Leer es poder

Pueblo y antipueblo

Pueblo es todo aquel que aprueba lo que el gobierno hace en su nombre. Quien contradice o critica está contra el pueblo, es un enemigo del este.

Piedra a piedra están desmoronando el país. No lo están transformando, lo están destrozando, lo están desangrando. Están desmontando el Poder Judicial para armar uno a su medida; cuando esté rendido, desaparecerá la división de poderes y sin ella desaparecerá la República. Luego irán tras los medios de comunicación.

Votaron por ellos poco más de un tercio de los posibles votantes, aun así se autodesignan pueblo. Lo curioso es que se nombran sus representantes para poder discriminar quién sí y quién no entra en esta categoría. Pueblo son los que votaron por Morena. Los demás, los que no votamos por ellos, dos tercios de los posibles votantes, no somos pueblo, somos, supongo, ‘antipueblo’.

Ser pueblo no te da ventajas. Niños, jóvenes y viejos no recibirán del gobierno contra el covid vacunas Patria, porque fue un fraude y pagamos millones para recibir nada. ¿Abrieron una investigación en contra de Elena Álvarez Buylla? Ni la abrieron ni la abrirán porque ella le concedió a Gertz Manero el SNI-III, el grado más alto como investigador, a pesar de que se demostró que plagió varias de sus publicaciones. Por primera vez a los niños de primaria no les dieron libros de matemáticas. ¿Qué falta hace eso en el mundo moderno? Los niños no tendrán su cuadro de vacunas completo. Contra el covid, lo que millones de mexicanos recibirán será Abdalá, la vacuna cubana, que no ha sido aprobada por ningún organismo internacional. A cambio de vacunas no actualizadas, entregamos a Cuba petróleo para subsidiar la dictadura.

Durante un tiempo se pensó que ya no habría declaraciones impunes. Guardaríamos las opiniones de los funcionarios (en videos o tuits) para impedir que se contradijeran en el futuro. No sirvió de nada porque nuestros políticos carecen de la más mínima vergüenza. Pueden exhibirse las enérgicas condenas de Ricardo Monreal o Arturo Zaldívar en contra de la elección popular de jueces, sin que les provoque el más mínimo rubor ahora que se manifiestan en contra de lo que antes protestaban.

Aceptamos el lenguaje mentiroso del poder. Se burlaban de nosotros con ‘los otros datos’ y no rechistábamos. Un buen día, porque la escandalosa cifra los hacía ver mal, decidieron rasurar el número de los desaparecidos. La costumbre de mentir sin consecuencias ha sido retomada por la Presidenta. Pero esto va más allá de la mentira. Es un intento de transformar la realidad modificando el significado de las palabras. Así, se trata de convencer al pueblo de que somos casi autosuficientes en gasolina, que la criminalidad va disminuyendo, que la demolición del Poder Judicial es para tener más democracia. Estas mentiras no tendrían ninguna importancia de no ser porque los medios de comunicación masivos se encargan de repetirlas tal cual, sin desmentir las afirmaciones falsas, sin contrapesar la información que trasmiten.

Nos asombra la celeridad con la que han sido aprobadas las últimas propuestas legislativas. Blitzkrieg. Guerra relámpago. Si vas a implantar leyes autoritarias hazlo rápido para pasar a otra cosa. No van por una mejor democracia. Van por más poder. No quieren una mejor justicia. Quieren que la justicia esté de su lado. No les interesa lo que piensa el 40 por ciento del electorado. “No me voy a reunir con quien piense distinto”, parece decir Sheinbaum. Sabemos a dónde conduce eso: “No me voy a reunir con quien piense.” Pueblo es todo aquel que apruebe lo que hago en su nombre. Si contradices o críticas estás contra el pueblo. Eres un enemigo del pueblo. No hay dictaduras blandas. Si criticas lo que digo ya no podrás decirlo. Desde la presión para lograr la autocensura hasta los pasos de las botas en la madrugada, cuando vengan por ti. Todo eso entra en la dictadura. Cuando hablamos de poder autoritario nos referimos a esto: un Estado sin control, que oprimirá porque puede hacerlo, porque desaparecieron los límites, uno a uno, ante el beneplácito de la mayoría.

Si no tienen la razón, tienen la fuerza. A las Fuerzas Armadas les han brindado presupuestos históricos. Tienen las aduanas, los puertos y aeropuertos. Controlan las carreteras y las fronteras. En el Ejército ya no se compite por ascensos sino por puestos de las megaobras, que además funcionan en la total opacidad. ¿Los contratos del AIFA? ¿Las obras de Dos Bocas con sobreprecios? ¿Los contratos del Tren Maya? Reservados por seguridad nacional. Las Fuerzas Armadas reciben el encargo de hacer grandes obras sin vigilancia. Reciben la encomienda de poder corromperse y obedecer.

Al deshacer el frágil Estado de derecho que subsistía en México, al desacatar las disposiciones de los jueces federales, no gobernará Sheinbaum amparada en la Constitución sino en la fuerza. Vallas en los edificios públicos. Gases contra los manifestantes. ‘Es que no te han gaseado lo suficiente’. Toletes y granaderos. La Guardia Nacional. Dos juezas encapsuladas por un centenar de policías. A falta de razones, la fuerza.

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