Coordenadas

Y ahora se están contagiando niños

Los menores de seis años tienen un máximo de nuevos contagios de 150 diario en promedio; con el regreso a clases presenciales, las cosas se pueden poner peor.

Estamos entrando a una etapa de la pandemia cuyas consecuencias son aún muy inciertas.

Y si las cosas no han cambiado significativamente para el próximo 30 de agosto, con el regreso a clases presenciales, podríamos estar ante el riesgo de que se vivan crisis en miles de familias mexicanas.

La nueva ola de contagios de Covid-19 está pegando cada vez más a niños y jóvenes.

Los casos positivos de los menores de 18 años están en los niveles máximos de la pandemia. Hay un promedio diario de nuevos contagios de 650 casos en la última semana, para la población de 12 a 17 años. El nivel más alto de contagios para este segmento de edad había sido previamente de 375 casos diarios y se había presentado en enero, cuando se registró el nivel máximo de la segundo ola.

Ahora incluso los menores de seis años tienen un máximo de nuevos contagios con cerca de 150 diarios en promedio, cuando el máximo que tuvimos previamente había sido de alrededor de 60 casos diarios en promedio, también en enero.

La tercera ola que vivimos se caracteriza por el hecho de que la variante delta es la dominante y está contagiando y generando síntomas en muchos que en el pasado parecían inmunes o al menos resultaban asintomáticos.

Aunque en términos generales, la infección en los niños y jóvenes es más leve que en los adultos, el aumento de contagios entre menores tiene el potencial de disparar también los contagios entre mayores, porque el porcentaje de la población vacunada con el esquema completo sigue siendo muy bajo y apenas llega a 21.2 por ciento, de acuerdo con cifras oficiales.

Los virus que originalmente llegaron de China y de Europa parecían no tener capacidad de infectar a niños o al menos generarles síntomas. Esto ha cambiado.

En este contexto, pretender que debe darse a toda costa el regreso a clases presenciales a partir del 30 de agosto es jugar con fuego.

El riesgo es extremadamente alto pues sabemos que las condiciones materiales de las escuelas públicas no son, en su mayoría, las adecuadas para garantizar el regreso con seguridad.

El presidente López Obrador tiende a sacar sus conclusiones de las anécdotas y no de las evidencias. En varias ocasiones ha señalado que su hijo menor se contagió y no le pasó nada, y que él y su esposa no se contagiaron por estar vacunados; piensa que esa pueda ser la tónica en caso de que haya niños que se contagien en las escuelas.

En contraste, supone que la adicción de los niños a los videojuegos puede ser un problema más serio.

Sabemos que López-Gatell continúa en su puesto a partir de supeditarse a las opiniones presidenciales y de ofrecer datos que las soporten para que no den la impresión de ser meros caprichos.

Hasta ahora, la inmensa cantidad de muertos evitables que se han presentado con la pandemia, ha costado muy poco a la imagen presidencial.

De acuerdo con la encuesta publicada por El Financiero el pasado 3 de agosto, la mejor calificación que tiene el presidente es en materia de salud, en virtud del proceso de vacunación.

Creo que AMLO no es consciente del riesgo que va a correr si insiste en las clases presenciales a toda costa, sin evaluar el riesgo de contagios, hospitalizaciones y muertes.

La semana pasada pudimos observar hasta qué punto el presidente de la República puede alejarse de la realidad cuando rechazó los datos de la evaluación de la pobreza por parte del Coneval.

Los que conocen la Encuesta de Ingreso-Gasto de los Hogares, de la cual parten estas evaluaciones, saben que se trata de uno de los estudios más cuidadosos del Inegi. Debiera ser orgullo nacional por la información que ofrece.

Y procesados sus datos como lo hace el Coneval, debiera ser el más importante instrumento de elaboración de las políticas públicas en México en materia social.

Una información que ese análisis reveló es el desastre en materia de salud.

Con la tercera ola y el regreso a clases presenciales, las cosas se pueden poner peor.

Quisiera ser optimista y pensar que se puede rectificar, pero creo que la experiencia de los últimos 18 meses muestra que no hay bases para ello.

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