En el espejo de Washington

Trump: la fuerza contra los amigos

El castigo a India por comprar petróleo ruso barato es doblemente extraño si se observa que Washington no ha tocado a Moscú con medidas de igual magnitud.

La amenaza de Donald Trump de imponer 50% a las tarifas a bienes importados desde India es un cañonazo en plena cubierta del barco de las alianzas internacionales. A ojos de cualquier análisis clásico de geopolítica, raya en lo disruptivo y lo irracional: un líder que dispara no contra los enemigos que acechan, sino contra los compañeros de viaje que sostienen el timón del orden global.

Japón, Australia, Corea del Sur e India han sido durante décadas columnas de mármol en la arquitectura de contención frente a China y Rusia. La Casa Blanca, sin embargo, los maltrata como piezas prescindibles de un tablero comercial, no como contrapesos estratégicos indispensables.

El caso de India es particularmente ilustrativo. En Nueva Delhi, la medida se interpreta como un castigo político disfrazado de represalia económica. Como ha señalado en el New York Times, “la tarifa del 50 por ciento, de la cual la mitad corresponde al castigo por la compra de petróleo ruso por parte de India, se espera que dañe a numerosos exportadores indios que en conjunto emplean a millones de personas. La medida podría fracturar la creciente relación económica entre Estados Unidos e India, donde dos tercios de las mayores corporaciones estadounidenses tienen operaciones externas.

El arancel también socava la estabilidad de miles de millones de dólares de inversión extranjera en el mercado bursátil indio, el cuarto más grande del mundo.”

Adicional al impacto económico, está un severo golpe que abolla el escudo que Narendra Modi ha intentado forjar con paciencia y cálculo, consistente en tejer alianzas con todos y, al mismo tiempo, declararse radicalmente neutral. India había logrado caminar sobre esa cuerda floja: con Washington en defensa, con Europa en tecnología, con Rusia en energía y con el sur global en causas comunes. Trump mostró que basta un manotazo para romper ese equilibrio.

El analista indio Brahma Chellaney lo resume con claridad: “Trump castiga a India por ejercer autonomía estratégica. El resultado: debilita a un socio democrático clave, justo cuando más se necesita para contener a China y Rusia”. Por su parte, Raja Mohan advierte que esta bofetada “erosiona la idea de India como pivote confiable; si Washington trata a Nueva Delhi como a un adversario más, los incentivos para sostener el equilibrio entre Este y Oeste se desvanecen”.

Fareed Zakaria coincide con ellos y subraya que la fuerza de Estados Unidos no ha radicado solo en su músculo económico o militar, sino en el magnetismo de sus alianzas. El soft power multiplicaba su alcance porque sus amigos confiaban en él. Al usar la fuerza contra los amigos, Trump no solo rompe platos en la mesa, sino que riega el tepache (en este caso el lassi).

Lo más inquietante es la soberbia del bully que reparte golpes a diestra y siniestra porque se cree invulnerable. Es un poder que se sostiene más en la amenaza del daño que puede infligir que en la promesa del bien que puede construir.

Si Estados Unidos se permite pelear con India, ¿cómo podrá después garantizar que lo que aún llamamos Occidente tenga defensas firmes en ese punto geoestratégico fundamental? El matón puede arrancar concesiones en el corto plazo, pero siembra resentimientos que lo aíslan.

El castigo a India por comprar petróleo ruso barato es doblemente extraño si se observa que Washington no ha tocado a Moscú con medidas de igual magnitud. Es como castigar al fumador de droga y dejar libre al narcotraficante. La señal es clara: la molestia para Trump parece ser la autonomía india más que la agresión rusa.

Y aquí se abre un riesgo mayor para nuestro país: si Estados Unidos pierde punch en Asia y desilusiona a Europa, el músculo de pelea y conquista puede querer flexionarse más cerca de casa. México, Canadá, Panamá, Venezuela e incluso Groenlandia.

Para México, esta posibilidad es alarmante. Somos el socio más expuesto a los cambios de humor en Washington. Una Casa Blanca que pierde influencia en Asia podría buscar reafirmar su fuerza con sadismo hacia los distintos temas de la agenda bilateral.

Lo que confirma la amenaza arancelaria a la India es que Trump no busca aliados, sino subordinados. Zakaria lo sintetiza con precisión: el poder estadounidense no radicaba en su capacidad de imponer, sino en su capacidad de convencer.

La pregunta entonces es inevitable: ¿realmente el “America Alone” —más que el America First— es bueno para el mundo en el largo plazo? La respuesta es un NO contundente; el costo puede ser inmenso: pérdida de confianza, debilitamiento del bloque democrático y un espacio abierto para potencias autoritarias, el propio Estados Unidos consolidado como una de ellas.

Guido Lara

Guido Lara

CEO Founder LEXIA Insights & Solutions.

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