Edna Jaime

Presupuesto 2020: ¿nos preocupamos?

El Paquete Económico para 2020 castiga la inversión por parte del gobierno federal y contempla gastos en programas sin reglas de operación.

No hay plazo que no se cumpla y llegó septiembre, y con él la obligación de la Secretaría de Hacienda de entregar al Congreso el Paquete Económico para 2020.

A estas alturas, los generales del Paquete son bien conocidos. Me gustaría centrarme en cinco aspectos que me preocupan y que derivan del trabajo de análisis que el equipo de Presupuesto de México Evalúa realizó en días recientes.

Lo primero es la meta de crecimiento del 2 por ciento con la que se hacen las estimaciones de ingresos. Una meta que está por encima del consenso de los analistas económicos que plantean un 1.4 por ciento. Si la economía no crece como está previsto, tampoco se alcanzarán las metas en recaudación por ISR e IVA. Estimamos, en el análisis al que hago referencia, que si creciéramos al 1 por ciento tendríamos un hueco en los ingresos que no se alcanzarían a cubrir ni con los recursos de los fondos de ahorro como el FEIP (Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestales) que cuenta en su haber con 244 mil millones de pesos. ¿Cómo, entonces, se compensarán?

En segundo lugar, me gustaría subrayar el castigo previsto en el Presupuesto para el gasto en inversión del gobierno federal.

Todos sabemos que la inversión física en infraestructura es un detonante del crecimiento económico. Pero por quinto año consecutivo se le castiga de manera severa. Pongo algunos ejemplos. El Proyecto de Egresos plantea una caída en la inversión en agua del 35 por ciento respecto al año anterior; una disminución en inversión en transporte de la misma magnitud; 5 por ciento menos en salud.

De continuar esta tendencia a la baja en inversión física, los rezagos en infraestructura que ya trae México se ensancharán con repercusiones para el crecimiento, sobre todo para las zonas más atrasadas del país.

En tercer lugar, estamos ante un Presupuesto con una clara orientación social y de seguridad.

Dicen que los presupuestos son la carta de navegación de los gobiernos. Y en este caso, vemos que la carta de navegación tiene dos grandes destinos: programas sociales y la seguridad pública.

Ahora, una cosa es gastar mucho y otra cosa es gastar bien. Es en los detalles donde es necesario poner la lupa. En el Proyecto de Presupuesto 2020 se incrementa el número de programas que no cuentan con reglas de operación. Un estándar regulatorio que nos permite saber cosas elementales en la operación de un programa y sus resultados.

El gasto en programas sin reglas de operación y sin mediciones objetivas de evaluación no necesariamente ayuda a los más pobres.

En cuarto lugar, será importante evitar los subejercicios.

En este año, hemos visto que el subejercicio ha alcanzado prácticamente los 200 mil millones de pesos. Y un gobierno que no gasta (bien) es un gobierno que no alcanza sus metas. Metas que deberían traducirse en provisión de servicios públicos básicos con calidad.

El secretario de Hacienda dijo que será fundamental gastar con oportunidad, pero: ¿Por qué persiste el subejercicio? Me parece que a estas alturas del año argumentar que se está todavía en la curva de aprendizaje es excesivo. ¿Qué hará diferente el gobierno el próximo año, más allá de anunciar que comenzará a licitar proyectos este año?

Finalmente, en quinto lugar, sería deseable conocer hasta dónde se quiere llevar el propósito de la austeridad.

Austeridad era una palabra propia de gobiernos que enfrentan programas de ajuste después de crisis económicas.

Pero en México se volvió la bandera de un gobierno que, muchos pensaban, iba a ser muy pródigo en el gasto.

Los recortes a dependencias, la cancelación de programas que potencian la actividad económica, la caída en la inversión pública… todo ello ha impactado negativamente el crecimiento.

Eso es justamente lo contrario de lo que se quería lograr para alcanzar las tasas prometidas de 4 por ciento anual. O el 2 por ciento previsto en el Paquete Económico.

Llama la atención la enorme inversión que, en términos relativos, se hará en la refinería de Dos Bocas y la inyección de recursos a Pemex. De cada 100 pesos que gastará el gobierno federal, 50 son para Pemex, 3 para salud, 2 para educación y sólo 4 centavos para agua. De ese tamaño es el costo de oportunidad.

Estas señales son las que preocupan a los inversionistas y a las calificadoras de riesgo crediticio, que ven a un gobierno que está poniendo muchos huevos en una canasta con muchos agujeros.

Entender el contenido, alcance e impacto del Presupuesto del gobierno es un derecho y una obligación de los ciudadanos. Falta que se nos explique qué haríamos si los supuestos no se cumplen.

Si no hay margen ni plan B, lo que nos queda es preocuparnos.

COLUMNAS ANTERIORES

No se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo
Hay lugar para pensar

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.