Economía empresarial

El exceso de mortalidad empresarial en México

Aunque es normal que continuamente se creen y se cierren empresas en un país, la tasa de muerte empresarial se amplió en 2020 como consecuencia de la pandemia.

Entre 2019 y 2020 murieron 20.8 por ciento de las empresas en México. Aunque es normal que continuamente se creen y se cierren empresas en un país, la tasa de muerte empresarial se amplió en 2020 como consecuencia de la pandemia. El Estado con mayor muerte empresarial fue Quintana Roo, donde se perdió 31.9 por ciento de las empresas. La consecuencia de esto ha sido una precaria situación económica de muchas familias mexicanas.

La pandemia nos ha familiarizado con el concepto de exceso de mortalidad: los decesos observados que sobrepasan a los decesos esperados. El Covid-19 ha provocado un exceso de mortalidad significativo en el mundo. De forma similar, esta enfermedad ha provocado el cierre o muerte de empresas por encima de lo que cabría esperar. El Inegi ha publicado un Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) en 2020 y en 2012, la información que contiene puede ayudar a dimensionar el exceso de mortalidad empresarial.

Si comparamos los cierres de empresas de 2012 y 2020 podemos tener una idea de cuántas empresas murieron a causa del Covid-19. De acuerdo con el estudio del Inegi, la tasa de muertes mensual en 2012 fue de 0.71 por ciento. En 2020, esa tasa ascendió a 1.36 por ciento. Esta diferencia implica un exceso de muertes de 546 mil empresas en un periodo de 17 meses (el periodo que comprende el estudio del Inegi). De esta forma, la proporción de empresas que murieron en exceso es del 11.2 por ciento de las que estaban en funcionamiento en 2019.

La principal consecuencia negativa de esta muerte empresarial es la pérdida de empleos. De acuerdo con el mismo estudio, se perdió 19.7 por ciento del personal ocupado, considerando tanto a los nuevos empleos generados por las nuevas empresas como a la pérdida que se dio en empresas que cerraron y en las que no lo hicieron, pero que redujeron su personal.

El efecto de esta reducción de personal ocupado fue principalmente una menor calidad del empleo en México. Muchas de las personas que perdieron su empleo tuvieron que encontrar alguna otra ocupación y por eso la tasa de desocupación no aumentó mucho en México. Sin embargo, la calidad de esa ocupación sí se deterioró. Esto se refleja, por ejemplo, en la tasa de subocupación que representa a aquéllas personas que tienen necesidad y disponibilidad de trabajar más horas de las que su ocupación actual les permite. Esta tasa aumentó de 8.6 por ciento de la población económicamente activa en el primer trimestre de 2020 a 25 por ciento el siguiente trimestre.

Una parte de este sufrimiento se pudo haber evitado con ayuda gubernamental. La pandemia representa un evento extraordinario y transitorio que afecta gravemente a las empresas y, por lo tanto, a sus trabajadores. En este sentido, muchos gobiernos ofrecieron apoyos también extraordinarios y transitorios para enfrentar la situación.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) hizo una comparación de las respuestas de política fiscal de los diversos países como porcentaje de su propio Producto Interno Bruto. Las economías avanzadas ofrecieron estímulos en forma de gasto adicional o ingresos perdidos equivalentes a 16.4 por ciento de su PIB, encabezadas por Estados Unidos con estímulos equivalentes a 25.5 por ciento del PIB de ese país. Las economías emergentes comprometieron menos recursos que las avanzadas. Esas economías apoyaron con un monto equivalente a 4 por ciento de su PIB. De la muestra considerada por el FMI, la economía emergente con un mayor estímulo fiscal fue Brasil (8.8 por ciento) y la que menos ofreció fue México (0.7 por ciento).

La empresa es la principal generadora de valor en una economía. Su importancia en la generación de empleo es innegable. Es por esto que la pérdida de empresas como consecuencia de la pandemia representa un grave problema económico con importantes repercusiones en el bienestar de las familias.

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