Leer es poder

Cómplices del machismo

Tenemos que desmontar esta estructura injusta, no podemos seguir siendo cómplices, activos o pasivos, de las agresiones cotidianas contra las mujeres.

A Ángel Verdugo,

mi solidaridad.

Hacia finales de 2019 el colectivo feminista chileno La Tesis lanzó al mundo, con innegable fortuna, un performance provocador que señalaba "El violador eres tú". A muchos hombres nos pareció, y nos parece, una consigna injusta. "Yo no soy violador, los violadores son otros". El estribillo estaba dirigido no sólo "al macho opresor", sino en general a los hombres. No nos gusta que nos señalen. No nos gusta que nos muestren como cómplices de un estado de cosas opresivo e injusto. ¿Por qué nos señalan si nosotros apoyamos la causa de las mujeres? Las mujeres no necesitan nuestro apoyo, necesitan que los hombres dejemos de apoyar a los que oprimen, golpean y violan.

La estructura sobre la que está construida nuestra sociedad tiene un error de origen: parte del supuesto de que los hombres somos superiores a las mujeres. Y como superiores tenemos derecho a pagarles menos, discriminarlas, golpearlas, usar su cuerpo a nuestro antojo. Los ejemplos sobran, no necesito recurrir a las estadísticas. Sólo necesitamos mirar a nuestro entorno –familiar, laboral, social– para toparnos con ejemplos vivos de quienes han sufrido esas agresiones. No lo llevan en la frente pero nosotros sabemos que así es. Más de la mitad de las mujeres en México han sido agredidas. Una de cada dos. En todos los segmentos sociales. Con educación o sin ella. En la ciudad y en el campo. Volteé usted a su alrededor y observe: una de cada dos.

La estructura de nuestra sociedad dice: los hombres son superiores. Decir que existe una raza superior nos parece absurdo. Si decimos que los hombres altos son superiores a los pequeños nos parece una afirmación idiota. Pero aceptamos como algo natural que los hombres somos superiores. Como un don de la naturaleza. Por ser hombre tengo derecho a que una mujer me atienda. Por ser hombre tengo derecho a abusar del cuerpo de una mujer. Estoy convencido de que la mayor parte de los hombres que conozco no piensan así. Pero también estoy seguro de que no hacemos nada, o muy poco, para que las cosas cambien. ¿Estamos trabajando activamente para desmontar el machismo instalado en nuestra sociedad? ¿Lo consideramos algo prioritario? ¿Modificamos ya los libros de texto para enfatizar la igualdad de hombres y mujeres en todos los ámbitos? Si lo hemos hecho, ¿por qué las mujeres están furiosas? No sólo están furiosas contra este gobierno que las ha desatendido y que se ha hecho cómplice de un candidato a gobernador acusado de violación, están furiosas contra el estado de las cosas. Principalmente, furiosas por tener que aceptar las reglas de una sociedad que las ve y las trata como seres inferiores.

La violencia estructural comienza desde la infancia. A los niños se les inculca que la opinión de las niñas y de las mujeres vale menos que la del hombre; que la mujer está ahí para servirlo. La madre atiende y alimenta al niño, es la que le sirve. En estos últimos años, en los que el movimiento feminista se ha mostrado como una fuerza indetenible, no encuentro libros escritos por hombres para desactivar el machismo en nuestra sociedad, no veo que las revistas y suplementos culturales dediquen números a pensar el machismo imperante a pesar de ser un problema central, no encuentro artículos de opinión, ni he visto una sola marcha de hombres en contra del machismo. "México es un país machista", reconocemos y seguimos con nuestra vida como cualquier cosa. ¿Por qué a los hombres no nos interesa desmontar y luchar contra el machismo? Algunos apoyamos la causa feminista, pero estamos equivocando el camino. Lo que deberíamos hacer no es apoyar el feminismo, sino luchar contra el machismo, contra nuestro machismo, contras las costumbres, lenguaje y modos que pertenecen al machismo. El machismo es algo que debería avergonzarnos hasta la raíz, como es vergonzoso ser racista.

Hace un par de años apareció un libro de la gran periodista Lydia Cacho, #Ellos hablan (Grijalbo, 2018). En él se analizan los orígenes del machismo, su estructura, su normalización, los modos que adopta en cada aspecto de nuestra vida diaria. "La inequidad de género no comienza con un niño maltratando a una niña, sino con un hombre educando con sangre y golpes a su hijo con el fin de hacerle saber que para obtener un lugar en el mundo hace falta ser hombre, cruel, violento, abusivo. La desigualdad de género no sólo es la violencia contra las mujeres; comienza por la construcción del abusador, por el desarrollo psíquico del machismo, por el modelo cultural de liderazgo violento, que lo ha permeado todo". Recomiendo mucho la lectura de este libro, es un buen comienzo.

Los hombres no marcharemos este 8 de marzo. Nuestra tarea está pendiente. Tenemos que reflexionar sobre la manera en que podemos desmontar esta estructura injusta, no podemos seguir siendo cómplices –activos o pasivos– de las agresiones cotidianas contra las mujeres. Para que el dedo acusatorio de "El violador eres tú" no nos señale, debemos cambiar nosotros, debemos abandonar la complicidad con los violentos.

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