Entorno Económico

Lo que sí sabemos de 2022 (parte 2)

Confiar ciegamente en los pronósticos económicos, sin considerar que son escenarios sujetos a un amplio intervalo de incertidumbre, es un verdadero acto de fe.

Retomando mi objetivo de hablar de 2022, reconozco que confiar ciegamente en los pronósticos económicos, sin considerar que son escenarios sujetos no solo a supuestos muy particulares sino a un amplio intervalo de incertidumbre, es un verdadero acto de fe. En este sentido, extiendo mi reflexión de la semana anterior y escribo de lo que sí sabemos de 2022 -elementos anclados por simples principios aritméticos o de sentido común-. A continuación, tres elementos relacionados con la inflación, el crecimiento económico y la política monetaria.

Primero, no existe respuesta visible a la pregunta de qué tan transitorias terminarán siendo las actuales presiones inflacionarias. Podemos seguir identificando sus causas, debatiendo su duración y planteándonos la posibilidad de que algunos efectos sean permanentes. No obstante, la aritmética nos revela algunos puntos de referencia o anclas analíticas claras. En México, y en ausencia de un nuevo choque en sentido inverso a las presiones vigentes en precios, será difícil suponer un drástico regreso de la inflación hacia el objetivo de Banxico.

Por ejemplo, si suponemos un año ‘aburrido’ con variaciones mensuales en el INPC similares a los de la mediana de los últimos 10 años, la inflación descendería en 2022 de manera paulatina y alcanzaría apenas un nivel ligeramente inferior a 4 por ciento al cierre del año. Por el contrario, si los precios al consumidor observaran presiones mensuales similares a las de 2021, no habría margen de descenso por debajo de 7 por ciento.

Segundo. En lo que respecta al crecimiento económico, no es aventurado esperar un nuevo año con avance en el Producto Interno Bruto (PIB) en México. Lo anterior debido a que, aunque supusiéramos que la economía mexicana volviera a su estado de estancamiento prepandemia (2018-2019), la variación anual sería cercana a 1 por ciento al comparar 2022 con 2021. Por el contrario, si la economía regresara al ritmo promedio de expansión trimestral del último ciclo económico, el PIB crecería ligeramente por debajo de 3 pr ciento -supuesto muy osado desde mi punto de vista, pero cercano al pronóstico del consenso de analistas.


Tercero. En términos de política monetaria, y a pesar de las preocupaciones vigentes en los mercados respecto de la autonomía del Banco Central, se antoja muy difícil un cambio de perfil ‘alcista’ en las decisiones de la Junta de Gobierno en términos de tasas de interés de referencia. Lo anterior debido al menos a dos razones. Uno, las presiones inflacionarias no ceden y sus causales no parecen empezar a apuntar a la reversión drástica de dichas presiones.

Dos, Banxico tendrá que seguir a la Reserva Federal en su ajuste al alza en la tasa de referencia durante el año, de no hacerlo los mismos mercados financieros se encargarán de empujar a Banxico a la acción -nadie quiere ver un proceso de ajuste desordenado en los mercados tendiendo como contrapartida un ajuste contraproducente en toda la curva de rendimientos gubernamentales y depreciatorio en el peso mexicano.

Hasta aquí al menos tres elementos clave que deberían proveernos de un ancla conceptual para el año que comienza y que llaman a una evaluación crítica de los pronósticos económicos de gobiernos, corredurías y organismos multilaterales para el presente año.

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