Entorno Económico

¿La inflación nos debería preocupar?

Las presiones al alza en precios que hemos venido observando tienen características que no deberían ser obviadas por los mercados financieros.

Desde luego hay varios enfoques desde los cuales se podría responder la pregunta, sobre todo a la luz de la publicación de una secuencia de datos del índice de precios al consumidor superiores a lo anticipado. Opto por enfocarme en las implicaciones para la política monetaria y, por ende, en si necesariamente la evolución reciente de la inflación debería llevar a la Junta de Gobierno de Banxico a plantearse la necesidad de modificar su sesgo de política de uno ‘paloma’ (con inclinación por los recortes en la tasa de referencia) hacia uno ‘halcón’ (preocupado por las presiones al alza en precios y dispuesto a elevar la misma tasa).

Comienzo por reconocer los puntos en los que concuerdo con algunos de los miembros de la junta. En particular, coincido en tres ideas. Primero, la inflación no está fuera de control, aún observando que en la primera mitad de abril ya se ubicaba por arriba de 6 por ciento a tasa anual.

Segundo, hay un efecto de ‘acarreo estadístico’ que explica la joroba inflacionaria actual (aportando al menos 300 puntos base a la inflación anual en el segundo trimestre 2021) y que se desvanecerá gradualmente a partir de mayo.

Tercero, Banxico no debería responder a presiones inflacionarias explicadas por efectos estadísticos o choques de oferta, siempre y cuando no se contaminen las expectativas o se ponga en riesgo la convergencia de la inflación en el horizonte de efectividad.

No obstante lo anterior, y dejando de lado la existencia de un ‘acarreo estadístico’ o efecto aritmético en el comparativo anual, las presiones al alza en precios que hemos venido observando tienen otras tres características que no deberían ser obviadas por los mercados financieros.

En primer término, vale la pena observar que las presiones al alza en precios observadas recientemente no son exclusivas del efecto estadístico. En las variaciones quincenales, donde no influye tal efecto, es claro que subsisten presiones al alza asociadas al choque en precios relativos (bienes/servicios), a los precios de la energía y a los provenientes de un nuevo choque en precios de agropecuarios. Lo anterior explica que la inflación acumulada (tampoco influida por el efecto aritmético anual) en lo que va de 2021 se encuentre casi 200 puntos base por arriba de un año ‘típico’ (mediana de variaciones quincenales en los últimos 10 años).

En segundo lugar, las expectativas de inflación del sector privado ya no anticipan la convergencia de la inflación al objetivo que espera Banxico tan pronto como a principios de 2022. Las expectativas de inflación del consenso (Encuesta Citibanamex) para los cierres de 2021 y 2022 (previo al citado dato de inflación de la primera mitad de abril) ya se encuentran 60 puntos base por arriba de los pronósticos de Banxico en ambos casos. Así, conviene revaluar el grado de tolerancia a tal desvío entre proyecciones oficiales y expectativas privadas.

En tercer término, si los pronósticos de inflación de Banxico (publicados en su más reciente informe trimestral) pretenden ser una herramienta de transparencia en cuanto a cómo opera la función de reacción del Banco Central, ¿qué debería hacer Banxico ante lo siguiente?: las cifras recientes de inflación sugieren que la realidad ya ha superado a esos pronósticos con un promedio de inflación para Q2 que ya apunta más hacia un 5.5 por ciento que a un 4.5 por ciento (pronóstico Banxico) y algo similar para los trimestres siguientes en términos de diferencias -suponiendo ausencia de nuevos choques negativos en actividad o que afecten sensiblemente los precios a la baja.

Desde luego, en particular el punto número tres es discutible, pues depende de proyecciones propias y supuestos específicos (ausencia de choques a la baja en precios). No obstante, creo que se abren dos opciones claras para el Banco Central. La primera sería modificar al alza sus estimados y por tanto retrasar la convergencia de inflación a su objetivo (estimada para principios de 2022) sin ajuste de política monetaria. La segunda, que creo es por la que se optará, tendría dos etapas: una de cambio de lenguaje hacia uno más preocupado por la inflación tan pronto como en el siguiente comunicado (mayo) para después efectuar un ajuste moderado en la tasa de referencia con la finalidad de fortalecer credibilidad y contener expectativas de inflación.

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