Como el hundimiento del Titanic, paso a paso hemos sido testigos del atraco de Morena al Poder Judicial y al sistema electoral. Como el Titanic, que sufrió averías por debajo de la línea de flotación imposibles de arreglar y terminó hundiéndose, también ha ocurrido paulatinamente la cooptación total del Poder Judicial. Recordemos la sobrerrepresentación del triunfo de Morena en el Congreso (mediante trampas y hasta secuestro y coerción a legisladores “de oposición” para que votaran a favor de Morena) que le dio la mayoría calificada, el chantaje abierto al ministro Alberto Pérez Dayán para impedir que la Corte pudiera ejercer su control constitucional para evitarlo y tantas otras tropelías legales.
La valentía y la determinación republicana de la ministra presidente Norma Piña Hernández, y de los ministros Jorge Mario Pardo Rebolledo, Ana Margarita Ríos Farjat, Juan Luis González Alcántara Carrancá, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez Potisek y Luis María Aguilar Morales, que se han comportado como juristas dignos de su cargo, con altura de miras y que soportaron todo tipo de intimidaciones y amenazas, no fueron suficientes para detener la toma de nuestras instituciones que definían a los Estados Unidos Mexicanos. La traición a la República de las ministras Loretta Ortiz Ahlf, Jazmín Esquivel Mossa, Lenia Batres Guadarrama y el ministro Alberto Pérez Dayán pudo más.
Asimismo, la sumisión extrema de la ministra presidenta del Tribunal Electoral, Mónica Soto Fregoso, y de sus dos escuderos, los ministros Felipe de la Mata Pizaña y Felipe Fuentes Barrera, ha eliminado la posibilidad de que haya un mínimo de justicia electoral. Sus fallos han avalado la toma de Morena del Poder Judicial y del neoautoritarismo en México.
En el INE, la traición de personajes como Guadalupe Taddei y sus cinco consejeros sumisos al poder es inenarrable, pues ha destruido una de las instituciones más atesoradas por los ciudadanos. ¿Cuántas marchas y cuánto respaldo recibió el INE de todavía hace poco, en que se consideraba un garante de la voluntad de los votantes? Hoy, con sus últimas votaciones, desde que está Guadalupe Taddei en la presidencia del Consejo General, y particularmente su aval del uso de los acordeones para inducir el triunfo de los candidatos de Morena a la Suprema Corte de Justicia, al Tribunal Disciplinario del Poder Judicial y al Tribunal Electoral, le han entregado a Morena los instrumentos para perpetuarse.
A pesar de la evidencia presentada esta semana por el ministro en retiro José Ramón Cossío y el maestro Jorge Alberto Medellín Pino en su informe sobre la votación del pasado 1 de junio, y en el que se muestra sin lugar a dudas el impacto de los acordeones en los resultados de la elección, Morena ha validado la trampa y la ilegalidad, ha destruido al INE y ha entregado el sistema electoral. Todo de un plumazo. Como dijo Ciro Gómez Leyva en su columna de Excelsior de esta semana: “El INE no tuvo la grandeza para estorbar la consumación del, quizá, más sucio operativo electoral en la historia de México, detrás del cual, se dijo ayer también, estuvieron gobiernos, partidos y el crimen organizado. Al final, todo se terminó aprobando. ¿Cómo se podrá volver a tener confianza en el INE de los acordeones? Así haya sido por apretada mayoría, el INE bendijo el crimen perfecto contra la democracia electoral. Ganó la trampa. Adiós, INE, adiós. No acertaron en el momento en que era crucial acertar”. Y yo agrego… y con ello acabaron con la credibilidad en nuestro sistema electoral. ¿Cómo sabremos si el número de votos que se emitan por uno y otro partido es el verdadero? Por supuesta austeridad, ¿volverán a contar los votos ciudadanos libres o ciertos funcionarios públicos como los servidores de la nación? ¿Cuántas casillas se instalarán de ahora en adelante? ¿Se repartirán otra vez acordeones para la segunda parte de la elección judicial o a nivel estatal, y para otras elecciones, al fin que los ganadores solo tendrán que pagar una multa? Con la nueva CURP, el incentivo para actualizar la credencial de elector será menor y, por ende, la participación electoral en el futuro. Si se eliminan o minimizan a los representantes plurinominales, el poder estará todavía más concentrado.
Y respecto de la autonomía de la Suprema Corte de Justicia y del Poder Judicial, ha quedado legalmente nulificada con personajes ejecutores de las órdenes del líder y sus representantes. El aval implícito y explícito de la toma de Morena del Poder Judicial por la presidenta Sheinbaum contradice frontalmente su discurso de libertad y democracia en México. Es un discurso hueco, contradictorio, que lastimosamente refleja nuestra nueva realidad. Un país neoautoritario de una categoría semejante a los regímenes menos democráticos del mundo. Ya sólo falta que encarcelen o desaparezcan a personajes críticos y opositores, como en la Rusia de Putin (no estoy exagerando). En los hechos, lo han venido haciendo de manera sigilosa, amedrentando, intimidando, callando sus voces y desapareciéndolos de la vida pública. Esta es nuestra realidad. Morena se apañó al Poder Judicial y a nuestro sistema electoral.