Javier Murillo

¿Hasta no ver no creer?

Ante el avance de la tecnología, en un futuro vamos a necesitar un escudo que nos proteja de amenazas como el Deepfake, comenta Javier Murillo.

En 1997 tuve mi primera cuenta de correo electrónico: javiermurillo@yahoo.com y recuerdo que mi contraseña fue “houston”. Era tan incipiente el uso de la internet y en consecuencia el del llamado “email”, que durante un buen tiempo no tenía a nadie en México a quién enviarle correos electrónicos. Hoy en día, cuando tengo la osadía de dejar desatendido mi correo durante una hora y regreso a ver mi bandeja de entrada, tengo mínimo 10 correos importantes que debo atender.

Eran épocas felices, pre antivirus, en las que podíamos abrir correspondencia digital y dar clic a cualquier enlace, o abrir cualquier archivo que nos enviaban. La mayor preocupación que teníamos era cuidar quién estaba detrás de nosotros, al abrir el archivo de Power Point, por si a algún amigo se le ocurriera enviarnos contenido inapropiado. La viralización de contenido se hacía a través de las célebres, y hoy olvidadas, cadenas de correo electrónico.

Comparado con esa etapa del internet, lo que hoy vivimos parece ciencia ficción. Imaginen conmigo el siguiente escenario que hoy es realista. Un “Godínez” del área administrativa de cualquier empresa, recibe una llamada telefónica, identifica el teléfono de su jefe; contesta y escucha la voz de su jefe presa de la preocupación; le dice que antes de irse olvidó transferir dinero al nuevo proveedor y necesita que la haga. Ahora imaginen que el jefe no está por teléfono, sino que lo están viendo y escuchando en una videoconferencia.

Y si resulta que todo eso era una creación de la tecnología llamada Deepfake, tanto de audio como de video, que han sido posible gracias al desarrollo de tecnologías sofisticadas de aprendizaje automático y que han evolucionado a pasos agigantados en los últimos años. No hay defensa humana, la mayor parte de nosotros hubiera caído en la trampa, por eso la única defensa tendrá que ser tecnológica.

En el futuro vamos a necesitar un escudo que nos proteja de este tipo de amenazas. Si nos quejamos de que hoy el antivirus reduce nuestras capacidades computacionales, para proteger este tipo de amenazas, muy pronto vamos a necesitar equipos o dispositivos computacionales alternos para proteger nuestra computadora en la que trabajamos y de paso, nuestra integridad.

COLUMNAS ANTERIORES

La silenciosa amenaza de la desinformación digital
Meta, bajo ataque por demanda colectiva

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.