Contracorriente

Cualquier cambio con EU sería positivo

La integración de nuestra economía a la estadounidense es irreversible, pero quizá pueda corregirse la ruta que sigue desde 1994. ¿Qué ofrece y que reclama AMLO a Washington?

El discurso que López Obrador pronunció en el marco de la reunión de cancilleres de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) con motivo del aniversario 238 del natalicio de Simón Bolívar, ha sido criticado por algunos columnistas como una provocación a Joe Biden, el presidente estadounidense.

Son ganas de distorsionar la verdad. Ciertamente el presidente se refirió al intervencionismo estadounidense en América Latina desde el siglo XIX hasta la actualidad, con lo que reafirmaba el propósito central del mensaje, que es que México pertenece a la región económica norteamericana pero demanda que tal pertenencia la entienda Estados Unidos con sentido de cooperación y respeto a nuestro país y a toda Latinoamérica.

La integración de nuestra economía a la estadounidense es irreversible, pero quizá pueda corregirse la ruta que sigue desde 1994, marcada por pérdidas incontables para México en áreas tan estratégicas –a las que ningún país soberano renuncia– como generación de energía; el manejo del ahorro y crédito, ahora casi todo en manos de bancos extranjeros; la producción suficiente de alimentos; la minería y los ferrocarriles, por mencionar unas cuantas.

El mayor beneficiario de tales pérdidas es el capital transnacional, pero no es el principal responsable. Lo son las autoridades corruptas del PRIAN que lo negociaron en su momento, y una élite empresarial beneficiada.

¿Qué le ofrece y que le reclama AMLO al gobierno de Washington?

El presidente fue enfático en que Norteamérica se enfrenta en una competencia productiva y mercantil a otra región del mundo encabezada por China, la cual va en tendencia ganadora. Para México, dijo López Obrador, “lo mejor sería fortalecernos económica y comercialmente en América del Norte y en todo el continente (…) ser eficientes, creativos, fortalecer nuestro mercado regional y competir con cualquier país o con cualquier región del mundo”.

El cambio de enfoque que pide AMLO para lograr mejores resultados, es que el desarrollo de la región se “planee conjuntamente”. Lo ideal –¿utopía?, se pregunta AMLO- sería que entre los tres países se establecieran objetivos muy precisos de inversión, en política laboral, de protección al medioambiente y que se reconociera que la fuerza de trabajo que les falta a EU y a Canadá la puede aportar un flujo migratorio ordenado.

De concretarse semejante coordinación económica, México perdería lo que algunos consideran su ‘relación privilegiada de los últimos treinta años’ con EU, en la que sólo crecieron las exportaciones de muy pocas empresas, las que no formaron cadenas de valor con proveedores nacionales. Todo quedó en una economía principalmente maquiladora.

La disyuntiva no sería entre integrarnos ‘plenamente’ (Salinas, Fox) a Estados Unidos o estar a la defensiva en el intento de seguir políticas que tropiezan con deficiencias económicas y urgencias sociales.

Sin el horizonte de los ideales no se llega a ningún lado, remata López Obrador. El problema de nuestro tiempo es que con el neoliberalismo se renunció en Occidente a los ideales en política económica para dejar que los mercados dieran la pauta del desarrollo y en consecuencia, los ideales se confrontan hoy por hoy con la lógica implacable del mercado, con la del poder económico hiperconcentrado y con su influencia política.

De cualquier manera, vale la pena plantear cambios en las relaciones económicas con Estados Unidos y Canadá, como es la planeación conjunta del desarrollo regional, cooperación entre los tres países para subsanar asimetrías, el ordenamiento de los flujos migratorios, la estrategia de seguridad (el fin del Plan Mérida) y la sustitución de la OEA por un organismo que no sea sumiso a EU. En cualquier medida en que ocurrieran, serían cambios favorables a México.

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