La Cuarta Transformación

EU y los “mexicans papers”

Mientras México habla de crear cadenas de valor para fortalecer el T-MEC e inversiones en el sur-sureste, EU está más precupado en los temas de la coperación y la ciberseguridad.

SI USTED ANALIZA las declaraciones que Estados Unidos y México emitieron públicamente en sus países, de las conclusiones del Diálogo Económico de Alto Nivel, pareció un diálgo, sí, pero de sordos.

La delegación del presidente Andrés Manuel López Obrador con el canciller Marcelo Ebrard al frente, hablando de crear cadenas de valor para fortalecer el T-MEC y pugnando por inversiones en el sur-sureste.

Mientras tanto, la delegación del presidente Joe Biden con la vicepresidenta Kamala Harris como ariete, más precupado y montado en los temas de la coperación y la ciberseguridad.

El de la seguridad interna de nuestro vecino es un asunto de extrema importancia para la Casa Blanca. Y en los dos casos el gobierno de la 4T está fallando. El tono del comunicado allá lo deja ver.

La creciente migración y el avance territorial de los grupos de delincuencia organizada molesta mucho a la administración Biden. Se registran récords de indocumentados y récords en el trasiego de droga.

Por el lado de la ciberseguridad, México tampoco da muestras de querer ayudar. El problema se llama China, país al que el gobierno de López Obrador decidió abrirle la puerta de par en par.

Estados Unidos pugna por un espacio seguro, por una “clear network”, que necesariamente implica un veto para los proveedores tecnológicos chinos que han utilizado la red para espiarlos.

Para los estadounidenses una red segura, como lo puso en la mesa Harris a la delegación mexicana el jueves pasado en Washington, significa dejar fuera a las transnacionales chinas del sector de telecomunicaciones.

En el despliegue de las nuevas redes 5G, Huawei está vetada por petición de Estados Unidos entre sus aliados de la OTAN y otros países como Nueva Zelanda.

El gobierno de la 4T en lugar de avanzar en una agenda común de país con quien es su vecino y socio comercial, abre más los espacios físicos y digitales a los chinos, poniendo en riesgo esa seguridad.

Panamá y El Salvador son dos países que fueron en sentido contrario a esa línea de pensamiento y recibieron un manotazo desde Washington. Ambos con el gobierno de Barack Obama.

Cuando el primero pretendió abrir al Canal de Panamá a los chinos, en el gobierno de Juan Carlos Varela, le estallaron los Panama Papers, una investigación de corrupción patrocinada y detonada por Estados Unidos.

El segundo firmó un tratado comercial con China que implicaba entregar 19 por ciento de su litoral, se dio reversa al mismo y se hicieron públicos actos de corrupción en el gobierno de Salvador Sánchez que lo llevaron a perder las elecciones frente a Nayib Bukele.

Más allá de que el combate a la corrupción es la principal bandera del presidente López Obrador, cada vez se documentan más casos en el gobierno de la 4T los cuales se registran puntualmente en Estados Unidos.

No vaya a ser que nuestros vecinos le vayan a empezar a aplicar la misma receta que a Panamá y al El Salvador por andar llevándole la contra al Tío Sam.

RECIÉN LE DECÍA que en la lucha de Emilio Lozoya Austin contra panistas y priístas acusados por un supuesto soborno de Odebrecht, la vacuna contra el veneno del exdirector de Pemex se llama Carlos Treviño. El también exfuncionario logró obtener los derechos, al mismo tiempo, de víctima e imputado, debido a que se le señaló como tal por el juez del penal de El Antiplano Daniel Ramírez Peña. Treviño ya no está en México, pero tuvo la audacia de acreditarse legal y públicamente como tal, mediante una jugada de su abogado Oscar Zamudio. El también exdirector de Pemex en el gobierno de Enrique Peña Nieto abrió una brecha de no retorno que podrán seguir los demás implicados en la cada vez más parecida trama hollywoodense de Lozoya Austin. Hablamos desde Luis Videgaray hasta Ricardo Anaya, pasando por José Antonio Meade, José Antonio González Anaya, Ernesto Cordero, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, Francisco Domínguez, Salvador Vega Casillas, David Penchyna, etcétera, etcétera, etcétera. La interrogante es si litigarán contra Lozoya y la Fiscalía General de la República, de Alejandro Gertz Manero, desde México o se tendrán que ir al extranjero.

