Leer es poder

La democracia traicionada

Los súbitos demócratas volverán a decir que la esencia de la democracia es seguir a la mayoría, y que la mayoría pide un hombre fuerte, sin limitación de otros poderes.

Las más siniestras dictaduras llegaron al poder en nombre de la democracia. Mussolini, Hitler, Stalin afirmaron representar la voluntad del pueblo. Perpetraron sus abusos en nombre de la mayoría. El pueblo, en efecto, los aclamaba. La mayoría apoyaba a un líder fuerte, no limitado por el equilibrio de poderes. La mayoría aceptó ceder sus derechos políticos a favor del hombre providencial que arreglaría sus problemas de una vez y para siempre, sin el estorbo de la oposición ni de los quejosos que se amparan en la libertad de expresión. En nombre de la democracia se canceló la participación democrática. En nombre de la mayoría se encarceló, se persiguió y se torturó. En nombre del pueblo. Porque el pueblo nunca se equivoca. Tonto es aquel que cree que el Pueblo es tonto. Y el presidente sólo dejará el poder cuando el pueblo se lo pida.

El 77.5 por ciento de los mexicanos, según encuesta del Inegi, apoya el gobierno de un hombre fuerte. Números muy parecidos a los que registró el INE y Latinobarómetro antes de las elecciones de 2018. La mayoría señaló entonces su desencanto con la democracia y su anhelo de ser gobernada por un hombre fuerte. Ese anhelo antidemocrático llevó a López Obrador al poder democráticamente, a través del voto que recibió y registró el INE que ahora desdeña. "El INE está convertido en el supremo poder conservador", criticó el presidente ante la negativa de otorgarle el registro como candidato a un presunto violador, el mismo presidente que celebró hace pocos meses al INE cuando éste le negó el registro a México Libre, la organización de Felipe Calderón. "Es un triunfo del pueblo mexicano", dijo entonces. Para el presidente el pueblo es un término vacío que utiliza como mejor le acomoda.

Desde 1929 al 2000 vivimos bajo una simulación democrática. Cansada de ese engaño la sociedad se organizó y construyó con mucho esfuerzo un andamiaje institucional democrático. Todavía en 1984, cuando Krauze propuso una "democracia sin adjetivos", recibió duras críticas desde la izquierda, la derecha y desde el poder. Las crisis económicas recurrentes, la ineficacia ante el terremoto de 1985, los escándalos relacionados con el fraude electoral fueron cambiando el ánimo de la sociedad. Se le quitó al gobierno la facultad de contar los votos y, sorpresa, el gobierno dejó de ganar las elecciones. A principios de los noventa perdió las primeras gubernaturas, en 1997 perdió el control del Congreso y en 2000 perdió la presidencia de la República. Súbitamente toda la sociedad era demócrata, aun aquellos que durante décadas se habían burlado de ella señalándola como un "instrumento de la burguesía". Una mera superstición numérica. La democracia era algo tan común que dejó de mencionarse. Se dejó, también, de defender. No nos dimos cuenta de que era una construcción muy frágil, que había que cuidar y fortalecer todos los días, participando, criticando, cerrándole el paso a quienes postularan argumentos antidemocráticos, como el de querer ser gobernados por un hombre fuerte.

Veintiún años después de haber alcanzado la transición democrática vamos de regreso a una sociedad autoritaria. El gobierno del hombre fuerte es aquel que suprime o supedita los poderes judiciales y legislativos que lo limitan. Como en tiempos del PRI. Ya el presidente ha hablado de regresar las funciones electorales a la Secretaría de Gobernación, supuestamente para no gastar tanto. La austeridad no es una política de gobierno, es sobre todo un instrumento de control político. Reducir sueldos y bajar el presupuesto a los que limitan el poder y gastar a manos llenas en estadios de béisbol para el hermano Pío o en créditos para Ibarra, el propagandista del gobierno. Vamos de regreso a la presidencia imperial porque así lo quiere el pueblo. Vamos camino a suprimir la democracia democráticamente.

Para qué queremos 'tres poderes', se preguntó hace algunos años el magnate de la televisión y amigo cercano del presidente. Ahora dice que "el INE debe morir pronto". Lo que él dice será pronto repetido en sus noticieros de televisión. ¿Para qué el INE? Todo porque contradijo la voluntad presidencial. ¿No fue el INE la institución que validó su triunfo electoral en 2018? Se debe quemar la escalera que te ayudó a subir para que nadie más pueda utilizarla. La democracia, que llegó a ser tan natural como el aire que respiramos, comenzará a volverse un bien preciado, por escaso. Los antidemócratas comenzarán, ya comenzaron, a sacar la cabeza. Los súbitos demócratas del 2000 volverán a preguntarse: ¿la democracia para qué? Volverán a decir que la esencia de la democracia es seguir a la mayoría, y que la mayoría pide un hombre fuerte, sin limitación de otros poderes, sin críticas de la molesta prensa que sirve a 'intereses oscuros' contrarios al pueblo.

La servidumbre voluntaria es una costumbre apreciada en México. ¿La democracia fue sólo un paréntesis? ¿En verdad vamos a permitir que la democracia, como la arena en la playa, se nos escurra entre los dedos?

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