La Cuarta Transformación

Scherer y el juego de las sillas

Este fin de semana Celis comenta sobre la salida de Julio Scherer del equipo de AMLO, los nuevos integrantes de la 4T: Adán Augusto López y Estela Ríos, así como de el trato a Emilio Lozoya.

LA SILLA FUE un elemento que por azares del destino marcó a Julio Scherer Ibarra en la cúspide de su vida política, que duró casi tres años, a pesar de acompañar a Andrés Manuel López Obrador desde el año 2000.

Una silla marcó el rompimiento con la ministra Olga Sánchez Cordero y el inicio de hostilidades, cuyo alcance y desenlace todavía está por verse en el gobierno de la Cuarta Transformación.

La silla que no le puso la Secretaria de Gobernación en agosto de 2018, cuando le organizó al Presidente electo su primera reunión con el pleno de ministros, saltándose a Scherer.

Sánchez Cordero organizó el encuentro a sus espaldas y con la ayuda del entonces ministro presidente, Luis María Aguilar, y el último en enterarse fue el propio López Obrador.

Cuando el tabasqueño le pidió a su Consejero Jurídico que la acompañara esa mañana, le hizo saber que no estaba invitado. “Cómo de que no estás invitado”, y se lo llevó a la sede de la Suprema Corte.

A Scherer le tuvieron que conseguir una silla y abrirle espacio entre los ministros Margarita Luna, José Ramón Cossío, Eduardo Medina Mora, Norma Piña, Fernando Franco, Alfredo Gutiérrez-Ortiz Mena, Javier Laynez, Jorge Mario Pardo, Alberto Pérez-Dayán y Arturo Zaldívar.

La segunda escena en la que la silla volvió a jugar un papel crucial apenas se dio este miércoles 1 de septiembre, cuando López Obrador rindió su Tercer Informe de Gobierno.

Para no llamar la atención, Scherer fue el último en incorporarse al recinto Homenaje a Benito Juárez de Palacio Nacional, donde estaba reunido su gabinete. Le dispusieron una silla hasta el fondo, una silla que en otros informes solía estar en primera fila.

Y es que en la víspera el Consejero Jurídico estaba en boca de todos: había tenido un diferendo con su amigo, “su hermano”, porque en la mañanera de ese mismo día prácticamente lo despidió al informar públicamente que lo relevaba de sus tareas y se las confería al nuevo secretario de Gobernación, Adán Augusto López.

Scherer presentó su renuncia, pero López Obrador no se la aceptó. Tuvo que ir al informe y de ahí a cenar para ratificar que se iba por motivos personales y familiares. El Presidente hizo un último intento por retenerlo, pero no lo consiguió.

La tercera silla apareció solamente unas horas después, en el escaparate en el que se ha convertido la conferencia mañanera. A Scherer le volvieron a acercar una silla para ponerlo de cara a la nación.

Ahora sí, en primera fila, solo para que el Presidente oficializara su salida de la Consejería Jurídica y lo llenara de elogios.

Fin de la historia.

LA NUEVA CONSEJERA Jurídica de la Presidencia, Estela Ríos, ejemplifica en carne viva el nuevo ambiente que prevalece por los rumbos de Palacio Nacional: el endurecimiento de Andrés Manuel López Obrador en su segundo tramo de gobierno, arropándose con incondicionales. Ríos es una abogada laboral, pero no tiene experiencia ni en derecho administrativo ni en constitucional, ambos, claves para el gobierno. Forma parte de la Asociación Nacional de Abogados Democráticos, un grupo izquierdista de corte radical que se definen con “compromiso social con sectores desprotegidos”. Entre los litigantes que la integran apunte a Ernestina Godoy, la Fiscal de la CDMX, y Vidulfo Rosales, representante de las familias de los desaparecidos de Ayotzinapa. Quienes conocen a la abogada Ríos señalan que es una verdadera “Talibán”, reacia a conceptos como libre empresa, capitalismo y competitividad. La nueva consejera va tener la facultad legal de cambiar a todos los responsables de las áreas jurídicas en la administración pública federal, por lo que es probable se inicien ajustes para dar un giro al perfil de los abogados del gobierno. Todo indica que hará el trabajo de escritorio, mientras que el nuevo Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, llevará la relación institucional con el Poder Judicial y el Poder Legislativo. Pero no lo dude: viene una interpretación de normas jurídicas cargadas a la izquierda, o más bien: alineadas a los intereses de la 4T, con lo que se decantarán los litigios.

