Grupo México Transportes (GMXT), bajo la dirección de Fernando López Guerra, inició los trámites para deslistarse de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). Esta decisión, que implicará una inversión superior a 14 mil millones de pesos —alrededor de 762 millones de dólares—, coloca a la ferroviaria como la empresa más reciente en sumarse a la creciente ola de compañías que optan por abandonar el mercado accionario mexicano.
De acuerdo con un análisis de Intercam de junio pasado, en los últimos años se ha detectado una tendencia: varias empresas han decidido desligarse del mercado.
Vinte recientemente votó a favor de deslistar a su subsidiaria Javer, lo mismo que Bachoco, Elektra, Grupo Sanborns y mucho tiempo atrás Lala, IEnova, Bio Pappel, Elementia, Fortaleza Materiales, General de Seguros, Maxcom, Monex y Rassini.
Las razones son claras: muchas de estas emisoras cotizan a descuento respecto a sus múltiplos históricos, presentan bajos niveles de bursatilidad y float, y los recursos necesarios para recomprar las acciones no son prohibitivos. Además, persiste la percepción de que el mercado no refleja el valor justo de las compañías, lo que lleva a los accionistas mayoritarios a optar por la recompra y el retiro de sus títulos.
El retiro de GMXT no sólo marca el fin de una etapa, que inició en el 2017, sino que también deja abierta la discusión sobre el futuro del mercado de valores en México. ¿Qué ajustes son necesarios para evitar que más empresas sigan este camino? El tiempo —y las respuestas de las autoridades— lo dirán.
Suplantación desafía a las grandes marcas
En la era digital, la reputación de una empresa no sólo se construye con campañas creativas o productos icónicos. También se defiende, día a día, en un campo de batalla invisible: el de la suplantación de identidad en redes sociales y plataformas digitales. Casos recientes —como el de Grupo Modelo y su marca Corona— han puesto al descubierto una nueva amenaza: los impostores digitales que, a través de cuentas falsas y promociones apócrifas, buscan engañar y robar datos a consumidores desprevenidos.
El problema es tan grave que la propia cervecera, que dirige Daniel Cocenzo, se ha visto obligada a desplegar anuncios de alerta en sus sitios oficiales. “Cuidado, no caigas en mensajes que roban tus datos. Las dinámicas de Corona solo se publican en sus redes oficiales, no te dejes engañar”, advierte con contundencia la marca.
Detrás de estas advertencias hay historias reales de usuarios que han perdido información sensible, han sido víctimas de fraudes o han compartido datos bancarios creyendo participar en concursos legítimos.
¿Por qué prolifera la suplantación de identidad en internet? La respuesta es sencilla y alarmante: porque funciona.
Los estafadores aprovechan la confianza que inspira una marca como Modelo para dar verosimilitud a sus engaños. Con imágenes, logos y hasta lenguaje corporativo, replican la estética oficial y se infiltran en chats, correos y mensajes privados, donde la línea entre lo auténtico y lo fraudulento se vuelve difusa.
Este fenómeno es un recordatorio incómodo: la alfabetización digital es tan urgente como la protección de las cuentas bancarias. La responsabilidad es compartida. Las empresas deben invertir en campañas de información y sistemas de verificación que dificulten la vida a los impostores, pero los consumidores también deben aprender a desconfiar, a verificar fuentes y a nunca entregar datos sensibles a la ligera.
La suplantación de identidad no es solo un problema de seguridad informática; es una amenaza directa a la confianza, ese intangible que las marcas han construido durante décadas. Hoy, cada clic debe ir acompañado de una dosis de escepticismo saludable. Las empresas, por grandes que sean, no están exentas del riesgo. Y los usuarios, por informados que se crean, tampoco.
Tenderos al futuro
El canal tradicional vive una transformación silenciosa pero poderosa: cada vez más tenderos se apoyan en aplicaciones móviles para abastecer sus negocios. De acuerdo con el estudio de Segmentación Estratégica de GUNA, que dirige Jesús Rocha, el uso de estas herramientas pasó de 36.7 a 40.6 por ciento en apenas un año.
En México existen más de un millón, equivalen al 1 por ciento del PIB y son el primer recurso de abastecimiento para millones de familias. Con ventas diarias promedio de 4 mil 388 pesos y 78 clientes al día, estas pequeñas unidades siguen siendo el motor vivo de la economía local.
La Expo Tiendita GUNA, que reunirá a más de 8 mil tenderos este 24 y 25 de septiembre, es una oportunidad para consolidar este cambio. Digitalizar no significa perder la esencia de la tiendita, sino garantizar su permanencia en un entorno donde la competencia crece y la tradición también debe innovar.