Opinión de Gustavo Tomé

De la crisis a la plataforma: cómo los mercados impulsan el crecimiento empresarial

El acceso al mercado no es un fin en sí mismo, es una herramienta de transformación. Una herramienta que convierte a las empresas en plataformas y a los empresarios en mejores gestores.

A lo largo de mi carrera he tenido que responder muchas veces a la misma pregunta: ¿para qué salir al mercado de capitales? La respuesta parece sencilla, pero no lo es. Porque en realidad el mercado te da muchas más cosas que dinero. Te da orden, te da transparencia, te obliga a profesionalizarte, a ponerte frente al espejo y reconocer qué está bien y qué no. Y cuando uno es empresario, sabe que esa claridad a veces duele, pero casi siempre conviene.

Lo vimos claramente durante la pandemia. De un día para otro, las oficinas dejaron de llenarse, los hoteles se vaciaron y los centros comerciales enfrentaron el mayor reto de su historia reciente. Al mismo tiempo, el costo del dinero se disparó y los instrumentos tradicionales se cerraron. ¿Cómo sobrevivir a un entorno así? Para nosotros, la respuesta estuvo en el mercado de capitales. Al ser emisores, tuvimos la flexibilidad de replantear portafolios, de reconocer que había activos que ya no tenían el mismo sentido y de redirigir esfuerzos hacia sectores con mayor potencial, como la logística y los parques industriales. Esa capacidad de reordenar, que parece un lujo, fue posible porque estábamos ya en un esquema de disciplina y transparencia.

El mercado también nos permitió acceder a financiamiento internacional en momentos. No es lo mismo negociar deuda bilateral con un banco que tener la posibilidad de estructurar emisiones ajustadas a tus necesidades. Y eso, en medio de la incertidumbre, fue una ventaja decisiva.

Pero quizá lo más valioso no fue la liquidez, sino las oportunidades de crecimiento inorgánico. Cuando uno entiende cómo funcionan las valoraciones entre activos privados y públicos, puede ver con claridad dónde están las oportunidades. Comprar una emisora completa, integrarla, mejorar márgenes con la misma estructura administrativa y, con ello, generar más valor para todos los inversionistas. Eso es lo que convierte un portafolio en una verdadera plataforma. Una plataforma que ya no depende solo de ampliaciones de capital, sino que atrae coinversiones, socios estratégicos y vehículos específicos que confían porque pueden ver con transparencia qué se está haciendo.

Ahora bien, ¿vale la pena salir al mercado? Mi consejo es que sí, pero con cuidado. Hay que elegir bien el momento. Una salida en medio de valuaciones deprimidas puede ser un error costoso. Pero si el timing es el correcto, el mercado se convierte en un socio estratégico. Y aquí quiero subrayar algo que mencioné durante mi participación en el panel “Key Sectors Leading Investment Amid Global Trade Shifts” organizado por BIVA, en el marco del “BIVA DAY NYC 2025”: acceder al mercado no significa perder el control de la empresa. Significa profesionalizarla.

Con frecuencia me encuentro con familias empresarias que desconfían de abrirse. Piensan que alguien más tomará decisiones que antes solo estaban en su mesa. Pero lo cierto es que muchas veces un tercero profesional, con la experiencia adecuada, puede hacer un mejor trabajo. Yo mismo he tomado la decisión de no presidir una emisora que controlamos, porque entendí que había alguien mejor preparado para esa responsabilidad. Y si la prioridad es maximizar valor para los inversionistas, lo más honesto es dejar que el más capaz lo haga.

El mercado de capitales no es un competidor ni un enemigo; es una plataforma para crecer. Sí, obliga a la transparencia, pero eso es lo que genera confianza. Sí, refleja la volatilidad, pero también te da información real y objetiva sobre tu empresa. Y sí, exige disciplina, pero esa misma disciplina es la que te permite escalar.

Hoy, en un entorno global incierto, con tasas que cambian, con cadenas de suministro que se reacomodan y con nuevos hábitos de consumo que transforman sectores enteros, tener orden, flexibilidad y escala es fundamental. Y esas tres cosas son justamente las que el mercado de capitales puede ofrecer.

Por eso, mi conclusión es sencilla: el acceso al mercado no es un fin en sí mismo, es una herramienta de transformación. Una herramienta que convierte a las empresas en plataformas y a los empresarios en mejores gestores. Y en tiempos donde la única constante es el cambio, esa puede ser la diferencia entre resistir la tormenta o quedarse a la deriva.

En definitiva, el mercado de capitales además de financiar empresas, también profesionaliza regiones enteras y eleva los estándares de nuestros negocios frente al mundo. Esa es la verdadera apuesta.

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