Eduardo Guerrero Gutiérrez

El legado de Cárdenas Palomino en la Guardia Nacional

Como es la norma en la Guardia Nacional, los mandos de los elementos amafiados que operan en las carreteras de Oaxaca son ahora militares.

La semana pasada se difundieron dos noticias, al parecer inconexas. Por un lado, la detención de Luis Cárdenas Palomino, uno de los colaboradores más cercanos de Genaro García Luna, involucrado en la detención de Florence Cassez e Israel Vallarta en 2005, y quien encabezara durante el sexenio de Felipe Calderón la División de Seguridad Regional de la Policía Federal (la corporación responsable del patrullaje en carreteras, que muchos todavía llaman policía de caminos).

Por otro lado, el miércoles se reportó en Oaxaca –en concreto en San Pablo Etla, en las afueras de la capital del estado– un inusual enfrentamiento entre elementos de la Guardia Nacional y de la Agencia Estatal de Investigaciones, con saldo de un guardia nacional muerto y otros dos arrestados. El enfrentamiento inició por una denuncia de vecinos, que sospechaban que había una persona secuestrada en una casa de seguridad. Cuando los elementos de investigación estatal acudieron, resultó que los secuestradores eran, nada más y nada menos, que elementos de la Guardia Nacional adscritos a la zona.

¿Cuál es la relación entre los dos hechos? Los guardias nacionales que participaron en el enfrentamiento en Santiago Etla venían de la División de Seguridad Regional de la Policía Federal, esa misma que estuvo bajo las órdenes de Cárdenas Palomino. De hecho, buena parte de esa división, que era la que tenía peor fama dentro de la Policía Federal, permanece íntegra en la actual Dirección General de Seguridad en Carreteras e Instalaciones de la Guardia Nacional.

Me dicen fuentes de Oaxaca que era un secreto a voces que los guardias nacionales responsables de patrullar la zona donde ocurrió el enfrentamiento, en particular la carretera federal 190 que comunica la capital del estado con el centro del país, se dedican a actividades delictivas, y que se trata de un grupo numeroso y bien conectado (que de ninguna forma se limita al elemento que murió y a los dos que fueron arrestados la semana pasada, sino que podría incluir a varias decenas). Incluso pudieron resistirse a un intento por mandarlos a otra parte. Tenían un modus operandi bien armado: detener y extorsionar. Al parecer el secuestro de la semana pasada, donde la víctima era un paisano que regresaba a su comunidad de origen, se desvió de ese modus operandi. Tal vez por eso se les salió de las manos. Como es la norma en la Guardia Nacional, los mandos de los elementos amafiados que operan en las carreteras de Oaxaca son ahora militares. Sin embargo, no han podido o no han querido cambiar las cosas.

Lo que no es excepcional son las extorsiones por parte de los elementos que patrullan las carreteras. En varios estados se escuchan quejas de transportistas que acusan que la Guardia Nacional está amañada, y que permiten a organizaciones delictivas como el Sindicato Libertad operar libremente o, peor aún, que son ellos mismos quienes extorsionan. De hecho, a principios de marzo cientos de agremiados de la Alianza Mexicana de Organizaciones de Transportistas (AMOTAC) realizaron bloqueos en varios puntos del país. Coincidentemente, en Oaxaca optaron por manifestarse justamente en el entronque de la carretera federal 190 en San Pablo Etla. A pesar de haber quedado adscrita en la Guardia Nacional, y por lo tanto bajo supervisión militar, la Dirección General de Seguridad en Carreteras sigue arrastrando los vicios que ya tenía desde tiempos de Cárdenas Palomino.

No todo es negativo dentro de lo ocurrido la semana pasada en Oaxaca. Cabe reconocer la actuación valiente de la Agencia Estatal de Investigaciones. Se trata de una corporación que ha invertido en construir una unidad antisecuestros eficaz. Es gracias al buen trabajo de dicha agencia que la víctima pudo ser rescatada con vida. Curiosamente, el coordinador general de la Agencia Estatal de Investigaciones, José Alfredo Álvarez Gómez, se formó en la Policía Federal. También se trata de una corporación relativamente excepcional en el ámbito estatal, que se ha dado a la tarea de desarticular a grupos delictivos de alta peligrosidad. Desafortunadamente, esta determinación ha tenido costos. Apenas hace algunos días fue asesinado Omar Chepetla, un mando de la agencia, quien también venía de la Policía Federal.

En conclusión. AMLO tenía algo de razón cuando señalaba que en la Policía Federal había muchos corruptos. Sin embargo, también había elementos honestos y altamente capacitados. Desafortunadamente, al menos por lo ocurrido la semana pasada en Oaxaca, pareciera que los primeros han encontrado acomodo en la Guardia Nacional, mientras que los segundos se fueron a otras partes. Una consecuencia del maltrato y el desdén indiscriminado de sus nuevos mandos militares.

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