Perspectiva Bursamétrica

El Gobierno debe cubrir los precios de las gasolinas y del gas natural

La pésima administración de los gobiernos en los últimos 30 años nos han llevado a una nueva política en los precios de las gasolinas, dice el columnista.

Uno de los planteamientos del próximo gobierno es que los precios de la gasolina se van a ir ajustando conforme la inflación, y que no van a responder a las variaciones de los precios internacionales, a pesar de que importamos más del 70 por ciento de nuestro consumo de gasolinas.

Esto implica que cuando los precios internacionales expresados en pesos aumenten, el Gobierno o alguna entidad del Estado deberá absorber la pérdida: la diferencia entre el precio de adquisición y el precio de venta. El precio de la gasolina importada en pesos depende del precio de la gasolina en el mercado internacional y del tipo de cambio.

Por el contrario, cuando los precios de la gasolina importada expresados en pesos desciendan, podrá darse una utilidad en el Gobierno o en la entidad del Estado que adquiera las gasolinas y las venda al público, a un mayor precio en pesos.

La fórmula de los precios de la gasolina hoy en día tiene como base el precio internacional expresado en pesos, más el impuesto (IEPS) que hoy en día tiene un algoritmo (promedios móviles) que permite suavizar los movimientos erráticos de los precios en el mercado internacional. Con el alza que se ha observado en los últimos meses, en los precios internacionales del crudo y de las gasolinas, el ingreso por el IEPS ha venido bajando para el fisco.

Para proteger los ingresos fiscales provenientes de la producción y exportación de petróleo crudo, el Gobierno Mexicano lleva varios años ejecutando un programa anual de coberturas en donde desde el año anterior se concretan operaciones forward y opciones con las que se fija el precio al que la producción de crudo se exporta (precio de venta). Un precio similar al fijado en las coberturas se contempla en el Presupuesto de Ingresos de la Federación.

Si el precio es mayor, hay ingresos excedentes en las arcas públicas, que en sexenios pasados se repartían como botín entre los gobiernos estatales y se gastaban en puras tonterías, en lugar de reinvertirse en mayor exploración de pozos en aguas profundas del Golfo, por ejemplo. Si el precio es menor, la cobertura absorbe ese diferencial, y el Gobierno obtiene sus ingresos predeterminados sin importar los vaivenes de las cotizaciones en los mercados.

Pero ante la nueva política en los precios de las gasolinas (precios fijos en términos reales), Bursamétrica ve como obligado que el erario cubra también los precios de la compra de la gasolina importada, para lo cual se propone la instrumentación de un programa de coberturas que por un lado cubra el riesgo cambiario y por el otro, cubra la volatilidad en el precio de la gasolina.

Viendo al Estado mexicano como si fuera una sola entidad, de concretarse ambos programas, tendría por una parte coberturas para los precios de exportación de crudo. (Posición corta). Y por la otra, tendría también coberturas del precio de adquisición de las gasolinas importadas. (Posición larga).

El volumen de la posición corta en crudo se determinaría de acuerdo al volumen esperado de exportación de crudo. El importe de las coberturas de la posición larga en gasolina sería el volumen estimado de importación anual de gasolinas.

Normalmente los precios de las gasolinas y del crudo se mueven en el mismo sentido, aunque no siempre en la misma proporción, ya que en la determinación libre de los precios en el mercado internacional por parte de las refinerías, intervienen múltiples factores adicionales al precio del crudo.

Las coberturas de gasolinas también se podrían perfeccionar con la negociación de contratos de largo plazo con las refinerías vendedoras en donde el margen se queda fijo.

En la semana pasada también le hablaba de la elevada dependencia que ya tenemos de la importación de gas natural. También podría ser necesario que CFE estableciera un programa de coberturas para fijar el precio de la adquisición de gas natural que cada vez utiliza más en sus plantas de ciclo combinado.

Lo triste de todo este asunto es que México es un país petrolero.

La pésima administración de los gobiernos en los últimos 30 años nos ha llevado a esta situación, en la que nos acabamos la gallina de los huevos de oro, y ahora somos importadores netos de hidrocarburos con una balanza comercial deficitaria, con muy pocas reservas probadas (11 mil millones de barriles) y con cientos de miles de millones de barriles de reservas potenciales.

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