Coordenadas

AMLO toma ventaja para el 2024

AMLO tiene tres cartas rumbo a 2024 y un cuarto aspirante que tratará de imponerse al margen de la intención presidencial: Ricardo Monreal.

El jueves pasado, el presidente de la República recibió a los diputados de Morena en Palacio Nacional, con motivo del término del periodo ordinario de sesiones del Congreso.

No era la primera ocasión que lo hacía ni tampoco será la última.

El presidente no ha tenido empacho alguno en dar un tratamiento completamente diferente a los diputados y senadores de su partido respecto a los opositores, con los que simplemente no dialoga.

Ni siquiera busca dar la apariencia de que actúa como Jefe de Estado y no le importa aparecer abiertamente como cabeza real de su movimiento.

En dicha reunión, sin que viniera al caso les dijo a los legisladores que iba a hacer una encuesta rápida, una consulta como las que le gusta hacer, a mano alzada.

Y preguntó: “Díganme si sí o no, ¿verdad que tenemos un buen secretario de Gobernación”.

Obviamente, lo acompañó en la reunión el titular de Gobernación, Adán Augusto López, quien en alguna ocasión sí intentó un diálogo fallido con legisladores de Acción Nacional.

La respuesta a la pregunta formulada por AMLO fue una ovación cerrada con vítores y aplausos.

Obviamente López Obrador sabía que eso se iba a producir y que el gesto se iba a interpretar como un claro espaldarazo a favor de Adán Augusto.

El viernes pasado, el propio presidente se hizo el ingenuo y señaló que no era un ‘destape’ del secretario. Y que podía decir lo mismo de Claudia Sheinbaum y de Marcelo Ebrard.

El efecto ya se había conseguido. Nadie duda que el secretario de Gobernación está en la carrera por la candidatura de Morena a la presidencia.

Desde que fue nombrado, le comentamos que, además de convertirse en el principal operador político del presidente, claramente aparecía como un prospecto más a la candidatura presidencial.

Por lo pronto AMLO tiene tres cartas. Y hay un cuarto aspirante, que tratará de imponerse al margen de la intención presidencial: Ricardo Monreal.

Marcelo Ebrard sería el candidato solo si López Obrador no tiene más remedio que respaldarlo al no contar con otra opción viable.

Claudia Sheinbaum sería la abanderada de Morena si resiste las adversidades derivadas de gobernar la Ciudad de México y muestra las habilidades políticas necesarias para competir y ganar.

No lo tiene sencillo pues está quizás en la posición de mayor desgaste.

Hoy, quizás, el más cercano al corazón y al interés del presidente sea el secretario de Gobernación, pero las encuestas deberán mostrar que tiene posibilidades de ganar, pues entre los tres es el menos conocido y el que debe remontar un trecho más largo para convertirse en candidato viable.

Además de revelar el juego interno de Morena, este cuadro muestra que López Obrador ya está en el proceso de evaluar las fortalezas y debilidades de tres prospectos viables.

En el otro lado, el problema que hay es que ni siquiera está claro si habrá un candidato único de la oposición y en caso de haberlo, tampoco se sabe nada respecto a cuál será el proceso para designarlo.

Hay un asunto de fondo en este hecho.

Los opositores saben que, si se identifica con anticipación a los prospectos a convertirse en candidatos, estarán sujetos a los ataques desde el poder.

Asomar hoy la cabeza es ponerse una diana en la frente para que la 4T dispare.

No debe dudarse que Morena utilizará el aparato de Estado para debilitar o incluso bloquear a quien considere que puede ser un adversario peligroso en el 2024.

No es nuevo en México. Vicente Fox lo quiso hacer con López Obrador con un resultado desastroso. Más recientemente, Peña Nieto lo hizo con Ricardo Anaya.

En varias ocasiones le he comentado que los candidatos que han logrado una alternancia partidista en la presidencia de la República en México han sido tres: Vicente Fox, Enrique Peña y Andrés Manuel López Obrador.

Todos ellos comenzaron la construcción de su candidatura años antes del proceso electoral.

Hay quien piensa que ahora eso no será necesario pues la mala gestión del gobierno de López Obrador va a erosionar de tal modo el respaldo que hoy tiene que por sí solo va a crear condiciones para su derrota.

Es una posibilidad, pero solo eso.

Apostar el debilitamiento de Morena como estrategia para el 2024 es jugar a la ruleta rusa.

Si la oposición no empieza ya a tomar más riesgos, incluso a exponerse más a los ataques del poder, y no empieza a actuar de modo proactivo rumbo a la elección presidencial, le puede dar una ventaja a Morena, que luego ya no pueda remontar.

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