La Nota Dura

La época más violenta

Javier Risco escribe que las cifras sobre seguridad deben ser un punto de partida para generar análisis microrregionales que sean tiros de precisión en la creación de políticas públicas.

Hace tres semanas, el diario El País publicó un interesante reportaje titulado "Matar y morir en Ciudad de México"; en este trabajo, el periodista Elías Camhaji escribía un mosaico sobre la violencia homicida en la capital y contaba la historia de cuatro asesinatos: el de Paola, una trabajadora sexual asesinada en el coche de un cliente; el de Martín, secuestrado, torturado y acuchillado; el de Jerzy, un joven de 16 años levantado en la discoteca Heavens y descuartizado junto a otros 12 jóvenes, y, por último, la historia de Gustavo, un adolescente de 15 años que "jaló el gatillo y mató a un traficante rival en un ajuste de cuentas".

Este trabajo, que proviene de un estudio de México Evalúa, nos acercaba a historias de impunidad y a trágicos finales de una ciudad en la que se mata de manera cotidiana porque se puede sin consecuencias.

Ayer, en el blog de Nexos 'Paréntesis', hecho por la organización Data Cívica, Adrián Lara y Carolina Torreblanca responden con DATOS a la pregunta: ¿Estamos en la época más violenta de la CDMX?

Dejando a un lado los supuestos y sustentando cada afirmación con cifras, el panorama que dibujan es trágico, pero comprensible si se ve como un fenómeno nacional. A continuación, algunos datos contundentes:

–El Sistema Nacional de Seguridad Pública señala que la tasa promedio de investigaciones por homicidios para la CDMX, en los últimos 21 años, ha sido de 8.7 investigaciones por cada 100 mil habitantes. Este año la tasa llegó a 13.9, por lo tanto, 2018 es el más violento para la Ciudad en términos de homicidios dolosos.

–Sin embargo, esta tasa, aunque ha crecido en los últimos años, es mucho menor a la media nacional; la tasa de investigaciones por homicidios en el resto de las entidades federativas ha alcanzado de manera respectiva las 24.61 y 25.56 investigaciones por cada 100 mil habitantes.

–En 2016, la tasa de investigaciones por robos sin violencia alcanzó un máximo histórico: 680 investigaciones por cada 100 mil habitantes –la más alta desde 1997–. A partir de entonces esta tasa no ha dejado de crecer, por lo que en 2018 se espera una tasa aproximada de 916 investigaciones por robos sin violencia por cada 100 mil habitantes.

–En el caso de los robos con violencia, por cada 100 mil habitantes, la CDMX reporta, en promedio, 361 investigaciones más que el resto entidades federativas.

La pregunta planteada se responde afirmativamente: sí, vivimos en la época más violenta de la Ciudad de México, aunque estamos alejados de la violencia criminal de otras regiones del país –aunque esa no es la pregunta.

El estudio sirve como un punto de partida necesario para el gobierno entrante de Claudia Sheinbaum; una guía para sustentar la percepción, pero también para saber dónde estamos parados: ¿Cómo crear políticas de seguridad basados en estos números?

Las cifras sobre seguridad no deben ser sólo aquella señal de alarma, sino un punto de partida para generar análisis microrregionales que sean tiros de precisión en la creación de políticas públicas para combatirlas.

Además de dar una fotografía nítida de la ciudad, también exploran los problemas de las alcaldías, y los focos rojos de una ciudad que ha entrado en una ola de violencia nacional.

¿Qué te dice del trabajo de una corporación el que sepan con claridad que un cuadrante tiene un incremento de incidencia de delitos? ¿No tendría que ser una muestra suficiente para empezar por evaluar a quienes tienen la responsabilidad de la seguridad de ese pedazo de ciudad? ¿Por qué no hacemos de esa fotografía un llamado a la acción?

Es momento de que este diagnóstico se vuelva algo más que una imagen al que se le da uso político .

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