El pasado 10 de septiembre la agencia noticiosa Reuters publicó Inside the CIA’s secret fight against Mexico’s drug cartels, un extenso reportaje especial sobre las actividades de la CIA en México, firmado por Drazen Jorgic y Laura Gottesdiener. El reportaje da la impresión de haberse investigado y redactado de forma metódica. Jorgic y Gottesdiener (ambos han recibido el prestigioso premio Pulitzer) afirman que entrevistaron en total a más de 60 personas conectadas con el ámbito de la seguridad, tanto en México como en Estados Unidos.
El texto se centra en enfatizar que, al interior de las Fuerzas Armadas mexicanas, existen desde hace años unidades de élite que fueron entrenadas y equipadas bajo el auspicio de la CIA. La más relevante tal vez sea el Grupo de Análisis de Información del Narcotráfico (GAIN), creada en los 90, la cual ha sido clave para concretar la captura de decenas de criminales de alto perfil, incluyendo a miembros de la familia Guzmán. El GAIN fue encabezado durante algún tiempo por Luis Rodríguez Bucio (quien luego se convertiría en el primer comandante general de la Guardia Nacional). Aunque el GAIN operó por años en secreto, AMLO decidió revelar su existencia en 2019 como parte de la estrategia de control de daños tras el fallido intento de captura de Ovidio Guzmán y el posterior Culiacanazo.
El reportaje de Jorgic y Gottesdiener ofrece algunos detalles interesantes. Por ejemplo, sugiere que el papel de la CIA en México aumentó en protagonismo durante el sexenio pasado, debido a que AMLO optó por marginar a la DEA y a las unidades al interior de Semar que tradicionalmente habían colaborado con dicha agencia. Como consecuencia “dentro de la embajada de EU en la Ciudad de México estalló una pugna entre la DEA y la CIA”.
Sin embargo, fuera de eso, el texto no dice nada muy revelador. Desde hace tiempo es del dominio público que ambas agencias entrenan y “vetean” unidades dentro de las instituciones mexicanas de seguridad (en el argot del sector se conoce como vetting o veteo a las pruebas de control de confianza, sobre todo cuando se incluye al detector de mentiras y cuando las pruebas las realiza una agencia estadounidense). También se sabe de sobra que las agencias comparten inteligencia con estas unidades –teóricamente confiables– para concretar las capturas de capos de alto perfil que la agencia considera estratégicas. Lo que llama la atención del reportaje de Jorgic y Gottesdiener es el timing en el que fue publicado: pocos días después de la visita de Marco Rubio a la Ciudad de México, en un contexto en el que Washington pareciera estar valorando en serio la posibilidad de llevar a cabo una intervención unilateral en territorio mexicano, algo que la DEA al parecer le viene planteando desde hace meses a Trump; algo que la presidenta Sheinbaum ha dicho una y otra vez que sería inaceptable.
Las instituciones mexicanas que han trabajado de forma coordinada con la CIA (y que además de las Fuerzas Armadas incluyen a la FGR y a la Fuerza Civil de Nuevo León) no respondieron a la solicitud de comentario de los reporteros de Reuters. Quien sí contribuyó con entusiasmo fue Roberto Aguilera Olivera, el general mexicano, actualmente en retiro, que estableció el GAIN de la mano de la CIA, así como varios agentes estadounidenses.
Mi lectura del texto es que alguien dentro de la CIA quiere que queden claras dos cosas. La primera, que es dicha agencia –y no el propio gobierno mexicano, ni mucho menos la DEA– es la que está detrás de los grandes golpes a los cárteles que se han dado en los últimos años en México, y también de los golpes que están por venir.
El segundo mensaje que transmite el detallado texto de Reuters, es que la CIA ya trabaja con unidades confiables dentro del Ejército mexicano, y que estas unidades tienen capacidad técnica y experiencia probada en operaciones de alto perfil. Entre líneas, el mensaje parece ser que, ahora que también hay una presidenta con ánimo de colaborar, la CIA posee las capacidades requeridas para capturar, sin mayores contratiempos, a los capos que sean considerados blancos prioritarios, por medio de estas unidades. Siendo así, la incursión militar en suelo mexicano que la DEA propone no sólo sería imprudente, sería también completamente innecesaria.