Érase una vez un Número

Los platos rotos de la transición

En términos económicos la transición del gobierno fue muy mala debido a las decisiones que ha tomado, principalmente sobre el aeropuerto en Texcoco, por el que que todos debemos pagar los platos rotos.

La transición que vivimos en los últimos meses resultó ser muy especial dado el protagonismo que tuvo el presidente López Obrador y la ausencia notable del presidente Peña Nieto. Fue también diferente por el hecho de haber anunciado a su gabinete desde los primeros días. Tradicionalmente se recomienda no nombrar a los miembros del gabinete antes de decidir los cambios en los programas de gobierno, por la resistencia natural que tendrían los nuevos responsables respecto de recortes o cambios de asignación de los programas.

Los recientes anuncios del desaparición del Inadem o del Consejo de Promoción Turística, por señalar dos ejemplos, demuestran que esto no fue una limitación. Seguramente a los titulares de las secretarías les gustaría tener estos instrumentos para cumplir mejor sus responsabilidades, pero donde manda capitán no gobierna marinero.

Otra diferencia respecto de las transiciones recientes fue la toma de decisiones anticipadas, como la absurda cancelación del aeropuerto de Texcoco, en lo que se conoce como el error de octubre, que provoco pérdidas para todos, un extraño caso de perder-perder. Algunos números ilustran lo anterior.

A diferencia de gobiernos anteriores donde el tipo de cambio se apreciaba durante la transición por la confianza que despertaba el nuevo gobierno, ahora sucedió lo contrario, el tipo de cambio pasó de 18.62 pesos por dólar en julio a 20.45 en noviembre. Algo similar pasó con la Bolsa de valores: El Índice de Precios y Cotizaciones pasó de 50 mil 81 puntos en julio a 41 mil 985 en noviembre, una caída de 16.2 por ciento en cuatro meses. Lo anterior se manifestó en minusvalías significativas en las inversiones de los trabajadores en las Afore, que ascendieron a 136 mil millones de pesos en octubre y noviembre; y el riesgo país, que sintetiza la credibilidad que tienen los mercados de que nuestro país va a cumplir con los términos acordados en la deuda pública externa, pasó de niveles de 196 puntos base en julio a alrededor de 239 a principios de diciembre, por los mayores intereses que tenemos que pagar por nuestra deuda.

Uno podría pensar por el párrafo anterior que los malos resultados solo se dieron en eso que llaman 'mercados'. No es el caso.

El Inegi publica mensualmente dos encuestas de opinión, la Encuesta Nacional sobre Confianza del Consumidor (ENCO) y la Encuesta Mensual de Opinión Empresarial (EMOE), que permiten obtener indicadores cualitativos sobre una gran variedad de temas, entre otros, sobre la percepción que se tiene sobre la situación futura de la economía del país. La pregunta es la misma en las dos encuestas: ¿Cómo considera usted que será la situación económica del país dentro de 12 meses respecto a la situación actual? En los hogares, el índice pasó de 54.4 en julio de este año a 49.5 en noviembre, reflejando una caída en sus expectativas respecto al futuro de la economía; y algo similar sucedió con la opinión de los directivos de empresas, donde el indicador pasó de 48.0 a 45.9 en el mismo período.

¿A quién afecta todo lo anterior? A todos, a unos más que a otros, pero al final a todos. Un tipo de cambio más alto tiene incidencia en los bienes que consumimos del extranjero, entre otros, la gasolina y el gas. También afecta el pago por el servicio de la deuda del gobierno que ahora tendrá que pagar más pesos por el servicio de la deuda externa. La caída de la Bolsa afecta a los inversionistas pero también a todos los trabajadores del sector formal al disminuir su ahorro en las Afore, y al entorno económico en general, al disminuir la disponibilidad de recursos para invertir. Tener un riesgo país más alto significa que vamos a pagar más por la deuda pública que tenemos, con lo que disminuyen los recursos disponibles para llevar a cabos programas sociales o de inversión pública, a lo que debemos añadir los costos de la cancelación del aeropuerto de Texcoco. Por último, la caída en la confianza de los consumidores y de los empresarios, podría traducirse en disminución del consumo y la inversión privada, con los consecuentes efectos en el empleo.

¿Puede lo anterior revertirse? Sí, el tipo de cambio puede apreciarse, el riesgo país bajar, la confianza de los consumidores y los empresarios subir, al igual que el índice de la Bolsa de valores y la plusvalía de las inversiones de los trabajadores en las Afore. Una posibilidad para que esto suceda, y que todavía están esperando algunos analistas, es la rectificación de la cancelación del aeropuerto de Texcoco.

Ojalá que las cosas vayan mejor, pero hoy lo único que podemos decir es que en términos económicos la transición fue muy mala y todos debemos pagar los platos rotos.

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