Entorno Económico

Un empujón al futuro laboral en EU

Las mayores tasas de desempleo se encuentran en el sector de servicios, lo cual habla de la sustitución de trabajo calificado por su contraparte de capital automatizado.

El mercado laboral continúa ajustándose en EU, mostrando una mejoría gradual. No obstante, dicha mejora cada vez luce más pausada y heterogénea, en medio de una problemática suigéneris: los incentivos parecen no ser suficientes como para disuadir a cierto sector de reincorporarse a la fuerza laboral. En este contexto, opto por enfocar mi atención en los incentivos del lado de la oferta para migrar hacia una nueva mezcla en el uso de los factores de la producción. Especialmente en el sector laboral donde algunas vacantes continúan sin general interés suficiente.

Por el lado de los grandes números, el desempleo en EU ha descendido desde niveles cercanos a 15 por ciento observados la primavera de 2020, tras la primera ola de contagios de Covid-19, hasta niveles próximos a 5 por ciento en septiembre de 2021 -aunque todavía por arriba de los niveles cercanos a 4 por ciento en la prepandemia-. Por su parte, el empleo (medido por la nómina no agrícola) ha recuperado la gran mayoría de los empleos perdidos (casi 20 millones) en abril de 2020, aunque se mantiene cerca de cinco millones por debajo de los niveles impresos en los meses inmediatamente previos a la pandemia.

No obstante, la problemática del mercado laboral no está solamente focalizada en aquellos que forman parte de la fuerza laboral (en búsqueda activa de trabajo), sino en todos aquellos que no han podido ser disuadidos para regresar a la fuerza de trabajo. Basta recordar que existen poco menos de dos millones de personas a las que el contexto de la pandemia los mantiene todavía fuera de la fuerza laboral (y que, por ende, no pueden ser contabilizados como desempleados al no encontraste en búsqueda activa de trabajo).

A septiembre, por egrupo de trabajadores, continúan mostrando las mayores tasas de desempleo afroamericanos (7.9 por ciento) e hispanos (6.3 por ciento), usualmente empleados en el sector servicios requiriendo bajos niveles de capacitación/especialización. Más aun, en términos de aquellos que no se han reincorporado a la fuerza laboral (de los casi dos millones arriba citados), casi 700 mil pertenecen a estos dos grupos citados.

Volviendo al tema de las habilidades y preparaciones, entre quienes todavía no han podido ser disuadidos de reincorporarse a la fuerza laboral, casi 70 por ciento no son graduados. Justo este es el sector que ocupa mi reflexión.

Mientras que ajustes salariales y beneficios al alza no han podido disuadir a algunos trabajadores de regresar a la fuerza laboral, a pesar de que en muchos casos los beneficios ligados a la pandemia han sido suspendidos; se aceleran dinámicas que podrían significar un cambio estructural en consolidación.

Me refiero a que mientras los costos laborales sufren presión, los empleadores se ven en la disyuntiva de integrar en sus evaluaciones de costos la opción de moverse hacia un nuevo equilibrio con un uso más intensivo de capital respecto a trabajo.

Estoy hablando aquí de la aceleración en la sustitución de trabajo no calificado por su contraparte de capital automatizado (por ejemplo, estaciones de autoservicio, autocobro, etcétera). Es justo este fenómeno el que pudo haber sufrido un ‘empujón’ derivado de la pandemia y sus efectos y, en consecuencia, acelerado la necesidad de replantear el futuro de millones de trabajadores a nivel global.

El fenómeno podría presentarse de manera más clara en el mundo desarrollado, con un peso económico mucho más concentrado en el sector servicios, respecto a sus contrapartes emergentes. No obstante, no debe olvidarse que muchas economías emergentes y manufactureras ya enfrentan transformaciones ligadas también a la migración hacia mayor intensidad en el uso del capital. No perdamos de vista este proceso.

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