se ameritará un reforzamiento en la provisión de divisas.

Segundo, con el paso del tiempo, la conveniencia de seguir contando con la línea de crédito pudo haber sido cuestionada. En la medida en que varios de los países que contaban con ella fueron disminuyendo su monto o cancelándola en reconocimiento de un clima de menores riesgos, algunos de los todavía acreditados se preguntaban por la conveniencia de conservarla -se temía que su mensaje mutara de fortaleza a signo de debilidad. Intuyo que México no estuvo exento de este dilema y ha venido reduciendo el monto de la LCF.

En el caso de México, la LCF vigente fue sucedida el pasado 22 de noviembre por un plazo de dos años y un monto en aquel momento equivalente a 61 mil millones de dólares (mmd) -monto paulatinamente reducido desde 86 mmd vigentes en noviembre del 2017 y 74 mmd desde noviembre de 2018.

Tercero, la LCF revela una renovada preeminencia en la actual coyuntura de ensanchamiento de déficit públicos y patrones de incremento en deuda alrededor del mundo. Resulta que en el camino llegamos a pasar por alto una de las principales virtudes de la LCF: su flexibilidad para atender una amplia gama de necesidades. Esto nos lo recordó el gobierno colombiano a finales de la semana pasada. Colombia optó no sólo por solicitar el incremento de la línea en 6.2 mmd para sumar un total de 17.2 mmd, sino que también anunció que usará 5.2 mmd para apoyar directamente sus cuentas fiscales del presente año.

Es en este punto donde la importancia de la LCF se refresca y refuerza la señalización como herramienta para hacer frente a las contingencias, más allá de los requerimientos de divisas ante un escenario de presión en los balances externos.

¿Es relevante la LCF para México? Sin duda, sobre todo su factor de señalización. ¿Es factible que sea utilizada de la forma en que lo hará Colombia? Lo dudo. El ejecutivo ha dejado claro su reticencia a acceder a endeudamiento o crédito de organismos multilaterales. En todo caso, y como desde un principio, es mejor contar con un amplio abanico de posibilidades que ser percibido demasiado vulnerable a los escenarios de riesgo.

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