POR CIERTO QUE Juan Collado y Carlos Treviño tienen algo un común: ninguno estuvo dispuesto a traicionar a quien fuera su amigo o su jefe. El primero a Carlos Salinas de Gortari y el segundo a Felipe Calderón. Collado se fajó los pantalones y tomó la decisión desde hace ya un buen rato de quedarse guardado en el Reclusorio Norte el tiempo que fuera necesario, antes de aceptar un acuerdo con el gobierno de la 4T que incriminara al expresidente. Algo similar pasó con Treviño, quien desde el primer momento evitó ser atraído a El Antiplano, porque sabía que en ese penal de máxima seguridad lo forzarían a testificar contra el expresidente Calderón. Ambos, Collado y Treviño, siguieron el mismo camino de Rosario Robles, a quien también la Fiscalía General de la República intentó doblar a cambio de que entregara pruebas contra sus jefes inmediatos en el sexenio pasado: el expresidente Enrique Peña Nieto y el exsecretario de Hacienda, Luis Videgaray. Los fiscales de Alejandro Gertz Manero están llegando a la primera mitad del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con las manos vacías, sin ningún pez gordo que presumir. Puros charales, como dijera el secretario de la Contraloría de Vicente Fox, Francisco Barrio.

NO SOLO EL asesor electoral estrella del presidente alentó el vuelo del que pudo ser uno de los principales empresarios de la 4T, Alejandro del Valle. Al excoordinador General de Programas para el Desarrollo, Gabriel García, tiene que agregar a otro muuuy cercano a Andrés Manuel López Obrador, y del que más le valdría que empiece a tomar distancia, porque ya le han detectado un buen número de intereses: su secretario particular, Alejandro Esquer. Pero no todo acaba ahí. Hay un tercer actor cuya cercanía con el inquilino de Palacio Nacional también contribuyó a abrir brecha a quien desde fines del año pasado se convirtió en el principal accionista de Interjet. Se trata de Audomaro Martínez, director del Centro Nacional de Inteligencia, el ex-CISEN, paisano y cercano de López Obrador. Del Valle fue detenido el jueves tras salir del hotel JW Marriott de Polanco por un presunto fraude, pero no relacionado a Interjet, sino a Radiópolis, otro negocio en el que salta el nombre de Miguel Alemán Magnani, cuya supuesta influencia y cercanía con el político de Macuspana también alentó a Del Valle a meterse de lleno a los negocios con la 4T.

POR CIERTO QUE fue la señora Christiane Martel y su hija Claudia Alemán Magnani las que salieron a hacer el control de daños al interior de los negocios de la familia, con el apoyo de quien ha sido asesor, representante legal y socio en algunos negocios del propio clan empresarial, el abogado Javier Mondragón. En medio de esta crisis por la que atraviesan se han tomado decisiones estratégicas de cara a la ausencia de Miguel Alemán Velasco, por cuestiones de salud, y Miguel Alemán Magnani, por la orden de aprehensión girada en su contra. Se determinó designar a Vincent Minelli Magnani coordinador general de los asuntos de la familia. Se trata del sobrino de José Luis Ramírez Magnani, hijo a su vez de Georgette Martel, hermana de la exmiss universo. En toda esta recomposición de fuerzas Ramírez Magnani cayó parado. Y es que como vicepresidente y segundo al mando en Interjet por los lazos familiares no estuvo ajeno a las malas decisiones de negocios que hoy tienen a la aerolínea al borde de la quiebra.

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