Contracorriente

Bien por BBVA, pero…

BBVA reportó buenos resultados de enero a septiembre de este año; bien para el banco, pero no puede decirse que hayan sido en beneficio de la economía y el desarrollo de México.

Entre enero y septiembre de este año, el corporativo BBVA ganó 4.842 millones de euros, que obtuvo de sus operaciones en México, América del Sur, España, Estados Unidos, China, Italia y Turquía; de esas utilidades, informó Onur Genc, consejero delegado del BBVA, el mercado mexicano aporta 2.964 millones de euros, es decir, 53 por ciento, mientras que España lo hace con 27 por ciento y la región sudamericana, con 11 por ciento.

Las utilidades totales del sistema BBVA crecieron 46 por ciento en los primeros nueves meses de este 2022, aunque las que obtuvo de México lo hicieron en 65 por ciento, muy por arriba de las que lograra cualquier otro de los grandes bancos que operan en nuestro país. Sin duda, México es mucho más importante para el banco que España y Sudamérica juntos.

Bien por los resultados para el banco español, pero no puede decirse lo mismo de la economía y el desarrollo social del México.

El hecho de que nuestro país le aporte al sistema mundial BBVA la mayor parte de sus ganancias, no significa que hayan crecido exponencialmente sus operaciones en apoyo de mayores inversiones o del consumo, ni que su eficiencia sea excepcional en estas latitudes; indica, llanamente, que sus servicios bancarios y financieros son más caros aquí que en otros países.

Aunque la situación es bien conocida por la Auditoría Superior de la Federación, la Condusef, la Comisión Federal de Competencia Económica y desde luego, por cualquier usuario de sus servicios, el Banco de México no ejerce los mecanismos regulatorios con que cuenta a partir de la reforma financiera de 2014.

La ley para la Transparencia y Ordenamiento de los Servicios Financieros tiene por objeto “regular las Comisiones y Cuotas de Intercambio relacionados con los servicios financieros y el otorgamiento de créditos”, con el fin de garantizar la transparencia, la eficiencia del sistema de pagos y proteger los intereses del público.

Manda esa ley en su artículo 4, capítulo II, que el “Banco de México emitirá disposiciones de carácter general para regular las tasas de interés, activas y pasivas, comisiones y pagos anticipados y adelantados de las operaciones que realicen con sus clientes”.

El instrumento es bueno, pero como tantos otros, es letra olvidada; se agrega en el mismo artículo 4 que, “en ejercicio de las atribuciones que le confiere este artículo, el Banco de México regulará las comisiones y tasas de interés, así como cualquier otro concepto de cobro de las operaciones celebradas por las Entidades Financieras con Clientes”.

México es el paraíso de los bancos extranjeros, que obtienen en nuestro país utilidades que ni en sus matrices se igualan. Aquí operan con márgenes de intermediación financiera que promedian 8 por ciento, cuando en Chile y en España -por ejemplo- lo hacen con 1.6 por ciento (ASF, 2017).

Nuestro país es quizás el único del mundo cuyo ahorro y crédito son administrados mayormente por bancos extranjeros, que además han logrado formar, entre los cuatro más grandes, encabezados por BBVA y Banorte, un auténtico monopolio (controlan más de 96 por ciento de la clientela bancaria) en un sector cuyo funcionamiento es de importancia crucial para el crecimiento económico y el desarrollo social.

Utilidades bancarias demasiado elevadas afectan nuestra economía y desarrollo al encarecer la inversiones productivas, al reducir la capacidad de consumo de sus clientes y de los que no lo son, que también tienen que pagar sobreprecios financieros por sus consumos.

En estos tiempos de inflación, los altos márgenes de intermediación y comisiones bancarias son un factor que eleva los precios de una gran variedad de productos y servicios. Por eso extraña que el gobierno haya liberado controles sanitarios de los alimentos para abatir costos a las empresas firmantes del Paquete Contra la Inflación y la Carestía, y que deje pasar los elevados costos financieros y crediticios que afectan a toda actividad económica.

Un acto de soberanía nacional sería igualar tasas y comisiones bancarias en nuestro mercado con los niveles internacionales, lo que estimularía las inversiones empresariales, la capacidad de consumo de nuestro mercado interno y contribuiría a un efectivo control de la inflación.

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