La Nota Dura

'No perdonamos ni olvidamos'

Nada ha cambiado a 12 meses de un Ejecutivo indignado por monumentos intervenidos; hoy las mujeres se sienten más inseguras y los casos jamás se resuelven.

Hace un año escribí una dolorosa columna. Fue a finales de agosto de 2019 y contaba la tragedia de una niña que vive en el municipio de Tezontepec de Aldama, Hidalgo. La historia la conocimos todos, porque la periodista Nayeli Roldán nos la contó en Animal Político. Le refresco un poco la memoria.

"La niña era hija de Mónica (un nombre cualquiera para cuidar la identidad de la verdadera madre), una mujer de 36 años que trabaja como empleada doméstica y estudia la preparatoria abierta. La pequeña asistía a la primaria del pueblo con la única esperanza de ser de esa minoría en el municipio que termina la educación básica. En marzo de 2018, llegó a la escuela donde estudiaba la menor el maestro Juan N., se hizo cargo del grupo de primer año de primaria y siguió con los mismos alumnos cuando pasaron a segundo. En abril de 2019, la niña comenzó a tener pesadillas y una noche le contó a su madre lo que le hacía el maestro a ella y a otras tres compañeras del salón: 'Fue después del 14 de febrero, mami', dijo la niña". La periodista de Animal Político cuenta el momento del abuso: "A nadie en la escuela le pareció raro que Juan N. moviera su escritorio a una esquina al fondo del salón de clases y pusiera videos a los alumnos durante las clases, pero ahora cobra sentido. Mientras los alumnos sentados observaban la pantalla al frente, él llamaba a alguna de sus alumnas para sentarla en sus piernas. 'Yo me quería soltar, mami, pero él me apretaba fuerte las manos. Fueron cinco veces, mami', le contó la pequeña". La madre escuchó la historia y, por consejo del pastor de la iglesia cristiana a la que asiste, acudió a la escuela a denunciar el hecho. El agresor ni siquiera lo negó, tanto la directora como el supervisor de la escuela le sugirieron denunciar penalmente tras la reacción del profesor.

Mónica se enfrentó a la impunidad, a la justicia a la mexicana. La jueza del Tercer Circuito de Tula, Xóchitl Rodríguez Camacho, decidió que Juan N. no fuera vinculado a proceso, y que fuera dejado en libertad. Él se fugó. Un año después sigue prófugo. Porque así lo permitió la jueza.

Traigo este recuerdo vivo al presente porque me recuerda la historia de Marcela Alemán, madre que se amarró la semana pasada a una silla de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, buscando justicia contra los agresores sexuales de su hija de cuatro años. Y pienso en el dolor de miles de familias en este país y en el dolor que le causa al Presidente ver cuadros de Francisco I. Madero intervenidos por colectivos feministas y criticar la protesta legítima de un grupo de mujeres contra los feminicidios y la violencia de género.

Hace un año, la columna que contaba la historia de la pequeña hija de Mónica se tituló "Que Beatriz Gutiérrez Müller nos conteste"; nunca lo hizo, no contestó. Hacía un llamado a la escritora y esposa del Presidente, porque por agosto de 2019 también había señalado que no le parecían correctas las pintas de grupos feministas a monumentos de la Ciudad de México: "Yo no pienso que haya derecho de una protesta a dañar un inmueble histórico, por más razón que tenga quien proteste", dijo Gutiérrez Müller. Hoy otra vez estamos en la infértil discusión y siguen violando niñas y jóvenes y asesinando a 11 mujeres al día. Nada ha cambiado a 12 meses de un Ejecutivo indignado por monumentos intervenidos, hoy las mujeres se sienten más inseguras y los casos jamás se resuelven. La impunidad goza de cabal salud.

Esta semana fue la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, después será la Fiscalía, otra vez Palacio Nacional y no pararán porque nos lo recordaron fuerte y claro: "No perdonamos ni olvidamos".

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