Enrique Cardenas

Las universidades ante el poder

El CIDE no es propiedad del gobierno en turno, ni éste tiene derecho a hacer lo que quiera con él y mucho menos dañarlo.

El viernes pasado el Dr. Sergio López Ayllón presentó su renuncia a la dirección general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). En su carta de despedida como director a los miembros de su comunidad, señaló que la institución requería una dirección renovada y que la dejaba con una excelente planta de investigadores y con estabilidad financiera.

El CIDE se ha forjado una excelente reputación como una institución de alto nivel, con investigación relevante y rigurosa, y con la formación de excelentes cuadros de profesionistas. No ha sido fácil. Ha sido un camino de décadas que ha requerido un gran esfuerzo de su comunidad y de sus liderazgos. Las instituciones no se forman de la noche a la mañana. Requieren tiempo, dedicación, constancia y consistencia a lo largo de muchos años.

Su participación en la construcción del México moderno, de sus pilares democráticos es indiscutible. Muchos de sus profesores, incluido el propio López Ayllón, han participado en el diseño e implementación de instituciones públicas de la mayor importancia en temas tan variados como complejos. Por ejemplo, el Sistema Nacional de Transparencia, el Sistema Nacional Anticorrupción, la reforma penal que llevó al sistema penal acusatorio, contribuciones al diseño y evaluación de reformas fiscales, de diversos programas sociales, del cuidado de los bosques y el agua, de administración pública municipal, y un muy largo etcétera. También ha contribuido decisivamente a nuestra comprensión del mundo y de las relaciones internacionales, de nuestra historia y de nuestra sociedad. Sus voces han contribuido, a través del análisis crítico, a la enmienda de políticas públicas para dar mejores resultados, para señalar las carencias de nuestro sistema político y la necesidad de implementar un sistema de protección social universal que iguale las oportunidades para todos.

Pero nada de eso se hubiera logrado sin la libertad, sin el respeto y la colegialidad que han reinado en la institución por muchos años. El respeto a las ideas de los demás, la tolerancia ante lo diferente, la comprensión que la labor académica requiere de disciplina, tiempo y rigor, han sido los baluartes que le han dado fuerza y empuje a la institución. De hecho, esa es la única manera de que florezca la creación de conocimiento, que se atesore la tolerancia y que se nutra la vida académica y cultural.

Por eso causa mucha preocupación la renuncia, aparentemente sin motivos, de Sergio López Ayllón. Lo que deja entrever, para quienes estamos observando desde fuera, es que la concentración del poder político en México en una sola persona, como pasa en cualquier otro país donde florece el autoritarismo, tener centros de investigación independientes de ese poder resultan un estorbo y hasta una molestia. Por definición, al poder absoluto le estorba cualquier otra brizna de luz que surja de alguien más. Y más si esa luz muestra con claridad los excesos, la prepotencia, la intolerancia de quienes ejercen el poder casi de manera absoluta.

Como decíamos en un comunicado hace apenas unas semanas en relación a la ocupación barbárica de la Universidad de las Américas Puebla a manos del gobierno estatal, “las universidades trascienden sus tiempos y circunstancias. Son instituciones eternas que construyen, como la ciencia, sobre los pasos de sus antecesores. Se caracterizan por ser plurales, diversas y respetuosas de las maneras distintas de pensar y de ver el mundo. Hay universidades de financiamiento público y de financiamiento privado, pero todas son de interés general. Su bienestar y desarrollo son de interés de toda la sociedad”.

Lo que suceda en el CIDE nos incumbe a todos, no sólo a su comunidad. El CIDE no es propiedad del gobierno en turno, ni éste tiene derecho a hacer lo que quiera con él y mucho menos a lastimarlo. No se trata de una entidad pública como cualquier otra, con empleados que deben obedecer a su jefe jerárquico so pena de perder el empleo. No. Se trata de una universidad, una del más alto prestigio. Es patrimonio del país y nos toca a todos cuidarla.

Universidad Iberoamericana de Puebla, Puebla contra la Corrupción e Impunidad.

COLUMNAS ANTERIORES

El referéndum del 2 de junio
“Enfermedad holandesa” una vez más

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.