A poco más de un año de la captura de Ismael Zambada (a) El Mayo, por parte de Estados Unidos, y la consecuente escisión del Cártel de Sinaloa en dos grandes coaliciones criminales (los Zambada y los Guzmán), conviene revisar cuáles son las principales tendencias que se observan en el ecosistema criminal mexicano.
Hasta ahora, los Guzmán y los Zambada conservan su identidad, y muestran una resiliencia extraordinaria, pues no sólo han logrado sobrevivir, sino que siguen experimentando con fórmulas que combinan la fuerza y la negociación para expandir su presencia y control en nuevos territorios.
Por un lado, la familia Zambada ha buscado mantener el control de Sinaloa a toda costa (sobre todo de la zona norte, pues en el sur la influencia de los Guzmán es todavía poderosa), y ha intentado fortalecer sus alianzas con grupos tradicionalmente cercanos, al mismo tiempo que cultiva líneas de acercamiento con las autoridades federales y estatales (como con el Batallón 110, asentado en Culiacán, por ejemplo).
Los Zambada han consolidado su presencia en Durango y Chihuahua. En Baja California, Baja California Sur, Chiapas, Sonora y Zacatecas, en cambio, mantienen una presencia dominante, pero con resistencias que a menudo se traducen en feroces disputas. En otras entidades los Zambada mantienen importantes aliados, pero no han sido capaces de cimentar una coalición duradera con ellos, pues se trata de grupos locales que poseen fuerza propia como Cárteles Unidos, La Nueva Familia Michoacana y Santa Rosa de Lima.
Sin embargo, en estos casos, las alianzas se generan coyunturalmente para contener los avances de enemigos externos, como en los estados de Michoacán, Guerrero, Morelos, o en algunos municipios de Guanajuato (como es el caso de León), y en menor medida, Oaxaca y Veracruz.
Por otra parte, desde fines del año pasado los Guzmán buscaron un acercamiento con el CJNG, el cual tardó un semestre en madurar como alianza, la cual no ha logrado aún consolidarse. La alianza se fraguó por intermediación de la facción de El Jardinero, y otros liderazgos locales del CJNG, que creyeron que con la alianza podrían incursionar en territorio sinaloense, como el grupo de El Yogurt en Michoacán. Sin embargo, ésta y otras bandas están inconformes porque no han encontrado las condiciones que esperaban para incursionar en la entidad desde algunos municipios sureños como El Rosario. En la misma sintonía está el ánimo de otros grupos del CJNG que buscan expandirse a Baja California, Sonora y Chihuahua.
El factor clave por el cual el CJNG no ha logrado expandirse a sus anchas, como lo hizo durante la última década, es la estrecha coordinación que mantienen las autoridades federales con las estatales. Sin embargo, en algunos lugares, la coordinación entre ambas esferas no ha podido vencer las redes de intereses políticos y criminales locales, las cuales mantienen un férreo control territorial, como ha sucedido con Culiacán, donde las detenciones y decomisos parecen haberse focalizado recientemente entre integrantes de los Guzmán.
Esta estrategia federal, coordinada con autoridades estatales, de focalizar detenciones y decomisos en el CJNG y sus aliados, como los Guzmán, se implementa también en Michoacán, Chiapas, Colima, Puebla, Tabasco y Zacatecas.
Sin embargo, la alianza de los Guzmán con el CJNG se mantendrá en el corto plazo, pero con una amplia autonomía de ambas organizaciones en los territorios bajo su control. El escenario de que se concrete una fusión de los primeros con los segundos es remoto, como remota es también la creación o refundación de un nuevo cártel.
El CJNG ha experimentado con éxito este tipo de alianzas operativas, tal y como lo hizo en el caso de Tamaulipas, donde establecieron una alianza con Los Metros en Reynosa, y con Los Ciclones-Los Escorpiones en Matamoros, ante el debilitamiento del Cártel del Golfo. Los Metros decidieron abrirle la puerta al CJNG, que envió refuerzos a cambio de una participación en negocios como el tráfico de drogas y el huachicol fiscal, la cual ha avanzado al grado que la identidad de Los Metros se desdibujó gradualmente, y cuando su líder fue fichado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, los medios de comunicación señalaron que se trataba de un operador del CJNG, ya no del Cártel del Golfo.
En el escenario de fin de año se observa una dinámica criminal con la presencia dominante del CJNG en la mayor parte de las entidades desde sus bastiones en Jalisco, Michoacán, Colima, Chiapas y Nayarit. No parece que los Zambada, en el corto plazo, puedan configurar una fuerza nacional que le dispute la hegemonía al CJNG. El resto de los cárteles seguirá en la lógica de consolidar su presencia regional, y fortalecer sus negociaciones con las autoridades locales, para mediar con las acciones federales que se emprendan por presión de Estados Unidos.