Aunque sabemos muy bien que esto no se puede, el grupo en el poder supone que sí. También su candidata a la Presidencia, Claudia Sheinbaum, y su equipo cercano que se han expresado en términos muy optimistas sobre lo que viene para el país en términos económicos. Estamos ante un momento favorable para la atracción de inversión en el país por el nearshoring, que está llamado a ser (con un poco de exageración) la nueva palanca económica para el país. Podemos chiflar de contentos. El problema es que queremos comer pinole al mismo tiempo.
Comer pinole en esta parábola es meter demasiado poder en un bocado y debilitar los mecanismos que lo regulan. La candidata de Morena, por lo menos en el discurso, se perfila para continuar con una agenda legislativa que es consistente con un proyecto de concentración de poder (o de la desinstitucionalización del mismo, como se quiera ver) que puede minar los contrapesos esenciales en un régimen democrático. Y sin las garantías más básicas de que el poder no será voraz para afectar derechos básicos, el nearshoring será una oportunidad perdida y el país se enfila a una situación difícil de autoritarismo y deterioro económico. Tenemos que decidir si queremos chiflar o comer. Esta es una de las disyuntivas que tendrá que resolver la candidata y eventual presidenta si es que los votos le favorecen.
En estos años de AMLO al frente de la Presidencia, se ha creado la fantasía de que se puede chiflar y comer sin consecuencias. Se han estado empujando instituciones clave hacia la inoperancia, a otras se les captura o se les debilita y a pesar de ello el país funciona, la economía crece, la estabilidad se sostiene y la inversión llega. No hay todavía para los agentes económicos, sobre todo de alto perfil, una señal que los haga salir despavoridos o que los disuada de una inversión importante en nuestro territorio, porque por tremendamente imperfectas, hay instituciones que sostienen una base de certidumbre en el país. Los afectados por los cambios en las leyes eléctricas pudieron todavía ir a tribunales, litigar su caso y en algunos casos ganarlo. Ese piso básico que todos los días se adelgaza es lo que sostiene al país funcionado, generando esa fantasía. Unos pasitos más en esa dirección, hará que ese piso colapse. Pero nadie los detiene.
Es muy importante que la candidata tenga conciencia de esto porque si tiene un proyecto alternativo o por lo menos matizado respecto al de su antecesor, no podrá desarrollarlo en un ambiente de despojos institucionales. Su jefe político, el Presidente, más o menos la libró porque traíamos vuelo del impulso del TLCAN y diversas condiciones que dieron oxígeno a sus seis años de gobierno. Lo que viene es más difícil porque el margen de acción es mucho más estrecho. El Presidente se lo comió casi completo.
Es inevitable pensar que nuestro devenir en los últimos lustros corre como un video en play y luego rewind. Avanzamos muy lentamente en un proceso de institucionalización del poder (incluyo en éste al TLCAN) y ahora vamos en reversa. Al punto cero en que el modelo político hacía inviable al económico. Esto es, podríamos regresar a ese punto de estancamiento y crisis cíclicas si se insiste en reformas que ablandan o domestican a las instituciones que ponen límites al poder. Esta semana se aprobó la modificación a la Ley de Amparo y siguen pendientes las del plan C del paquete presidencial, que aguardan amenazantes como la espada de Damocles.
Para mí es muy difícil dilucidar cuál es el proyecto de Claudia Sheinbaum y cuál es el margen dentro del propio partido para avanzarlo, de llegar a ganar. Porque el presidente dejó su herencia sellada en iniciativas de ley que ya están en el foro legislativo y que se asumen como culminación, pero también continuidad a su proyecto y alrededor de los cuales este grupo político se siente cohesionado. Tendría que ser como estos escapistas que logran maniobrar para quitarse los grilletes y cadenas para liberarse. Y dicen que los primeros movimientos son clave para lograrlo. Simulando como si fuera en la misma ruta, pero tomando decisiones clave que marcarán el viraje.
Ojalá que no se nos diera chiflar y comer al mismo tiempo, porque en una de esas ya no la vamos a poder contar.