RAÚL BEYRUTI YA empezó a litigar contra la autoridad fiscal. La última vez que le comenté de su caso le informamos que buscó sin éxito un acuerdo reparatorio y ofreció, como primer saque, alrededor de mil 200 millones de pesos para quitarse de encima las demandas y la orden de aprehensión que se le giró a finales del pasado mes de febrero. Pero en el gobierno rechazaron tal oferta porque consideraron que era muy poco dinero para el tamaño del daño al fisco. Solo un expediente que lleva la Procuraduría Fiscal, que comanda Carlos Romero, es por 12 mil millones de pesos. Faltan los del Servicio de Administración Tributaria, que preside Raquel Buenrostro, y los de la Unidad de Inteligencia Financiera, que capitanea Santiago Nieto. Pero como al de GINgroup nunca le determinaron un piso y un techo para negociar ese acuerdo de rezarcimiento, ni tampoco le fincaron créditos fiscales, la recomendación de sus abogados penalistas fue iniciar el litigio contra el Estado. Y en eso está.

OIGA, Y SI de litigios se trata, no pierda de vista a Alonso Ancira. El Presidente Andrés Manuel López Obrador salió muy evalentonado a advertirle en su mañanera del jueves que no se dejara mal aconsejar por sus abogados y que honrara el pago de más de 216 millones de dólares a que se comprometió con Pemex por la venta de la planta de Agro Nitrogenados. Si incumple le reactivan la orden de aprehensión y le expropiaran Altos Hornos de México. Ancira ya está armando una demanda contra el Estado mexicano en Estados Unidos de la mano del bufete Quinn Emanuel. Esta firma, que tiene de socio a Juan P. Morillo, representa también a Gonzalo Gil White, el hijo de Francisco Gil Díaz, que igualmente demandó a México ante un juzgado de Nueva York por corrupción en la quiebra de Oro Negro. Ancira va argumentar que la Fiscalía General de la República, de Alejandro Gertz Manero, lo forzó a firmar un acuerdo extorsionado, coaccionado y preso.

EN UN CAMBIO de estrategia legal, el ex senador panista Jorge Luis Lavalle, preso desde el mes de abril en el Reclusorio Norte, acusado por Emilio Lozoya Austin de corrupción por el caso Odebrecht, cambió a sus abogados litigantes. Pashita le dio las gracias a Felipe Gómez Mont y a José Zapata y fichó a Xavier Olea y a Ricardo Zínser. Y es que el político campechano fue convencido por su amigo, socio y correligionario, Roberto Gil Zuarth, que valía más la pena buscar un acercamiento con la 4T y ponerse en manos de abogados más afines. Lavalle confió en que sus nuevos defensores, y una negociación con los “machuchones” de Palacio Nacional, le permitiría seguir el proceso afuera de la cárcel. Pero sorpresa, la dupla Olea-Zínser perdió la apelación.

PUES CON LA novedad de que la 4T sigue tratando con excesiva deferencia al susodicho Emilio Lozoya Austin. No lo comente mucho, pero con todo y que se le agota el tiempo para que sea enjuiciado porque no ha logrado comprobar todas las acusaciones que hizo contra una veintena de actores políticos ligados a los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, el ex director de Pemex se da el lujo de seguir haciendo negocios. Por ahí ya trascendió que está intermediando la venta de la terminal portuaria de la planta de Agro Nitrogenados. Según esto, busca capitalizarse para poder pagar la reparación del daño al Estado, igualito a Alonso Ancira. El puerto está en Coatzacoalcos y es de los activos más valiosos de la planta que se vendió a un sobreprecio.

MUY MOVIDO ARRANCA Daniel Becker su presidencia en la Asociación de Bancos de México. El accionista principal de Banca Mifel ha instituido entre sus agremiados una muy sana y útil práctica que no se veía en sus antecesores: reuniones periódicas con los funcionarios de primer nivel de instancias de gobierno. En las últimas tres semanas los banqueros han invitado a dialogar en su sede del Centro Histórico a Zoé Robledo, Julio Scherer y Arturo Herrera. Las charlas con el director del Seguro Social, el ex Consejero Jurídico de la Presidencia y con el candidato a gobernador del Banco de México, no han tenido desperdicio.

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