Perspectiva Global

Más sobre ChatGPT

Tener un chatbot que pueda responder preguntas hechas en lenguaje natural humano sobre cualquier tema, cualquier idioma y en tiempo real, es posible gracias a avances tecnológicos.

La semana pasada escribí brevemente sobre ChatGPT. Traté de ofrecer una explicación básica de lo que es este chatbot, de ‘chat’ y ‘robot’, así como algunas aplicaciones (“ChatGPT”, 20 de junio). Pero hoy quiero complementar la columna de la semana pasada con tres aspectos que me parecen interesantes sobre el tema: (1) ¿Qué es lo que permite que hoy tengamos esta herramienta? ¿Por qué no tuvimos algo así antes, hace 5, 10, 20 o 72 años que se escribió el primer programa de Inteligencia Artificial?; (2) ¿Es un ‘buscador’ como Google, pero ‘avanzado’?; y (3) algunas aplicaciones más.

(1) ¿Qué es lo que permite que hoy tengamos esta herramienta? Tener un chatbot que pueda responder preguntas hechas en lenguaje natural humano sobre casi cualquier tema y en casi cualquier idioma y en tiempo real, es posible gracias a tres avances tecnológicos: (a) Poder computacional. Las computadoras han ido avanzando significativamente en cuanto a velocidad. Si bien la ‘Ley de Moore’ (1965) establece que el poder computacional se duplica cada dos años. En este sentido, de acuerdo con Tech Monitor, ChatGPT ‘corre’ en ‘una computadora’ con poco más de 285 mil núcleos en su Unidad Central de Proceso (o CPU por sus siglas en inglés), con 10 mil unidades de procesamiento de gráficos (GPU) y con una conectividad de 400 gigabytes por segundo por cada unidad gráfica GPU. Se escucha impresionante, pero ¿Qué tanto es? Le pregunté a ChatGPT y esto fue lo que contestó: “…la computadora en la que funciona ChatGPT es una computadora de alta gama con características y requisitos específicos construida para llevar a cabo tareas complejas de procesamiento de lenguajes. En comparación, una computadora promedio puede tener especificaciones más bajas para tareas cotidianas…”; (b) caída en los costos de almacenamiento de información. Creo que no tengo que abundar aquí sabiendo que no conozco a nadie a quien su cuenta de Gmail se haya ‘quejado’ de falta de espacio; y (c) abundancia de datos. Se estima que el 90 por ciento de los datos que existen hoy almacenados pertenecen a los últimos dos años. Por estas tres razones no tuvimos una tecnología como la de ChatGPT en ‘la punta de los dedos’ hace 5, 10, 20 o 72 años que se escribió el primer programa de Inteligencia Artificial.

(2) “Es un buscador”. Al frente de una mesa en un restaurante al que un grupo de economistas y un servidor frecuentamos, un buen amigo quiso desestimar ChatGPT diciéndome: “Es un buscador…'avanzado’”. Acepté que puede ser una buena forma de explicar ChatGPT a una persona alejada de la ‘tecnología de punta’. Sin embargo, un ‘buscador’ –valga la redundancia–, ‘busca’ contenido creado, mientras que ChatGPT crea contenido. En mi opinión, sin ser un experto en el tema, esa es la principal diferencia entre un buscador normal –que no utiliza Inteligencia Artificial–, y un chatbot como ChatGPT.

Se me ocurre un ejemplo. Si queremos buscar en Internet la comparación de diferentes obeliscos en cuanto a su altura, hay que buscar uno por uno, a menos que haya algo escrito que compare los obeliscos que uno quiere comparar. En mi caso, caminando en la Avenida 9 de julio en Buenos Aires, Argentina, la semana pasada –en un viaje de trabajo–, quise saber cuál de los obeliscos era más alto, si el Monumento a Washington, en la capital de EU, el obelisco de la Plaza de la Concordia en París o el de Polanco en la calle Luis G. Urbina, en la Ciudad de México. En un buscador no encontré la respuesta completa. Tendría que haber ido uno por uno. Si bien uno puede hacerlo, debido a que tampoco son muchos, preguntando directamente a ChatGPT rápidamente contestó que el más alto es el Monumento a Washington, con 169 metros de altura. Le sigue el obelisco en Buenos Aires, con 67.5 metros, después el de la Plaza de la Concordia en París, con 23 metros y por último, el de Polanco, con 12 metros de altura.

(3) Algunas aplicaciones más. Además de las aplicaciones de ChatGPT la semana pasada, una de las aplicaciones que he leído que más se utiliza es mejorar un texto, así como pedir ideas para una sesión de ‘lluvia de ideas’ (brainstorming) para tratar un tema en particular. Sin embargo, algo que me ha llamado la atención, es que ChatGPT puede escribir un plan de negocios en casi cualquier idioma, con las directrices correctas. Con un párrafo de directrices, puede crear 15 páginas de plan de negocios, que alguien podría ir adecuando, ya sea pidiendo a ChatGPT que enfatice en algo, quite otra cosa o directamente en un procesador de palabras (e.g. Microsoft Word). No obstante lo anterior, lo que realmente me ha impresionado es solicitarle a este chatbot que escriba un código en Python para llevar a cabo cierta operación o una serie rutinas. Esto, es solo el comienzo…

* El autor es Economista en Jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México.

* Las opiniones que se expresan en esta columna son a título personal.

COLUMNAS ANTERIORES

‘Oktoberfest’ en México
Balance AMLO, retos Sheinbaum

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.